Jalisco

Falta de respeto

Ni los empleados cuidan su respeto a los jefes, ni éstos a ellos

Si algo nos está faltando, es la capacidad de respetarnos unos a otros. Con qué facilidad tratamos de imponer nuestras ideas o perspectivas, avasallando a las de los demás. Basta observar el comportamiento de un joven frente a sus padres, para que fácilmente confirmemos esta observación. No hay mucho que negar, cuando una autoridad policiaca o militar te intenta involucrar en un hecho delictivo. Es hasta evidente que las autoridades gubernamentales y religiosas se enfrascan en mutuas acusaciones, que en el fondo descuidan el respeto mutuo que todos nos debemos merecer.

Ni los empleados cuidan su respeto a los jefes, ni éstos a ellos. Bueno, ni muchos maestros vigilan su actitud respetuosa a los alumnos, y en consecuencia, éstos se comportan con conductas groseras y hasta ofensivas.

Mucha gente de prensa no respeta la intimidad de los famosos, ni se esmera por cuidar la ética en sus publicaciones.

¿Qué nos está pasando? Es falta de educación, pero desde luego no la que se imparte en las aulas de clase, ni en las universidades; es una carencia tremenda de una visión sustentada en los valores y las buenas costumbres.

Me resisto a reconocer que lo que hace falta en México es más educación en las ciencias, las matemáticas o cualquier otra formación intelectual, que no comience de nuevo por el ABC de la vida.

Los VALORES, que debemos inculcar desde en el hogar, hasta en las escuelas, las oficinas y, desde luego, en las calles y espacios públicos.

Ya no importa qué tan conocedora y experta sea una persona en las ciencias, si no es capaz de mostrar respeto a la diversidad, a la verdad, a la bondad, a la justicia, a la igualdad y, en fin, a todo cuanto eleva el espíritu del hombre a los altares de la convivencia pacífica entre los seres humanos.

Me siento ofendido cuando escucho a una autoridad regodearse con la muerte de los delincuentes y, con ello, afirmar que estamos ganando una guerra contra los malos. Eso no es respeto a la vida, las guerras no se ganan con las herramientas de la destructividad y la violencia, sino con los ideales que se persiguen.

De plano no me gusta escuchar de los atropellos entre unos y otros, estamos faltando al respeto a la vida, a las leyes, a los principios que buscan la paz y la confianza entre los mismos ciudadanos.

Sí creo que las conductas inapropiadas tienen sus consecuencias y se deben pagar, hasta el último céntimo; pero siempre debemos asegurarnos que partimos de los valores y del supremo reinado de la ley. Si la máxima juarista fue afirmar que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”, entendemos que la paz se conquista con el respeto, y que la guerra se incrementa cuando se rompe.

Tenemos que regresar al punto en que nos perdimos y retomar el respeto como un principio básico de convivencia. Sin este valor, estamos más que derrotados.
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