Jalisco
En busca de la otra ciudad
La trama urbana se ha convertido en un obstáculo en sí misma
Es esta condición, la de la agitación causada por el muy deficiente sistema de movilidad que hemos adoptado, la que tiende a prevalecer sobre otros factores que debieran hacer de la convivencia citadina una fuente de enriquecimientos y posibilidades. En lugar de esto, la trama urbana se ha convertido en un obstáculo en sí misma, considerada solamente como una masa de dificultades a la que hay que superar en cada traslado.
En la Zona Metropolitana de Guadalajara se generan 10 millones de viajes diarios. De ellos, cuatro millones se realizan de manera no motorizada; tres millones 700 mil a pie, y 300 mil en bicicleta. De quienes caminan, más de la mitad lo hace en trayectos superiores a los 10 minutos. Las políticas que ante este importante hecho serían obligatorias, brillan actualmente por su ausencia: se anuncia, por parte del Ayuntamiento de Guadalajara, un gasto superior a los mil millones de pesos en pavimentos hidráulicos para los arroyos vehiculares ¿Y cuánto en mejorar las deficientes banquetas del municipio? ¿Cuánto en ciclovías?
Los restantes seis millones de viajes se realizan actualmente de forma motorizada. Tres millones en transporte público y tres millones en automóvil particular. Por lo tanto, solamente tres de cada 10 viajes por la ciudad se hacen en coche: ¿Qué porcentaje de la inversión en movilidad se ha dedicado para esa proporción de la población? ¿Y qué porcentaje para los otros siete millones?
Si consideramos que una persona caminando a paso normal recorre cuatro kilómetros en una hora, los tres millones 700 mil viajes hechos diario a pie, con una duración promedio de 10 minutos, representan casi dos millones y medio de kilómetros caminados sobre la ciudad. Sobre superficies (generalmente banquetas) que guardan un estado avanzado de deterioro, obstaculización, falta de arbolado y equipamiento. Da mucho que pensar.
La apuesta en movilidad debiera ser, obviamente, multimodal: tren de cercanías y eléctrico, BRT, trolebuses, tranvías, autobuses, autos y motos, bicicletas, viajes a pie. Pero el énfasis deberá ser claramente focalizado: la capacidad de la ciudad para absorber autos particulares se encuentra rebasada y una pretendida adecuación (como se hace ahora, con obras puntuales) es imposible desde el punto de vista financiero y de la sostenibilidad del entorno. Hace 10 años, siete de cada 10 viajes en automotor se realizaban en transporte público; ahora son cinco de cada 10. En una década, los traslados en coche particular pasaron de 30 a 50% de los realizados en vehículo de motor. Esta inercia es la que ha convertido a la ciudad en un territorio conflictivo, saturado y, en ocasiones, colapsado. Un ámbito con cada vez menor calidad de vida.
Es imprescindible cambiar la inercia. Buscar con urgencia un transporte colectivo eficiente y flexible que pueda sustituir ventajosamente al auto particular, apoyar con decisión la transportación peatonal y en bicicleta.
Buscar que la ciudad de proximidad prevalezca sobre la irreconocible mancha urbana cruzada por viajes cada vez más remotos y costosos. Sólo así, recuperaremos esa otra ciudad: la que permite a sus habitantes aspirar a una vida mejor.
jpalomar@informador.com.mx
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