Jalisco
En Jalisco falla la regionalización
En los ochenta, el terremoto en el Distrito Federal y la integración de Tonalá se conjugaron para añadir un millón 171 mil habitantes a la urbe. El crecimiento poblacional histórico cada 10 años era de medio millón de personas, pero en esa década se duplicó
GUADALAJARA, JALISCO.- En los últimos 30 años, la ciudad de Guadalajara muestra un crecimiento poblacional desordenado que daña la calidad de vida. En 1970, la zona metropolitana (integrada entonces sólo por Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque) tenía un millón 194 mil 391 habitantes. Una década después la población creció a un millón 626 mil 152, pero en 1990 (cuando se sumó Tonalá) cerró con dos millones 797 mil 586 personas. Actualmente, supera cuatro millones de habitantes (con la integración de Tlajomulco y El Salto), pero en contraparte, el municipio tapatío enfrenta un despoblamiento, es decir, una migración intraurbana.
“El problema de Guadalajara fue el crecimiento demasiado rápido y desordenado”, argumenta el presbítero José Rosario Ramírez Mercado, mejor conocido como el “Padre Chayo”. “Lo primero lo entendemos. Don Efraín González Luna (uno de los fundadores del Partido Acción Nacional y el primer candidato a la Presidencia de la República por este instituto político) dijo alguna vez que vivió en Guadalajara cuando estaba ‘a la medida del hombre’, y la Guadalajara de ahora ya rebasó al hombre. Era la época cuando había un millón de habitantes (en los sesenta del siglo pasado). Tenía una fisonomía como ciudad, era la famosa Perla de Occidente con su cultura, arquitectura, con sus hombres y su espíritu de crecimiento en muchos aspectos. Fue un modelo de iniciativas… era atractiva y modelo porque tenía una unidad ideológica y, si cabe la palabra, demográfica”.
Ramírez Mercado enfatiza que miles de personas emigraron a Guadalajara tras el temblor de 1985 en la capital del país, lo que se demuestra en que un millón 171 mil 434 habitantes se incorporaron a la ciudad en la década de los ochenta. La hipótesis es que los terremotos en el Distrito Federal y la integración de Tonalá se mezclaron para que en esa época se registrara el mayor crecimiento histórico —el Censo General de Población y Vivienda del INEGI detalla que, al cierre de 1980, el Distrito Federal tenía una población de ocho millones 831 mil 079 habitantes; sin embargo, en 1990 la población disminuyó a ocho millones 235 mil 744. Especialistas apuntan que se registró una importante migración de capitalinos al resto del país, por el temor de ser víctimas de los movimientos telúricos—.
En otra arista, en Jalisco la población pasó de tres millones 296 mil 586 habitantes en 1980 a cinco millones 302 mil 689 en 1990, registrándose el crecimiento más impactante. Lo mismo ocurrió en el Estado de México, que aumentó en más de 2.2 millones de habitantes en ese periodo. Puebla, Guanajuato, Veracruz, Baja California, Querétaro, Chiapas, Michoacán, Nuevo León y Oaxaca también sufrieron un importante incremento poblacional (de entre 500 mil y un millón de habitantes cada uno).
“Junto a este crecimiento rápido y desordenado en la ciudad, no tuvimos los ‘suficientes’ gobernantes para tener una buena planeación. Las avenidas son una locura, el parque vehicular es un grave problema (más de 1.5 millones de unidades, de las cuales 48% son modelos anteriores a 1993), a lo que se suma un servicio de transporte colectivo insuficiente (sólo hay dos líneas del Tren Ligero y está en proyecto una tercera hacia Tlajomulco, así como las rutas 2, 3 y 4 del Macrobús). Siento que hay una carencia en muchas cosas. Falta Gobierno”.
La calidad de los servicios públicos es mucho mejor ahora en Zacatecas, Colima, Aguascalientes, Tepic o León, cuando hace 30 años Guadalajara era el ejemplo, subraya Patricia Arias, historiadora de la Universidad de Guadalajara. “Si bien hay una plusvalía en el suelo, el costo es tan alto que resulta inviable construir en el Municipio de Guadalajara; por eso hay una expansión brutal en la zona conurbada, en la que se aprovecharon los industriales ‘desindustrializados’ que siempre le apostaron al suelo. A partir de 1990 hay un cambio muy profundo y definitivo en el ordenamiento espacial de la población”.
En Jalisco, añade, sólo hay dos polos: “La Zona Metropolitana de Guadalajara y Puerto Vallarta. El resto de las zonas presenta problemas demográficos, sobre todo la Sierra de Amula y la Sierra Occidental, así como la Ciénega y Valles, que están estancadas. Dejaron de crecer. Lo anterior nos dice que todas las actividades tradicionales en el campo, la agricultura y ganadería han entrado en crisis y no hay otras que las sustituyan. Hay un vaciamiento de actividades en las regiones y tenemos un fenómeno de migración brutal a la zona urbana o a Estados Unidos. En zonas rurales hay un agudo proceso de envejecimiento en la población, mientras los jóvenes emigran”.
Cuatro millones de jaliscienses en Estados Unidos
El Gobierno del Estado presentó el pasado 17 de febrero el libro “2 décadas en el desarrollo de Jalisco 1990-2010”, en el que reconocidos académicos locales presentan un análisis y reflexiones de lo ocurrido en ese periodo. En el tema de migración, la especialista Ofelia Woo Morales destaca:
“En 2006, la población jalisciense en Estados Unidos sumaba cuatro millones (Coepo, 2009). Jalisco tiene 25 municipios con un grado de intensidad migratorio muy alto, 56 alto, 32 medio y 11 bajo. En algunos casos se puede entender la migración como resultado de las brechas significativas en las regiones con bajos índices de desarrollo humano, rezago social y alta marginación; sin embargo, está relacionada a otros factores, como tradición, cultura migratoria y las redes sociales. Pero también la migración se entiende a partir de los rezagos para mejorar el nivel de vida de la población rural y urbana”.
Víctor Manuel González Romero, secretario de Planeación del Gobierno de Jalisco y ex rector de la Universidad de Guadalajara (1995-2001), habla de la concentración de intereses en la metrópoli y el modelo de planeación urbana en las urbes del país.
— ¿Qué pasó con la regionalización? Se dice que sólo Alberto Cárdenas le apostó a esto en su periodo estatal (1995-2000).
— Los datos no dicen eso. En los tres años de Emilio (González) se ha invertido más en los proyectos de regionalización que en las dos administraciones pasadas juntas. Lo que hizo Alberto Cárdenas fue el concepto de regionalización, fue metodológico, y se unió con (el proyecto de nuevos centros de) la Universidad (de Guadalajara), que se adelantó. Fue un sexenio donde la regionalización se impulsó, pero no había mucho dinero; ahora no hay mucho, pero sí hay dinero.
— ¿No han fallado las políticas públicas de regionalización; sólo hay dos polos fuertes en Jalisco?
— La población de Guadalajara y Puerto Vallarta está creciendo, pero el poder económico, cultural y todo lo demás está en la metrópoli; hay una súper concentración de intereses. Un proyecto del Fondo Metropolitano alcanzaría para todos los municipios del resto del Estado, pero hay una inversión muy fuerte en esta ciudad. El año pasado se invirtió 52% fuera de la metrópoli y 48% en la ciudad; fue récord la inversión, pero hay quien dice que debería invertirse más de 65% en la ciudad (por la población existente). Por parte de la iniciativa privada, creo que se invirtió 12% fuera de la zona metropolitana, y casi estoy seguro que la mayoría se fue para Puerto Vallarta.
— ¿Qué ha pasado con la planeación urbana en Guadalajara?
— Es muy complejo este tema. Hemos cambiado gobiernos estatales y municipales y los problemas son los mismos. Tiene mucho que ver con nuestra propia idiosincrasia y con el momento político que vivimos: tenemos una democracia en pañales, creemos que democracia es sólo elecciones, pero no hay una verdadera participación de los ciudadanos en la toma de decisiones para el futuro. En planeación urbana, Guadalajara tiene el doble de las hectáreas que vamos a necesitar, y los estudios dicen que en 2050 la población se estabilizará. Mientras tanto, estamos creciendo 150 mil habitantes por año; la ciudad crece anualmente casi el tamaño de la siguiente población más grande de Jalisco, que es Puerto Vallarta. Esto es descomunal. Otro problema es la baja densificación: nos estamos expandiendo mucho, con el aumento de 150 mil automóviles al año en la metrópoli. Por eso todos necesitamos recorrer más tiempo en automóvil. El Proyecto de Movilidad del Gobierno es una prioridad.
— ¿Es un problema exclusivo de Guadalajara?
— Lo mismo sucede en el Distrito Federal, cuando hay más oportunidades y subsidios, por el populismo, son atractivas estas ciudades. (Las autoridades) acaban subsidiando a las ciudades y acabamos cobrándole eso al resto del Estado. Eso pasa en México, no sólo en Guadalajara, y es culpa de todos. Debemos encaminar esfuerzos con la iniciativa privada y todos (los actores sociales) para tener una mejor ciudad y Estado. En este país la planeación urbana está despegada del resto de la planeación; sólo hay una planeación inmobiliaria y de vialidad, últimamente.
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