Jalisco
En Guadalajara, El Baratillo 'es tierra de nadie'
En un par de años el número de vendedores se ha incrementado, cuidándose unos a otros
El Baratillo.
A simple vista el hombre de 41 años es un comerciante más de El Baratillo; sin embargo, él es uno de los tianguistas irregulares que desde hace dos años se instala cada domingo en las inmediaciones de las calles Gómez de Mendiola y la 42 en el Oriente de la ciudad.
Tres de cada 10 puestos en el tianguis más grande de la Zona Metropolitana de Guadalajara son irregulares y este comerciante reconoce ser uno de ellos. “Yo llegué hace dos años, en esta calle éramos muy pocos, pero por lo menos ha crecido tres cuadras y media en ese tiempo. Nadie vino a quitarnos y esto ha ido creciendo”, afirma el hombre, mientras los comerciantes de los alrededores observan la charla con recelo.
“Aquí hay muchos intereses, es un negocio de unos cuantos. Todas estas cosas las vendo aquí porque ya no las necesito en casa, no son robadas, por eso la gente tiene miedo aquí, porque algunos vendedores golondrinos traen cosas robadas y a todos nos tachan igual; todo lo que tengo aquí son piezas que he desechado”.
Jesús vende bicicletas de marca que su hijo usó y reconstruyó, cables de teléfono, películas usadas, llaves de tuercas, tijeras para cortar el césped y gatos para autos, entre otras chácharas.
El hombre insiste en que solamente vende en El Baratillo los domingos, ya que entre semana tiene un empleo fijo en una empresa de baleros, donde desde hace año y medio aprende todo lo que tiene que ver con mecánica, que es lo que le apasiona. Estuvo viviendo en Estados Unidos hace algunos años, de donde trajo algunas bicicletas que hoy tiene a la venta: “Son de marca, tienen 25 años; en ellas subí y bajé rampas, son de buena calidad”.
La situación económica del país y la esperanza de sacar un dinero extra lo impulsa a instalarse en El Baratillo y ganarse por lo menos 300 pesos adicionales para llevar a pasear a su esposa y sus tres hijos.
Durante el recorrido realizado por este medio, los comerciantes irregulares de la zona de la calle 42 fueron parcos, temerosos y herméticos.
Callaron ante preguntas como ¿Tiene algún permiso para vender? ¿Cuánto paga al Ayuntamiento? No hubo respuesta, porque son irregulares y temen que con las nuevas políticas de la administración tapatía de Enrique Alfaro sean retirados.
GUADALAJARA, JALISCO (16/MAY/2016).- “Aquí no pagamos al Ayuntamiento ni un peso por instalarnos y vender, esto es tierra de nadie; estamos organizados entre los comerciantes, somos solidarios, nos cuidamos los lugares cada ocho días: si por algo no puedo venir le hablo a algún vecino y le digo que se lo preste a otro”, asegura Jesús Ortega, tianguista de
A simple vista el hombre de 41 años es un comerciante más de El Baratillo; sin embargo, él es uno de los tianguistas irregulares que desde hace dos años se instala cada domingo en las inmediaciones de las calles Gómez de Mendiola y la 42 en el Oriente de la ciudad.
Tres de cada 10 puestos en el tianguis más grande de la Zona Metropolitana de Guadalajara son irregulares y este comerciante reconoce ser uno de ellos. “Yo llegué hace dos años, en esta calle éramos muy pocos, pero por lo menos ha crecido tres cuadras y media en ese tiempo. Nadie vino a quitarnos y esto ha ido creciendo”, afirma el hombre, mientras los comerciantes de los alrededores observan la charla con recelo.
“Aquí hay muchos intereses, es un negocio de unos cuantos. Todas estas cosas las vendo aquí porque ya no las necesito en casa, no son robadas, por eso la gente tiene miedo aquí, porque algunos vendedores golondrinos traen cosas robadas y a todos nos tachan igual; todo lo que tengo aquí son piezas que he desechado”.
Jesús vende bicicletas de marca que su hijo usó y reconstruyó, cables de teléfono, películas usadas, llaves de tuercas, tijeras para cortar el césped y gatos para autos, entre otras chácharas.
El hombre insiste en que solamente vende en El Baratillo los domingos, ya que entre semana tiene un empleo fijo en una empresa de baleros, donde desde hace año y medio aprende todo lo que tiene que ver con mecánica, que es lo que le apasiona. Estuvo viviendo en Estados Unidos hace algunos años, de donde trajo algunas bicicletas que hoy tiene a la venta: “Son de marca, tienen 25 años; en ellas subí y bajé rampas, son de buena calidad”.
La situación económica del país y la esperanza de sacar un dinero extra lo impulsa a instalarse en El Baratillo y ganarse por lo menos 300 pesos adicionales para llevar a pasear a su esposa y sus tres hijos.
Durante el recorrido realizado por este medio, los comerciantes irregulares de la zona de la calle 42 fueron parcos, temerosos y herméticos.
Callaron ante preguntas como ¿Tiene algún permiso para vender? ¿Cuánto paga al Ayuntamiento? No hubo respuesta, porque son irregulares y temen que con las nuevas políticas de la administración tapatía de Enrique Alfaro sean retirados.
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