Jalisco

Descalzos, tapatíos pagan mandas a la Generala

Es una forma de pagar los favores recibidos en momentos de desolación

GUADALAJARA, JALISCO (12/OCT/2016).- Rigoberto Sánchez camina tomado de la mano de su mujer, Alejandra Belén, en el contingente que acompaña a la Virgen de Zapopan a su santuario. A su lado, un familiar empuja la carreola de su primogénita Irlanda.

Él va descalzo, con la piel al ras de asfalto despiadado con los automóviles y letal para los pies. Pasa sobre grava suelta, vidrios, basura y excremento de caballos, tiene las plantas de los pies negras de suciedad, los talones resecos e irritados; pero él ni siquiera se inmuta porque tiene una manda que cumplir a La Generala.

"Vengo a agradecer por mi bebé. Mi esposa y yo teníamos 10 años sin poder concebir, hasta que le pedimos a la virgencita que nos ayudara y aquí está", comenta Rigoberto con los ojos húmedos de la emoción: "Ya tiene un año".

Desde la madrugada emprendieron camino por las calles de Guadalajara y Zapopan para despedir junto a cientos de tapatíos a la Virgen de Zapopan, que regresa a su hogar tras meses de peregrinación.

Con aplausos, rezos y vítores, abarrotan los costados de las avenidas Juárez y Américas. Los que tienen vigor y su empleo se los permite, caminan a la par de La Generala y los que no, colocan sillas y bancos para verla pasar aunque sea unos segundos.

Mientras que aquellos con mandas pendientes, caminan descalzos al igual que Rigoberto, sin importar su edad y condición social.

Trabajadores de bancos, de una franquicia de café y de oficinas, salen de sus uniformes con celular en mano para presumir en redes el acontecimiento antes de regresar a sus labores.

"Oye, ¿sabes si ya viene la Virgen?", pregunta ansiosa una señora en el cruce de Américas y Herrera y Cairo pero no es necesario responderle pues los tambores anuncian su paso a la distancia.

Unas cuadras más adelante, un grupo de Boy Scouts reparte cientos de litros de agua a los romeros sedientos. Procuran que nadie que tenga sed se quede sin una gota del vital líquido.

También se armó la verbena con vendedores de artículos de todo tipo y puestos de alimentos. Los más solicitados son los que venden atole, tamales y café, sobre todo por aquellos que les tocó madrugar.

Llegando a Zapopan, es donde comienza el trayecto más difícil por las subidas y porque el sol ya brilla con toda su intensidad. Pareciera que los últimos kilómetros son los más largos, pero nadie claudica y cada vez más personas descalzas se unen al contingente.

"¡Viva Maria! ¡Viva la Virgen de Zapopan!", exclaman los fieles cuando La Generala cruza las puertas de su santuario. Las campanas de la Basílica de Zapopan suenan sin cesar, algunos lloran y otros aplauden.

La virgencita ya descansa en su casa.

EL INFORMADOR / VIRGINIA ARENAS

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