Jalisco

Entre el calor, 40 mil personas viven la Judea en Vivo

Fieles acompañaron a Jesús en su Viacrucis en San Martín de las Flores

GUADALAJARA, JALISCO (14/ABR/2017).- A las tres de la tarde comenzó a caminar el personaje de Jesús en cadenas sobre la calle frente a la plaza principal de San Martín de las Flores; detrás lo seguían las personas vestidas de sacerdotes, romanos, soldados, María... y el Espíritu Santo adentro de una caja de zapatos con hoyos, para que respirara. "Aquí está su Dios, el Rey de los Judíos", exclamó el que la hacía de centurión y lo comenzó a azotar en el suelo.

Unas 25 mil personas se habían congregado en derredor y se hacían espacio para ver, entre cientos de puestos de comida. "Ya más bien parece más que tradición un comercio ya", se quejó Isabel, una asistente.

De acuerdo a la historia, llevaron a Jesús ante el sacerdote Anás, quien lo esperaba en un escenario montado sobre la calle.

"Así adoramos al Rey de los Judíos, ¡jajajajajajaja!", decía constantemente un soldado que, con su frase y carcajadas, anticipaba los empujones y azotes que le propinaba a Jesús, que generalmente terminaba en el suelo.

Frente a Anás, el soldado le descargó a Jesús unos ramazos que se despedazaron sobre su lomo. Anás entonces lo mandó con Caifás, quien tenía su escenario en la plaza, a unos 50 metros.

El calor en San Martín era inclemente, por lo que no tenían que actuar el sudor que se le escurría hasta a Herodes y a Poncio Pilatos.

A Caifás los sacerdotes judíos le pidieron la pena de muerte para Jesús por lo que éste lo mandó con el procurador Pilatos, el responsable de ordenar las crucifixiones en Judea hace poco más de dos mil años. "¿Qué delitos le tenéis averiguados?", se excusó para enviarlo ahora con su superior.

"Decirle a Herodes que ahí le mando", pero éste último se lo regresó vestido ahora de púrpura para que decidiera él su cantado destino.

Ante Pilatos de nuevo, exclamó el sacerdote judío. "Le pedimos que este hombre sea crucificado en una cruz allá en el monte Calvario", que en realidad era el cerro de la Cruz, al oriente de la delegación de San Martín.

Pilatos mandó entonces a traer a Barrabás para que fuera el pueblo el que decidiera la suerte del nazareno. También llegó en cadenas y en harapos, y también le dieron de azotes y patadas en el suelo. "¡A ese sí péguenle!", alentó un católico entre la multitud que se salió del guión original.

El calor no disuadía a los presentes que veían la representación; ni siquiera había viento para refrescarlos.

Ya intercambiado el condenado por decisión popular, se mandó a fustigar al redentor, frente a los elementos de la Policía Municipal, que por más ganas que tuvieran no detenían a los abusivos soldados.

Le quitaron entonces la túnica púrpura y comenzaron a darle de ramazos y con unas fustas mojadas en pintura roja. "¡Ay nooooo!", gritó una anciana angustiada.

Otro soldado le dio con un cordón mojado que dio toda la vuelta al pescuezo a Jesús y se le atoró en la corona de espinas. "¡Uoooh!", gritó como si esta vez sí le hubiera dolido.

"Por este pecado me voy a lavar las manos", dijo Pilatos y los soldados se fueron por las cruces, que según Jesús pesaban cien kilos.

Comenzaron la caminata rumbo al cerro con la cruz a cuestas, Jesús, Dimas y Gestas, entre la multitud multicolor de San Martín de las Flores.

Ya eran unos 40 mil los que observaban la actuación. Jesús caminaba entre una senda de puestos de comida y entre estos, señoras, mujeres, adolescentes, jovencitos se sumaban a la tradición.

Llegó el contingente con Jesús al escarpado cerro y comenzaron subir. "¡Camínale!", le gritó un soldado en su papel. Después de unos diez minutos de polvoriento ascenso y de librar piedras, llegó exhausto el de la cruz. Morenos centuriones comenzaron a elevar a los otros dos condenados y finalmente al hijo de Dios.

"¡Jesús, bájate de esa cruz!", vociferó Gestas, quien rápido fue reprendido por Dimas. "Yo te aseguro hijo mío que hoy estarás conmigo en el paraíso", aseguró Jesús.

Al "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" prosiguió el "Padre, ya todo está consumado", y concluyó con "En tus manos encomiendo mi espíritu". Jesús dejó caer su cabeza.

Los presentes comenzaron a aplaudir, satisfechos con la actuación de Miguel Alejo, quien interpretó a Jesús. Casi cuatro horas después lo bajaron con lo que concluyó el Vía Crucis en San Martín de las Flores.

EL INFORMADOR / SERGIO BLANCO

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