Jalisco

El bache que reina a una cuadra de la presidencia tapatía

El problema afecta de igual manera a transeúntes, automovilistas y locatarios

GUADALAJARA, JALISCO (20/AGO/2012).- A una cuadra del Palacio Municipal de Guadalajara, donde despacha el alcalde, los locatarios se las ingenian para proteger su mercancía de un bache. Sí, del bache que conocen bien, que no sólo perjudica a los peatones o a los automovilistas que circulan sobre la calle Juan Manuel casi esquina con Avenida Alcalde, sino también a ellos. Ese bache.

El problema no es sólo su dimensión, su volumen, su longitud ni su rocosidad, sino que todo esto se vuelve contra los locatarios y peatones cuando llueve. “N’hombre, pa’ qué le cuento, es de nunca acabar”, y ríe como aceptando su suerte el amigo del dueño de ese estrecho local de comida chatarra.

Toma sus reservas. Cuando el cielo anuncia tormenta, inmediatamente el dueño —para evitar perjuicios a su mercancía cuando los coches cruzan el cráter sin saber lo que provocarán— saca un plástico de algún metro por metro al ras de la banqueta y sujeta los extremos en el tronco de dos árboles flacos.

Así, cuando pasa el vehículo ajeno a los socavones del camino y se encuentra con ese bache, en vez de recibir el agua disparada de tremenda cuenca, el vendedor se blinda y su mercancía permanece seca. ¡Éxito! Esta vez ganó el locatario.

Pero nada más él, porque el automovilista que circula por esa calle, la de los juguetes del Centro, al cruzar Alcalde se encontrará con variopintos baches: 10 más. Y la carrera de obstáculos comienza. Bajo los rayos del Sol que caen a plenitud sólo se necesita destreza y habilidad del conductor para evadirlos y salir triunfante del reto, pero, cuando se llenan de agua pluvial, se procede a avanzar y tratar de no cometer los errores del que avanza adelante.

No hay de otra. Cuando caen en falso, los perjudicados pasan a ser los transeúntes, que resultan involuntariamente bañados.

Pero cuando se trata de los camiones, son otras a tomar. Aunque los choferes casi tienen memorizada la ubicación de los baches que incluyen su ruta, a algunos no les interesa evadirlos. Rutas como la 258 pasan sobre las dos cuadras sinuosas de Juan Manuel y siguen derecho, sin mover el volante aunque las lesiones del asfalto amenacen sacudir a los viajantes. De ahí, los usuarios reconsideran si todas las fallas en el servicio del transporte público son de los camioneros.
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