Jalisco
El clenbuterol exhibe fracaso regulador de la Sagarpa
Sólo el 25% de los centros de matanza cumplen con los requisitos formales de un rastro
Sagarpa) en la vigilancia de las sustancias prohibidas en el ganado destinado al consumo humano”.
Así lo expone el profesor del Departamento de Producción Animal del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (CUCBA), José Manuel Zorrilla Ríos, quien refirió que el hecho de que haya una sustancia legalizada (el zilpaterol), “ha generado ruido y cortina de humo para diferenciar si se utiliza un producto autorizado y otros que están prohibidos, como el caso del clenbuterol”.
Indicó que los gastos del erario que se destinan a la vigilancia sobre el uso de las sustancias que aumentan la masa muscular del ganado ( y su consecuente reducción de grasa), llamadas técnicamente betagonistas o betanálogos, ha redundado “en beneficiar los ingresos de dos empresas farmacéuticas que venden los productos autorizados, ya sea el zilpaterol para los bovinos (vendido con la marca Zilmax por Intervet; o la ractopamina para los cerdos comercializada por Elanco-Eli Lilly”.
Según este académico, “hubo un registro mal hecho de estos productos autorizados”, lo que ha traído beneficios económicos para las empresas que distribuyen los productos con registro; y en cambio se ha generado una situación de riesgo permanente para el consumidor de carnes de res en varios Estados del país, donde se da preferencia a la carne con poca grasa, como el caso de Jalisco.
En su punto de vista, una solución de raíz para ordenar el mercado de la carne, sería la prohibición de los dos betagonistas que se han autorizado, “de modo que se corrijan los errores que han permanecido en diez años y que suponen el uso de los productos no autorizados”.
Además, indicó que el gobierno federal debería obligar a que los usan los productos autorizados, informaran debidamente que las carnes comercializadas, fueron obtenidas de animales alimentados con betagonistas, de modo que el consumidor conozca lo que consume y en base a ello se influya en la decisión de compra.
Abundó que es urgente que el consumidor final sepa con toda claridad que la carne que consume, proviene de animales que fueron o no alimentados con sustancias químicas autorizadas que estimularon su masa muscular, ya sea hormonas o betagonistas.
Medidas insuficientes
En cuanto las medidas instrumentadas por la Sagarpa para desalentar el uso de clenbuterol, como son los esquemas de Proveedor Confiable y Hato Libre, el docente de la UdeG expresó que “han sido medidas aisladas que no se encuentran vinculadas en una secuencia de principio a fin” en la vigilancia de todo el proceso de alimentación del ganado.
También, cuestionó que el Sistema de Identificación Nacional de Ganado (Siniga), no ha cumplido su objetivo planteado desde el sexenio pasado, de lograr la trazabilidad del ganado, de modo que sea posible rastrear la carne de un animal, desde su crianza, engorda y comercialización en un mercado. Esto supone formar el Registro Nacional Ganadero, algo que no se ha concretado.
Señaló que “el Siniga como producto de un parto distócico (disfuncional), porque fue forzado y ha sido mal llevado y mal conducido hasta la fecha. No ha tenido gran impacto en diez años de su lanzamiento”.
Asimismo, cuestionó que la Sagarpa sólo disponga de un solo laboratorio acreditado en todo el país (ubicado en el Estado de Morelos) , para analizar los residuos del cluenbuterol en el pelo de los animales, revela una serie deficiencia técnica para el monitoreo de un problema de gran impacto en la salud de la población.
En este mismo contexto, trajo a colación que la Sagarpa no ha certificado a rastros municipales que estuvieran equipados para la detección del clenbuterol, como el caso del municipio de Guadalajara,y con ello tener más instalaciones certificadas para agilizar procesos legales.
Resaltó que en los hechos, al autorizarse los betagonistas con registro para su utilización, se ha propiciado que el mercado de la carne de res haya quedado supeditado al consumo de sustancias químicas y a los intereses de las empresas que las comercializan.
En este sentido, dijo que hay argumentos infundados a favor de los betagonistas permitidos, como afirma que el consumidor los demanda por su gusto por la carne magra. Precisó que una cosa es la preferencia por la carne con poca grasa y otra cosa es que ésta se obtenga por sustancias que no deberían emplearse.
Concluyó con una pregunta: ¿Qué necesidad tenemos de implementar un gasto con recursos del erario para salvaguardar los intereses de dos empresas que han desquiciado el mercado de la carne?.
PARA SABER
En Jalisco hay 67 engordas de ganado integradas en el Programa Proveedor Confiable. Tales hatos abarcan a 58 mil reses en proceso de engorda y son el monto mayoritario de la oferta de la carne destinada al consumo de la zona metropolitana tapatía.
En Jalisco, hay 170 centros de matanza de animales, de los que sólo 25% cumplen los requisitos formales de un rastro.
Fuentes. Sagarpa y Secretaría de Salud.
EL INFORMADOR / SALVADOR Y MALDONADO
GUADALAJARA, JALISCO (06/DIC/2010).- Luego de una década de permanencia del uso del clenbuterol en la alimentación del ganado bovino y su consecuente riesgo para la salud pública, “se pone al descubierto el fracaso de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (
Así lo expone el profesor del Departamento de Producción Animal del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (CUCBA), José Manuel Zorrilla Ríos, quien refirió que el hecho de que haya una sustancia legalizada (el zilpaterol), “ha generado ruido y cortina de humo para diferenciar si se utiliza un producto autorizado y otros que están prohibidos, como el caso del clenbuterol”.
Indicó que los gastos del erario que se destinan a la vigilancia sobre el uso de las sustancias que aumentan la masa muscular del ganado ( y su consecuente reducción de grasa), llamadas técnicamente betagonistas o betanálogos, ha redundado “en beneficiar los ingresos de dos empresas farmacéuticas que venden los productos autorizados, ya sea el zilpaterol para los bovinos (vendido con la marca Zilmax por Intervet; o la ractopamina para los cerdos comercializada por Elanco-Eli Lilly”.
Según este académico, “hubo un registro mal hecho de estos productos autorizados”, lo que ha traído beneficios económicos para las empresas que distribuyen los productos con registro; y en cambio se ha generado una situación de riesgo permanente para el consumidor de carnes de res en varios Estados del país, donde se da preferencia a la carne con poca grasa, como el caso de Jalisco.
En su punto de vista, una solución de raíz para ordenar el mercado de la carne, sería la prohibición de los dos betagonistas que se han autorizado, “de modo que se corrijan los errores que han permanecido en diez años y que suponen el uso de los productos no autorizados”.
Además, indicó que el gobierno federal debería obligar a que los usan los productos autorizados, informaran debidamente que las carnes comercializadas, fueron obtenidas de animales alimentados con betagonistas, de modo que el consumidor conozca lo que consume y en base a ello se influya en la decisión de compra.
Abundó que es urgente que el consumidor final sepa con toda claridad que la carne que consume, proviene de animales que fueron o no alimentados con sustancias químicas autorizadas que estimularon su masa muscular, ya sea hormonas o betagonistas.
Medidas insuficientes
En cuanto las medidas instrumentadas por la Sagarpa para desalentar el uso de clenbuterol, como son los esquemas de Proveedor Confiable y Hato Libre, el docente de la UdeG expresó que “han sido medidas aisladas que no se encuentran vinculadas en una secuencia de principio a fin” en la vigilancia de todo el proceso de alimentación del ganado.
También, cuestionó que el Sistema de Identificación Nacional de Ganado (Siniga), no ha cumplido su objetivo planteado desde el sexenio pasado, de lograr la trazabilidad del ganado, de modo que sea posible rastrear la carne de un animal, desde su crianza, engorda y comercialización en un mercado. Esto supone formar el Registro Nacional Ganadero, algo que no se ha concretado.
Señaló que “el Siniga como producto de un parto distócico (disfuncional), porque fue forzado y ha sido mal llevado y mal conducido hasta la fecha. No ha tenido gran impacto en diez años de su lanzamiento”.
Asimismo, cuestionó que la Sagarpa sólo disponga de un solo laboratorio acreditado en todo el país (ubicado en el Estado de Morelos) , para analizar los residuos del cluenbuterol en el pelo de los animales, revela una serie deficiencia técnica para el monitoreo de un problema de gran impacto en la salud de la población.
En este mismo contexto, trajo a colación que la Sagarpa no ha certificado a rastros municipales que estuvieran equipados para la detección del clenbuterol, como el caso del municipio de Guadalajara,y con ello tener más instalaciones certificadas para agilizar procesos legales.
Resaltó que en los hechos, al autorizarse los betagonistas con registro para su utilización, se ha propiciado que el mercado de la carne de res haya quedado supeditado al consumo de sustancias químicas y a los intereses de las empresas que las comercializan.
En este sentido, dijo que hay argumentos infundados a favor de los betagonistas permitidos, como afirma que el consumidor los demanda por su gusto por la carne magra. Precisó que una cosa es la preferencia por la carne con poca grasa y otra cosa es que ésta se obtenga por sustancias que no deberían emplearse.
Concluyó con una pregunta: ¿Qué necesidad tenemos de implementar un gasto con recursos del erario para salvaguardar los intereses de dos empresas que han desquiciado el mercado de la carne?.
PARA SABER
En Jalisco hay 67 engordas de ganado integradas en el Programa Proveedor Confiable. Tales hatos abarcan a 58 mil reses en proceso de engorda y son el monto mayoritario de la oferta de la carne destinada al consumo de la zona metropolitana tapatía.
En Jalisco, hay 170 centros de matanza de animales, de los que sólo 25% cumplen los requisitos formales de un rastro.
Fuentes. Sagarpa y Secretaría de Salud.
EL INFORMADOR / SALVADOR Y MALDONADO
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