Jalisco
El país de la FIL, sin lectores
Guadalajara albergará, desde el 28 de noviembre, la feria librera más grande del mundo hispanoparlamente, pero en México persiste desinterés por leer
Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara, la más grande del mundo en habla hispana, la realidad es que los mexicanos permanecen alejados del libro.
El presidente de la Feria, Raúl Padilla López, reconoció que los precios de los libros no son más bajos e incluso, en muchas ocasiones, un ejemplar cuesta más en la FIL que en una librería establecida.
Sin embargo, el problema es más grande que los precios de ejemplares nuevos, pues persiste el desinterés generalizado en la lectura, lo que ubica a nuestro país en los últimos lugares en índice de lectura, al tiempo que se reduce la infraestructura de librerías a nivel nacional.
La lectura en México
Según estadísticas de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 107, entre 108 países, por sus hábitos de lectura.
El mexicano promedio lee 2.8 libros al año.
Hay sólo una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.
El 40% de los mexicanos nunca ha entrado a una librería.
Existe una librería por cada 200 mil habitantes.
En todo el país hay solamente 600 librerías.
De entre 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, 28% de ellos (1.6 millones) nunca han pisado una librería.
La mitad de los estudiantes universitarios en México (cuatro millones) no compra libros.
En la Ciudad de México, las librerías por cada millón de habitantes se han reducido de 45 a 18 en 53 años.
Fuente: OCDE
Los libros, lejos todavía del interés de los mexicanos
Desde hace años, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), que este año se efectuará entre el 28 de noviembre y el 3 de diciembre en la Expo Guadalajara, se convirtió en mucho más que eso. Se transformó en un espacio de encuentro con la literatura, la música, el cine, el teatro, la danza y otras artes escénicas no sólo de México, sino del mundo, a través de la participación de sus invitados internacionales.
No obstante, además de la comodidad que trae consigo la exhibición para venta de millones de volúmenes bajo un mismo techo, se tiene la percepción de que la compra de libros en las instalaciones de FIL no representa descuento alguno para el lector, salvo durante las últimas horas de la Feria, cuando algunas editoriales bajan el precio de sus ejemplares para evitar cargar con éstos de regreso a su lugar de origen.
“La política ha sido la misma. Los precios en la FIL o son igual o más altos que fuera de las instalaciones”, sentenció el literato Efraín Franco Frías, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
“La norma es que el precio sea el que domina en el mercado, o más alto. Aveces quiere uno entenderlos pero no justificarlos, porque los stands son espacios caros. La FIL no es una sucursal de la Madre Teresa de Calcuta, hay que entenderlo, es una industria cultural, y como industria debe procurar tener dividendos que luego se reinvierten o se deberían reinvertir en otros rubros culturales”.
Fomento a la lectura contra principios económicos
En este marco, el Gobierno de la República impulsó la creación de la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro, que tenía como finalidad –se había presumido– establecer un costo único para los libros, a fin de abaratarlos y hacerlos más accesibles a la población en general.
Sin embargo, desde que se publicó la Ley y entró en vigor, el pasado 25 de julio de 2008, sigue vigente la discusión sobre si será útil o no, para promover la lectura en el país y por lo tanto, fortalecer la industria editorial.
Con todo y que la ley existe, las autoridades federales no han publicado el reglamento de la misma ley, lo cual la hace inoperante.
El pasado 22 de octubre, según publicaron medios impresos nacionales, en la Ciudad de México, tuvo lugar la mesa de trabajo “La ley del libro: un paso adelante”, en el que participaron representantes de las principales casas editoriales con asiento en el país.
En el evento, Tomás Granados, coordinador editorial del Fondo de Cultura Económica (FCE), recordó que la publicación del reglamento es una atribución del Poder Ejecutivo a través de la Secretaría de Educación Pública, misma que somete la propuesta a la revisión de la Comisión Federal de Mejoras Regulatorias (Cofemer), cuya función es que el reglamento no entre en conflicto con toda la normatividad y reglamentación vigentes en el país. Hasta ahora, la Cofemer ha recuperado el argumento contra el “precio único”, que había sido el sustento principal de esta ley, pero que se opone al principio económico de la oferta y la demanda en el mercado.
De acuerdo con el artículo 22 de la citada Ley, toda persona física o moral que edite o importe libros, estará obligada a fijar un precio de venta al público. Además, será el propio el editor o importador quien fijará libremente el precio de venta al público, que regirá como precio único.
Si la atribución de fijar el precio de los libros recae exclusivamente sobre los editores e importadores, ¿qué acciones podría emprender el comité organizador de la Feria para hacerlos más accesibles?
El presidente mismo de la FIL, Raúl Padilla López, responde a esta pregunta con una propuesta inmediata:
“Lo que estamos haciendo es pedirle a los editores, y eso es en su propio bien, que efectivamente, entendiendo que todo mundo está pasando por un mal momento, bajen los precios al público y que eso sea un incentivo para que por la vía del volumen, ellos resarzan la baja del precio. Y yo quiero decirles que estamos teniendo una respuesta muy positiva de la mayoría de los editores, que van a hacer descuentos especiales en esta ocasión, en la Feria del Libro”.
A su vez, el rector general de la Universidad de Guadalajara, Marco Antonio Cortés Guardado, entrevistado sobre el tema, reflexiona que a pesar de las crisis económicas que ha atravesado el país, desde su creación hasta la fecha, los indicadores financieros de la Feria, siempre han reflejado buenos resultados. “No creo que la crisis afecte la posibilidad de acceder a los libros, porque la FIL tiene más de 20 años, y en esos 20 años le ha tocado realizarse en medio de varias crisis económicas y siempre las ventas han subido, siempre el número de agentes literarios de libros que asisten a la feria ha crecido, lo que significa que el mercado del libro, a pesar de las crisis financieras –insiste –, a pesar de las fluctuaciones en los precios, sigue siendo un mercado sano, y afortunadamente la UdeG, sigue siendo un espacio muy atractivo en ese sentido”.
El rector reconoce, sin embargo: “Sí, es cierto que los libros son caros, sobre todo los importados, pero la FIL sigue siendo un espacio muy conveniente si hablamos del precio de los libros, porque normalmente los descuentos que ofrecen las editoriales son mayores a los que aplican, amén de que en algunos días de la Feria, esos porcentajes de descuento se incrementan, a veces por arriba del 50 por ciento”.
En este punto, conviene citar el artículo 26 de la misma Ley de Fomento para la Lectura del Libro, donde se estipula que los vendedores de libros sólo podrán aplicar precios inferiores al precio de venta al público, “cuando se trate de libros editados o importados con más de 18 meses de anterioridad, así como los libros antiguos, usados, descatalogados, agotados, y libros artesanales”, es decir que por ley las editoriales no pueden aplicar descuentos a los libros de más reciente publicación, que son, por lo general, los más buscados por los lectores asiduos.
Para Efraín Franco Franco, no se puede desvincular el costo del libro del entorno en que éste fue adquirido:
“Creo que aunque el precio del libro es más elevado que como lo podemos encontrar fuera de la FIL, vale la pena, porque tenemos la posibilidad de desmitificar el mundo del libro de creación, debido a que antes, al escritor se le consideraba algo así como que vivía en el parnaso, y desde el momento en que está allí, y es de carne y hueso, y dialoga, y estornuda, y lo vemos con necesidades, y con debilidades, se humaniza no solamente el escritor, si no también el libro”.
E ironiza: “Los precios son una variable importante, pero no determinante para que la gente se acerque a los libros. México es un país que no lee o lee muy poco, y cuando lee, lee libros de divulgación, ‘libro vaquero’ y párale de contar. Y han tomado como su filósofo a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, y como su dios, a Cuauhtémoc Blanco”.
Libro impreso versus electrónico
Actualmente, muchas personas alrededor del mundo ven en el libro electrónico una solución para combatir la desigualdad de acceso al libro impreso. Según el escritor estadounidense Michael Pastore, además de ser más económicos, los libros electrónicos tienen varias ventajas sobre los libros impresos porque son portátiles, se puede buscar en ellos, se actualizan fácilmente para corregir errores, son amables con el medio ambiente, evitan la tala de árboles, y con el software adecuado, se convierten automáticamente en audio-libros, entre otras ventajas.
Sin embargo Efraín Franco Frías considera que el libro electrónico aún tiene muchas limitaciones, especialmente para aquellos lectores que disfrutan de los placeres que la materialidad del papel impreso ofrece a los sentidos:
“Yo creo que el libro impreso, el libro material, sigue siendo una memoria tangible, invaluable. Aunque sabemos que ha surgido el libro virtual, el libro electrónico, creo que todavía la cultura dominate, la cultura mundial, sigue siendo del libro impreso. En ese sentido, sabemos que es quizá 100 veces más caro que un libro electrónico, pero creo que es un placer cuando uno se vuelve un bibliófilo, desde el abrir el libro, el olerlo, el tacto, lo visual. Se desarrollan, digamos, todos los sentidos, a diferencia pues, de un libro virtual o electrónico, que tiene quizá un costo menor pero muchas limitaciones”.
La lectura en México
Según estadísticas de la Organización para Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 107, entre 108 países, por sus hábitos de lectura.
* El mexicano promedio lee 2.8 libros al año.
* Hay sólo una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.
* El 40% de los mexicanos nunca ha entrado a una librería.
* Existe una librería por cada 200 mil habitantes.
* En todo el país hay solamente 600 librerías.
* De entre 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, 28% de ellos (1.6 millones) nunca han pisado una librería.
* La mitad de los estudiantes universitarios en México (cuatro millones) no compra libros.
* En la Ciudad de México, las librerías por cada millón de habitantes se han reducido de 45 a 18 en 53 años.
Fuente: OCDE
Algunos de los más conocidos y sus precios
Tras hacer una consulta por las librerías de la Zona de Chapultepec, se encontró que algunos de los libros más conocidos, en la edición más económica, son:
* “Cien Años de Soledad”, de Gabriel García Márquez: 103 pesos.
* “Pedro Páramo, de Juan Rulfo”: 129 pesos.
* “¿Quién se ha llevado mi queso?”, de Spencer Johnson, 95 pesos.
* “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen R. Covey: 192 pesos.
Fuente: EL INFORMADOR
GUADALAJARA, JALISCO.- A unas semanas del comienzo de la vigésima tercera edición de la
El presidente de la Feria, Raúl Padilla López, reconoció que los precios de los libros no son más bajos e incluso, en muchas ocasiones, un ejemplar cuesta más en la FIL que en una librería establecida.
Sin embargo, el problema es más grande que los precios de ejemplares nuevos, pues persiste el desinterés generalizado en la lectura, lo que ubica a nuestro país en los últimos lugares en índice de lectura, al tiempo que se reduce la infraestructura de librerías a nivel nacional.
La lectura en México
Según estadísticas de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 107, entre 108 países, por sus hábitos de lectura.
El mexicano promedio lee 2.8 libros al año.
Hay sólo una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.
El 40% de los mexicanos nunca ha entrado a una librería.
Existe una librería por cada 200 mil habitantes.
En todo el país hay solamente 600 librerías.
De entre 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, 28% de ellos (1.6 millones) nunca han pisado una librería.
La mitad de los estudiantes universitarios en México (cuatro millones) no compra libros.
En la Ciudad de México, las librerías por cada millón de habitantes se han reducido de 45 a 18 en 53 años.
Fuente: OCDE
Los libros, lejos todavía del interés de los mexicanos
Desde hace años, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), que este año se efectuará entre el 28 de noviembre y el 3 de diciembre en la Expo Guadalajara, se convirtió en mucho más que eso. Se transformó en un espacio de encuentro con la literatura, la música, el cine, el teatro, la danza y otras artes escénicas no sólo de México, sino del mundo, a través de la participación de sus invitados internacionales.
No obstante, además de la comodidad que trae consigo la exhibición para venta de millones de volúmenes bajo un mismo techo, se tiene la percepción de que la compra de libros en las instalaciones de FIL no representa descuento alguno para el lector, salvo durante las últimas horas de la Feria, cuando algunas editoriales bajan el precio de sus ejemplares para evitar cargar con éstos de regreso a su lugar de origen.
“La política ha sido la misma. Los precios en la FIL o son igual o más altos que fuera de las instalaciones”, sentenció el literato Efraín Franco Frías, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
“La norma es que el precio sea el que domina en el mercado, o más alto. Aveces quiere uno entenderlos pero no justificarlos, porque los stands son espacios caros. La FIL no es una sucursal de la Madre Teresa de Calcuta, hay que entenderlo, es una industria cultural, y como industria debe procurar tener dividendos que luego se reinvierten o se deberían reinvertir en otros rubros culturales”.
Fomento a la lectura contra principios económicos
En este marco, el Gobierno de la República impulsó la creación de la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro, que tenía como finalidad –se había presumido– establecer un costo único para los libros, a fin de abaratarlos y hacerlos más accesibles a la población en general.
Sin embargo, desde que se publicó la Ley y entró en vigor, el pasado 25 de julio de 2008, sigue vigente la discusión sobre si será útil o no, para promover la lectura en el país y por lo tanto, fortalecer la industria editorial.
Con todo y que la ley existe, las autoridades federales no han publicado el reglamento de la misma ley, lo cual la hace inoperante.
El pasado 22 de octubre, según publicaron medios impresos nacionales, en la Ciudad de México, tuvo lugar la mesa de trabajo “La ley del libro: un paso adelante”, en el que participaron representantes de las principales casas editoriales con asiento en el país.
En el evento, Tomás Granados, coordinador editorial del Fondo de Cultura Económica (FCE), recordó que la publicación del reglamento es una atribución del Poder Ejecutivo a través de la Secretaría de Educación Pública, misma que somete la propuesta a la revisión de la Comisión Federal de Mejoras Regulatorias (Cofemer), cuya función es que el reglamento no entre en conflicto con toda la normatividad y reglamentación vigentes en el país. Hasta ahora, la Cofemer ha recuperado el argumento contra el “precio único”, que había sido el sustento principal de esta ley, pero que se opone al principio económico de la oferta y la demanda en el mercado.
De acuerdo con el artículo 22 de la citada Ley, toda persona física o moral que edite o importe libros, estará obligada a fijar un precio de venta al público. Además, será el propio el editor o importador quien fijará libremente el precio de venta al público, que regirá como precio único.
Si la atribución de fijar el precio de los libros recae exclusivamente sobre los editores e importadores, ¿qué acciones podría emprender el comité organizador de la Feria para hacerlos más accesibles?
El presidente mismo de la FIL, Raúl Padilla López, responde a esta pregunta con una propuesta inmediata:
“Lo que estamos haciendo es pedirle a los editores, y eso es en su propio bien, que efectivamente, entendiendo que todo mundo está pasando por un mal momento, bajen los precios al público y que eso sea un incentivo para que por la vía del volumen, ellos resarzan la baja del precio. Y yo quiero decirles que estamos teniendo una respuesta muy positiva de la mayoría de los editores, que van a hacer descuentos especiales en esta ocasión, en la Feria del Libro”.
A su vez, el rector general de la Universidad de Guadalajara, Marco Antonio Cortés Guardado, entrevistado sobre el tema, reflexiona que a pesar de las crisis económicas que ha atravesado el país, desde su creación hasta la fecha, los indicadores financieros de la Feria, siempre han reflejado buenos resultados. “No creo que la crisis afecte la posibilidad de acceder a los libros, porque la FIL tiene más de 20 años, y en esos 20 años le ha tocado realizarse en medio de varias crisis económicas y siempre las ventas han subido, siempre el número de agentes literarios de libros que asisten a la feria ha crecido, lo que significa que el mercado del libro, a pesar de las crisis financieras –insiste –, a pesar de las fluctuaciones en los precios, sigue siendo un mercado sano, y afortunadamente la UdeG, sigue siendo un espacio muy atractivo en ese sentido”.
El rector reconoce, sin embargo: “Sí, es cierto que los libros son caros, sobre todo los importados, pero la FIL sigue siendo un espacio muy conveniente si hablamos del precio de los libros, porque normalmente los descuentos que ofrecen las editoriales son mayores a los que aplican, amén de que en algunos días de la Feria, esos porcentajes de descuento se incrementan, a veces por arriba del 50 por ciento”.
En este punto, conviene citar el artículo 26 de la misma Ley de Fomento para la Lectura del Libro, donde se estipula que los vendedores de libros sólo podrán aplicar precios inferiores al precio de venta al público, “cuando se trate de libros editados o importados con más de 18 meses de anterioridad, así como los libros antiguos, usados, descatalogados, agotados, y libros artesanales”, es decir que por ley las editoriales no pueden aplicar descuentos a los libros de más reciente publicación, que son, por lo general, los más buscados por los lectores asiduos.
Para Efraín Franco Franco, no se puede desvincular el costo del libro del entorno en que éste fue adquirido:
“Creo que aunque el precio del libro es más elevado que como lo podemos encontrar fuera de la FIL, vale la pena, porque tenemos la posibilidad de desmitificar el mundo del libro de creación, debido a que antes, al escritor se le consideraba algo así como que vivía en el parnaso, y desde el momento en que está allí, y es de carne y hueso, y dialoga, y estornuda, y lo vemos con necesidades, y con debilidades, se humaniza no solamente el escritor, si no también el libro”.
E ironiza: “Los precios son una variable importante, pero no determinante para que la gente se acerque a los libros. México es un país que no lee o lee muy poco, y cuando lee, lee libros de divulgación, ‘libro vaquero’ y párale de contar. Y han tomado como su filósofo a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, y como su dios, a Cuauhtémoc Blanco”.
Libro impreso versus electrónico
Actualmente, muchas personas alrededor del mundo ven en el libro electrónico una solución para combatir la desigualdad de acceso al libro impreso. Según el escritor estadounidense Michael Pastore, además de ser más económicos, los libros electrónicos tienen varias ventajas sobre los libros impresos porque son portátiles, se puede buscar en ellos, se actualizan fácilmente para corregir errores, son amables con el medio ambiente, evitan la tala de árboles, y con el software adecuado, se convierten automáticamente en audio-libros, entre otras ventajas.
Sin embargo Efraín Franco Frías considera que el libro electrónico aún tiene muchas limitaciones, especialmente para aquellos lectores que disfrutan de los placeres que la materialidad del papel impreso ofrece a los sentidos:
“Yo creo que el libro impreso, el libro material, sigue siendo una memoria tangible, invaluable. Aunque sabemos que ha surgido el libro virtual, el libro electrónico, creo que todavía la cultura dominate, la cultura mundial, sigue siendo del libro impreso. En ese sentido, sabemos que es quizá 100 veces más caro que un libro electrónico, pero creo que es un placer cuando uno se vuelve un bibliófilo, desde el abrir el libro, el olerlo, el tacto, lo visual. Se desarrollan, digamos, todos los sentidos, a diferencia pues, de un libro virtual o electrónico, que tiene quizá un costo menor pero muchas limitaciones”.
La lectura en México
Según estadísticas de la Organización para Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 107, entre 108 países, por sus hábitos de lectura.
* El mexicano promedio lee 2.8 libros al año.
* Hay sólo una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.
* El 40% de los mexicanos nunca ha entrado a una librería.
* Existe una librería por cada 200 mil habitantes.
* En todo el país hay solamente 600 librerías.
* De entre 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, 28% de ellos (1.6 millones) nunca han pisado una librería.
* La mitad de los estudiantes universitarios en México (cuatro millones) no compra libros.
* En la Ciudad de México, las librerías por cada millón de habitantes se han reducido de 45 a 18 en 53 años.
Fuente: OCDE
Algunos de los más conocidos y sus precios
Tras hacer una consulta por las librerías de la Zona de Chapultepec, se encontró que algunos de los libros más conocidos, en la edición más económica, son:
* “Cien Años de Soledad”, de Gabriel García Márquez: 103 pesos.
* “Pedro Páramo, de Juan Rulfo”: 129 pesos.
* “¿Quién se ha llevado mi queso?”, de Spencer Johnson, 95 pesos.
* “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen R. Covey: 192 pesos.
Fuente: EL INFORMADOR
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