Jalisco

Ganó el Nobel

Ayer le hicieron justicia a la calidad y Mario Vargas Llosa fue designado Premio Nobel de Literatura

Finalmente le levantaron el castigo por haber osado participar en política. Ayer le hicieron justicia a la calidad y Mario Vargas Llosa fue designado Premio Nobel de Literatura. Durante muchos años él y sus lectores estuvimos ciertos de que era  mejor que muchos de los premiados, sin embargo su nombre se paseaba cada año por las salas del jurado del premio de letras más importante del mundo y cada año lo rechazaban.  Ayer, cuando ya nadie lo esperaba, ni Mario mismo, ganó el Nobel.

Desde 1990, cada tres o cuatro años cuando aparecía una nueva novela de Vargas Llosa se hacía evidente la diferencia entre él y el resto de los escritores hispanoamericanos de su generación. El peruano ponía su huella sólo para recordarnos lo que es escribir bien, para hacer patente la diferencia entre un novelista y un gran escritor que igual escribe algo tan doloroso como La ciudad y los perros (1963), que una novela histórica impecable, como La fiesta del Chivo (2000).

Una oda a la perversidad como Elogio de la madrastra (1988), un divertimento, casi una tragicomedia, como Pantaleón y las visitadoras (1973), un gran novela de una historia aparentemente trivial, como Las travesuras de la niña mala (2006),  un incomparable thriller latinoamericano como ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986) o una biografía desorbitada como El paraíso en la otra esquina (2003).

El “pecado” de Mario Vargas Llosa en lo círculos literarios ha sido su honestidad intelectual. Liberal a carta cabal, a Mario los círculos intelectuales de Latinoamérica le cobraron caro sus críticas a la izquierda radical y especialmente a la Cuba de Fidel. Octavio Paz casi perdió el habla cuando en un congreso patrocinado y transmitido por Televisa, dijo que el PRI era la dictadura perfecta (dictablanda en todo caso, quiso componer el Nobel mexicano, logrando con ello sólo acrecentar el escándalo). Su paso por la política fue quizá su peor fracaso. Fue derrotado en 1990 por un entonces desconocido maestro de la universidad, Alberto Fujimori. De esa derrota salió un gran ensayo sobre la política en América Latina y en particular en Perú, El pez en el agua (1993). Sin duda Vargas Llosa no hubiera sido un buen presidente, nadie lo es, y lo más probable es que hubiéramos perdido al gran escritor cuando apenas iba a media carrera: una tercera parte de sus novelas son posteriores a la candidatura.

Defensor profundo del individuo y del hedonismo (Los cuadernos de Don Rigoberto (1997) son una cátedra sobre el placer de estar con uno mismo) Vargas Llosa ha sabido ser él todo el tiempo, contra viento y marea, algo que no es común en personajes de esa talla. Ganó el Nobel: Mario ganó el premio que merecía desde hace mucho, pero la nota es que el Nobel ganó a Vargas Llosa para sus filas.
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