Jalisco

Efraín González Morfín, el hombre de las convicciones

El político jalisciense representó representó una nueva visión del PAN. Una mezcla de pensamiento solidario y respeto humanístico

GUADALAJARA, JALISCO (22/OCT/2012).- El siglo XX fue la centuria de las ideologías. Las referencias ideológicas impusieron y tumbaron gobiernos; edificaron utopías y sufrieron a la luz de sus fracasos. Marxismos, leninismo, fascismo, liberalismo y más, marcaron el pensamiento de una época de guerras, conflictos y polarización política. El signo de los tiempos era el compromiso, no hacerlo significaba frivolidad. Las definiciones ideológicas eran ineludibles.

Efraín González Morfín nace el 5 de junio de un icónico año de 1929. Un mundo acosado por las inestabilidades de la posguerra; el reciente ascenso de Joseph Stalin en la Unión Soviética, la lenta fermentación del régimen Nacional Socialista en Alemania. Una crisis económica que sacudía las entrañas del capitalismo liberal y abría la puerta al Estado de Bienestar y a la intervención del Estado en la Economía. Un México en lenta construcción de un complejo aparato político de alianzas corporativas que fue nombrado como el Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado precisamente en aquel año de 1929 y abuelo de lo que hoy conocemos como el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Una época de consolidación de la democracia en Occidente, aunque con decenas de frentes abiertos que pugnaban por el autoritarismo y la limitación de la pluralidad.

Hijo de Efraín González Luna y Amparo Morfín, González Morfín creció en un ambiente de politización y de mucha cultura. Su padre, uno de los fundadores del Partido Acción Nacional (PAN) en 1939, se convirtió rápidamente en uno de los ideólogos más respetados del PAN y en su primer candidato a la Presidencia de la República en 1952. González Luna fue un símbolo de la introducción de la doctrina social de la Iglesia a la plataforma política del blanquiazul. Un hombre que repugnaba el marxismo y no asimilaba una sociedad en conflicto como marcaban los cánones de izquierda en aquella época, puso las primeras piedras de la tendencia subsidiaria y solidaria que caracterizó al PAN de mediados del siglo XX.

El “humanismo político” la obra más importante escrita por González Luna es una lucha por eludir a los vicios del individualismo capitalista sin caer en el dominio del colectivismo marxista defendido en aquellas épocas. El individuo y su relación con la sociedad se colocaban en el centro del pensamiento de González Luna, una posición filosófica que admitía la responsabilidad del individuo con su sociedad, pero sin diluir la subjetividad ni la libertad para construir su vida de los hombres. Más igualdad y más propiedad para todos. Y aunque en su haber existen algunos autores radicales, González Luna era un conservador moderado.

Efraín González Morfín creció en un ambiente de ideas y de debates. El humanismo, el papel de la religión en la política, así como el pensamiento pequeño jesuita consolidaban su espacio de acción. Célebre fue su participación en las discusiones doctrinarias del PAN. En 1965, González Morfín pugnó porque el partido tendiera al centro y adoptara algunos patrones liberales y solidarios. Como afirma Alonso Lujambio, que ha estudiado a profundidad su pensamiento, la “Proyección” de 1965 consiste un giro del PAN hacia la izquierda.

Sin dejar de lado los principios clásicos del PAN (empezando por el bien común), el blanquiazul comenzó a tomar agendas de consolidación democrática y reforzó su planteamiento de liberalismo económico, poniendo énfasis en que la solidaridad era un vaso comunicante entre clases que debilitaba el conflicto entre ellas. El catolicismo fue una piedra básica para entender el pensamiento de González Morfín, sesgo que mantuvo tras renunciar a la vida sacerdotal y optar por la vida laica.

Efraín González Morfín es un hombre de muchas caras. Las ideas, donde sea que estuvieran, fueron siempre su cobijo y hábitat natural. La docencia y la vida académica lo cautivaron, sus inicios en las cátedras los podemos rastrear a inicios de la década de los 50, cuando tenía un poco más de 20 años. Estudioso y dedicado, González Morfín se caracterizó por ser un doctrinario sumamente rígido, un teórico obstinado con los detalles y capaz de devorar textos de clásicos como Kant, Marx y Rousseau. A finales de la década de los 50, “Efra Chico” profundiza en áreas que marcarán su desarrollo intelectual: sociología, economía e, incluso, teología. Viaja a Europa y se instala en dos países que fueron claves para entender el pensamiento del siglo XX: Francia y Austria. Como señala Alonso Lujambio: esos fueron los días que decretaron su irrenunciable vocación por afiliarse al PAN y ser parte de la transformación ideológica del partido.

De esta manera, Efraín González Morfín se adentra en la reforma que cambiaría el rumbo del PAN. Inspirado en la doctrina social de la iglesia y en las innovaciones al interior de la propia institución eclesiástica, que habían transformado la vocación del catolicismo, Efraín opta por un partido abierto a la ciudadanía y con múltiples canales de cooperación y construcción social. En conjunto con Adolfo Christlieb y bajo el amparo de Manuel Gómez Morín, uno de los panistas más cercanos a su padre. Así, durante la presidencia nacional del PAN de Christlieb Ibarrola, Efraín participa en la proyección de 1965 que sirve como documento que transforma al PAN en sentido ideológico y político. Aceptan la competencia electoral y deciden buscar victorias en algunos estados del país. Sin embargo, los fraudes recurrentes en estados como Baja California o Yucatán, derrotan la postura electorista y eso provoca la renuncia del propio González Morfín.

Así, a partir de su renuncia, el PAN se dedicó a debatir la postura que tendría el partido de cara a la elección de 1970. Como se acostumbraba en esa tradición rica en deliberación del panismo, las discusiones fueron interminables. El blanquiazul estaba dividido en dos bandos: los que querían ir a la arena electoral y derrotar al PRI en su propio juego, y, los otros, abanderados por González Morfín, que optaban por no acudir a las elecciones. Ganaron los pro-electorales, y, por unanimidad, el líder de los anti-electoristas, Efraín González Morfín fue ungido como candidato del partido. Alonso Lujambio lo sintetiza extraordinariamente: “esto no puede sucederle (ser elegido candidato a pesar de no creer en los comicios) sino a alguien que opta por una línea definida, que incluso divide y confronta a su partido por mitades, pero a la vez es reconocido como el líder indiscutible”. O como señala la investigadora y académica Laura Alarcón, autora del libro “1970. Efraín González Morfín en campaña”, “la convicción democrática de González Morfín era muy profunda”.

La competencia electoral no sólo era inequitativa, sino que una verdadera participación era sencillamente utópica. A pesar de esto, González Morfín obtiene la mayor votación de la historia electoral del PAN: poco más de 13%. Un voto emanado de la juventud que comenzaba a poblar a México y de las ciudades que apoyaron al panista como señala Laura Alarcón en una entrevista. Luis Echeverría se convierte en el Presidente, y el PAN se sumerge en un apasionado debate acerca de los fines del instituto político y sus opciones en el régimen priista. El avance del PAN en algunas regiones era notable y el norte comenzaba a trazar una idea de partido que no necesariamente era compatible con el efraínismo que había nacido e Acción Nacional. José Ángel Conchello llegó a la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, pensando en un enfoque más empresarial y en un estado mínimo. Esas ideas claramente chocaban con los postulados de solidaridad, equidad y redistribución que maravillaban a Efraín. Ante un empresariado más vivo, producto de algún tiempo de crecimiento económico, el PAN se planteaba un giro a la derecha, al libre mercado y a la competencia.

Los años del pensamiento neoliberal estaban en puerta, por lo que los efraínistas comenzaron a ser relegados del partido. En 1978, cuando ve al partido que cambia de dirección, Efraín González Morfín renuncia al PAN y prefiere recluirse en la vida académica dando cátedra en tantas universidades: la Iberoamericana, la Panamericana, la Universidad de Guadalajara o el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

Efraín González Morfín es padre de una ideología política que se fue lentamente erosionando del PAN. Una doctrina que aglutinó con coherencia el humanismo y el bien común defendidos por el blanquiazul desde su fundación hasta principios liberales y solidarios que le dieron un nuevo cariz al partido. Si alguna vez existió una izquierda, sui generis por supuesto, al interior del PAN, esa la representó puntualmente González Morfín (lo apodaban sus contrincantes: el marxista-jesuita). Ante la debacle del PAN, el pragmatismo que ha corroído las venas del partido, la corrupción que gangrenó a las bases del blanquiazul y la ambición cegada de búsqueda del poder, no harían mal en el PAN en releer el pensamiento del jalisciense. Tal vez en sus documentos, en su complejidad ideológica y en su pensamiento crítico y democrático, el PAN puede encontrar la salida a una crisis que los ha desterrado de Los Pinos y de Casa Jalisco, el mismo día. Sin embargo, como lo menciona Laura Alarcón, “lastimosamente nadie en el PAN ha seguido el ideario de Efraín González Morfín, no lo conocen”.
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