Jalisco
El Concilio de Rabastán
¿Existe vida después del Mundial?
La discusión se desarrolló con gran calidad de debate. El obispo de Rimini fue el primero en polemizar, pues defendió doctamente la visión de los católicos romanos: “si es Dios, el creador del universo y único dador de vida, la ausencia o presencia del mundial resulta intrascendente”. El rabí Samuel Greisinky, argentino de origen lituano, rebatió al obispo católico sosteniendo que el problema estribaba justamente en la visión tan corta de la teología romana a quienes, dijo, la interpretación literal de las escrituras ha llevado a grandes yerros históricos y por consiguiente, teológicos. Una vez más el imán Al-Jair Ben Jalad llevó las cosas al extremo, rebatiendo tanto al rabí como al obispo su interpretación libre de las escrituras. La reunión estuvo a punto de fracasar por el encasillamiento de la discusión en estas tres religiones en torno a la correcta interpretación de sus escrituras.
Por suerte, el maestro Sun, del monasterio de Kiong, logró romper el círculo vicioso y planteó una visión distinta: “si entendemos cada Mundial como un ciclo, dijo, entonces es claro que después de cada uno existe la posibilidad de renacer para el siguiente”. En un principio, el planteamiento del maestro Sun parecía resolver de raíz el problema, pero muy pronto se enfrascaron los teólogos en la discusión sobre si un jugador podría renacer o no en otro país, lo cual provocó agrias discusiones de carácter nacionalista, pues el argentino se negaban a aceptar que sus jugadores pudieran renacer como mexicanos: no es lo mismo nacionalizado que reencarnado.
Quien solucionó el problema teológico fue nada menos que el rastafari, Bob Sinclair, quien, tras una larga fumada dijo: “si entendemos a Dios como un todo y a todo como Dios, entonces estaremos de acuerdo en que Dios es redondo, y que la máxima representación de Dios es un balón de futbol. El Mundial, al igual que Dios, no tiene principio ni fin, es un continuo. El final de un Mundial no es sino el inicio de otro y así hasta el infinito. Dios no es sino un círculo vicioso”, y volvió a fumar.
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