Jalisco

El verbo ''maicear''

Nuestro purpurino pastor de almas afirma que al aseverar que Marcelo Ebrard ''maiceó'' a los ministros de la Suprema Corte no afirmó ni negó nada

La Real Academia de la Lengua no toma en cuenta la palabra “maicear”, pero ciertos diccionarios panhispánicos le dan dos posibles acepciones a saber: el primero es dar de comer a los animales de granja; el segundo tiene que ver con el soborno… punto y final.

Ergo, la defensa de nuestro querido y purpurino amigo en contra de un carnal Marcelo, que llevando la política nacional a la arena de la verdulería de Tía Chayito, insiste en llamarlo cavernal, es absolutamente inaceptable.

Nuestro purpurino pastor de almas afirma que al aseverar que Marcelo Ebrard “maiceó” a los ministros de la Suprema Corte no afirmó ni negó nada, antes todo lo contrario, porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y ahí está el detalle y no hay derecho.

Falso fariseísmo de la ortodoxia verbal, el señor Sandoval quiso decir una de estas dos cosas de acuerdo con los diccionarios: o los ministros de la Suprema Corte son pequeños animales domésticos destinados al consumo, a quienes Marcelo Ebrard alimenta, o los sobornó. Y venir a decirnos que lo que quiso decir depende de lo que queremos interpretar, es francamente infantil e insulta.

Se esperaría en esta ciudad bombardeada por los baches y el alcoholismo que un ministro educado y decente fuese, por lo menos, responsable de los vocablos que le salen de la boca, y que no se dedicara a silogismos hipotéticos dignos del “tú la traís”.

Creo que la solución es simple, más allá de la defensa de la familia en contra de las más básicas leyes de la decencia humana, habría que preguntarle al señor: fuera del carácter subjetivo e interpretativo de todas las cosas (como por ejemplo del hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol y no viceversa, o viceversa, según el color de la falda de quien lo diga), me gustaría saber qué quiso decir el señor con el tema de que Ebrard “maiceó” a los ministros. No que interpreto yo, sino cuál fue el significado que él quiso poner en sus palabras. Sobre este significado, y no las posibles interpretaciones, que como ya dije son sólo dos y ambas terribles, cae la responsabilidad.

Pero, francamente, el asunto es tan perverso, tan infantil, tan absurdamente aburrido, que me da asquito. Queda en manos de las cortes darle el nivel de jurisprudencia y dignidad que merece una nación y un remedo fallido de patria.
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