Jalisco
Del derecho al hecho
La resolución de la Corte de reconocer el derecho de las parejas homosexuales a adoptar es una gran paso en términos de la cultura y del reconocimiento de la diversidad sexual
La resolución de la Corte de reconocer el derecho de las parejas homosexuales a adoptar es una gran paso en términos de la cultura y del reconocimiento de la diversidad sexual. La resolución puede tener un gran efecto en lo que se refiere a la no discriminación de las las minorías. Todos somos minoría en alguna parte de nuestras vidas: el que le va al Necaxa; el que toca laud; el que le gustan los tacos de ojo, etcétera. Hay tantas minorías como gustos existen en el mundo, pero hay minorías socialmente aceptadas y minorías rechazadas. Reconocer el derecho de una pareja homosexual no solo a casarse sino a adoptar hijos, es plantear desde el más alto tribunal que la preferencia sexual no inhibe ni cercena ningún derecho.
El derecho es un gran paso, pero estamos muy lejos de ver adopciones por parejas homosexuales.
Si para las parejas heterosexuales la adopción es un martirio y sufren verdaderas discriminaciones e invasiones a su privacidad (pasan por verdaderos juicios morales) más aún lo será con las parejas del mismo sexo. La estructura de adopciones en México está muy ligada aún a los grupos conservadores, y los vericuetos legales para la adopción son de tal magnitud y retorcimiento que las adopciones terminan siendo decisiones sumamente controladas y vigiladas. Va a pasar quizá una generación completa antes que la decisión tomada por la Corte el día de ayer tenga algún efecto en la vida de nuestro país.
En Uruguay, el único país latinoamericano en el que se reconoce el derecho de adopción por parte de las parejas homosexuales, a un año de distancia de que se aprobó la ley sólo ha existido un caso de adopción y en realidad fue el reconocimiento a un padre natural y su pareja homosexual para el ejercicio de la patria potestad de sus hijos de 14 y 17 años. Algo similar vamos a ver en México.
De derecho al hecho, falta un gran trecho, pero como diría Loretta, el derecho quién lo quita.
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