Jalisco

El corrido del iPhone blanco

Oficiales de la Policía de Guadalajara me hicieron una “revisión de rutina” que terminó en la entrega de mi teléfono celular a cambio de que me dejaran ir

Quiero informarte, querido Kafka, que acá en México creemos que escribes literatura costumbrista e incluso que te quedas bastante corto.

Primero permítanme hacer un breve resumen del caso del teléfono robado, exponiendo los hechos que sucedieron a fe mía: el sábado fui a una fiesta y decidí caminar a casa en la madrugada del domingo. Entonces, en un acto común y repetido hasta la náusea, un par de oficiales de la Policía de Guadalajara me hicieron una “revisión de rutina” que terminó en la entrega de mi teléfono celular a cambio de que me dejaran ir y no me fincaran un delito. El domingo por la mañana denuncié ante la PGJE y Asuntos Internos de la Policía Municipal. El lunes descubrí que el uniformado había subido su propia fotografía a mi perfil de Twitter, @zulanito.

Hasta ahí todo parecía un buen chiste y una oportunidad para que el ciudadano de a pie gozara de las mieles de la más básica justicia. Supuse en mi infinita estulticia que prontamente me regresarían mi teléfono y castigarían al ladrón. Resultó que el idiota era yo, no el que subió su foto a mi perfil y que los procesos, que sería un piropo llamar kafkianos, continúan en una maremágnum a la que no encuentro forma de poner dique.

El mismo domingo acudí a solicitar el registro de las llamadas hechas desde mi teléfono cuando estuvo en posesión del que ahora llamaré “politwitter”. Hoy, casi una semana después me entero de que sería bueno que fuera a la PGJE a entregar copia de mi recibo de teléfono marcando con plumón la fecha y hora de las llamadas.

Porque no puedo faxear nada, porque no puedo enviarles un email y porque todo tiene que entregarse en persona y con firma. Caramba. Ya dediqué una semana completa a cumplir con mis obligaciones como ciudadano y sigue y sigue la rueda y apenas comienza el calvario.

Los he señalado y reconocido con fotografías en Asuntos Internos, al parecer tendré que repetir el proceso en Derechos Humanos, además de que he tenido que llevar testigos a la PGJE para que dieran fe de que yo tenía mi celular con una cinta morada; con una cinta morada yo tenía mi celular.

Se ha dicho a mi parecer injustamente que soy un miembro de los medios y por eso este morrocotudo merequetengue. Yo les cambio la moneda y les digo, si a pesar de que soy un miembro de los medios y que se ha hecho tal alharaca de todos modos no he logrado nada y ya no quiero jugar, ¿qué esperanza tiene aquel cuya voz nadie escucha?

Estoy considerando seriamente acudir a la PGJE a otorgar un perdón, desistirme de todo, darles un certificado notarizado donde les regalo el celular, pasarles una mochada a cambio de que me dejen en paz y subrayar que nadie, aunque tenga una beca, todo el tiempo del mundo y una voluntad de adiamanto imantado, puede dar buen término a una denuncia sin importar lo que haga.

Queda claro que Asuntos Internos de la Policía Municipal hizo todo lo que pudo de acuerdo con sus procedimientos y que su director, Alejandro Serrano, me ha comentado en repetidas ocasiones que no puede actuar de otra manera y que está trabajando duramente —cosa que francamente creo— lo mismo el Ayuntamiento que ha cumplido con lo que marca la ley y me ha asegurado estará atento al procedimiento.

Pero el resultado es el mismo, las declaraciones han sido contradictorias, la confusión reina en mi cabeza y lo único que deseo hacer es otorgar el perdón, olvidar el teléfono e incluso si lo desean regalarles a los señores un diploma impunis causa para que me dejen continuar con mi existencia.

Es el colmo que ahora parece que tendré que conseguirme un abogado porque no sé cuales son las penas que pueden imputarse a los señores, que hasta donde entiendo serán menores, ni cuáles son los procedimientos que siguen: si habrá un careo, si tengo ahora que presentar otros documentos, si me van a acusar de algo o qué dicen los acusados.

Es mi humilde opinión que no se puede pedir tanto de un ciudadano, que una vez hecha y ratificada la denuncia, corresponde a las autoridades hacer su trabajo de investigación molestando a la víctima lo menos posible y no convirtiéndola en doble y triple víctima.

Por lo pronto tendré que mudarme de domicilio y siempre tener cuidado porque la venganza es una posibilidad. Lástima señores del jurado, lo que era una oportunidad para demostrar que un ciudadano puede hacer una denuncia, se ha convertido en la prueba de lo absolutamente opuesto: denunciar desencadena un infierno que no le deseo a nadie.
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