Jalisco

En 8 de Julio, todos conviven con el peligro

Esta vialidad se ha convertido en un riesgo para peatones y ciclistas

GUADALAJARA, JALISCO (02/OCT/2012).- En este trazo de la avenida los automóviles se forman desordenadamente. Hacen una fila a la que se agregan presurosos los carros, camiones y tráileres que vienen por la vía lateral; uno a uno desaparecen en un paso a desnivel cuya peligrosidad los vecinos conocen y que, recientemente, acogió un hecho que la acentuó: un ciclista muerto.

Es la Avenida 8 de Julio. El paso a desnivel está flanqueado de un lado por Circunvalación Agustín Yáñez y del otro por la calle Halcón. El conductor sabe a lo que se atiene: una vía llena de hoyos que tiene que esquivar con el riesgo de estamparse contra el automóvil de un lado o incluso contra el peatón o ciclista que transita por una banqueta que no supera un metro de ancho.

Porque, en esta zona, quien no tiene carro no cuenta; quien no tiene carro tiene que arreglárselas para cruzar los pasos peatonales invadidos y caminar por esa banqueta, interrumpida por siete postes que antes ayudaban a funcionar al trolebús, pero que ahora representan un mero obstáculo. ¿Cómo sortearlo? El peatón puede contraer los hombros e intentar pasarse sin bajar a la calle; para el ciclista representa un trabajo más complejo, pues generalmente tiene que abandonar por unos segundos la banqueta para rodear el poste.

Los vecinos de la zona están conscientes de lo que ocurrió el pasado lunes en la noche. Justo en el cruce de la Avenida 8 de Julio y la calle Halcón —carente de semáforo—, un ciclista de 23 años de edad se convirtió en la víctima número 44 del transporte público en lo que va del año. Los indicios recabados por las autoridades apuntan a que el joven se resbaló justo cuando pasaba un camión de la ruta 52; es esta versión la que replican los trabajadores y vecinos, quienes, a la pregunta sobre la conflictividad de la vía, responden, casi de manera unánime: “Pues sí es peligroso; de hecho hace unos días ahí atropellaron a un chavo...”.

Escuchar para no ser arrollado


Fernando Gutiérrez tiene 23 años de edad, vive en la colonia Morelos desde hace 12 y trabaja en una taquería desde hace cinco. Este negocio está sobre la Avenida 8 de Julio, entre las calles Halcón y Cardenal, a media cuadra del paso desnivel. Desde ahí, Fernando Gutiérrez ve todos los días uno de los mayores riesgos: las banquetas, dice, son muy pequeñas; tanto como para llevar un brazo invadiendo la avenida, cuidando siempre que no vaya a estorbar al paso de un automóvil. Aunque ciertamente hay otra opción: cuando la banqueta se hace más amplia, no faltan carros sobre ella, que obligan al peatón y al ciclista a abandonarla por unos instantes.

El taquero, quien pasado el mediodía ve su puesto sin clientes, también sabe lo que es cruzar el paso desnivel en bicicleta. Siempre hay riesgo, pero las mañas llegan con los años. Cuando va sobre dos ruedas por aquella angosta banqueta, pretende tener alerta los oídos; si escucha que se aproxima un camión o un vehículo grande, se orilla tanto como le es posible o de plano se detiene. Un acto de caballerosidad involuntario: que pase primero el camionero, aunque uno lleve prisa.

“Pues hay que estar esquivando hoyos...”

No tienen pose de víctimas ni victimarios. Sólo hablan, señalan y alcanza a notarse un leve tono de reclamo. Juan Carlos Haro y Julio César Cedillo son dos camioneros abajo del camión. Caminan sobre la Avenida 8 de Julio, que tanto han recorrido a bordo de sus unidades. ¿Que si el paso desnivel es conflictivo? Pues sí, sí lo es. Pero a ellos, alegan, no les queda otra que montarse en los camiones y esquivar los baches que minan la vía. El volante va hacia la izquierda y hacia la derecha; nunca se mantiene recto, porque entonces los amortiguadores son los que tienen que sufrir.

Es en ese zigzag donde está el riesgo. Juan Carlos y Julio César —conductores de las líneas 54 y 52, respectivamente— afirman, siempre señalando hacia el paso desnivel, que el mayor problema son los ciclistas. Esos que, como no caben en las banquetas, se bajan constantemente a la vía. A los camioneros no les queda otra que reaccionar rápido con el volante. Dicen que no les vaya a pasar como a su colega, el que atropelló al ciclista el pasado lunes.

Porque todos los vecinos saben de la peligrosidad de la zona, pero atraviesan el paso a desnivel con naturalidad, acostumbrados a rodear postes y recorrer tramos carentes de banqueta. Porque hay que llegar al otro lado de alguna manera, aunque sea por pasos peatonales invadidos.

Hoy los vecinos y usuarios identifican al paso a desnivel como el sitio donde, el lunes pasado, un ciclista fue arrollado por un camión, al parecer porque se resbaló en la angosta banqueta que todos utilizan para cruzar al otro lado de la avenida
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