Jalisco

De los presos del Cefereso en Puente Grande, 60% tiene hepatitis

Los internos enfermos serán sometidos a tratamiento médico para que sus estados de salud mejoren

G UADALAJARA, JALISCO (09/AGO/2010).- En el penal de máxima seguridad federal de Puente Grande, se encendió una alerta roja. Un intruso ingresó a la cárcel de manera sospechosa y contagió con la misma enfermedad a más de la mitad de los internos. Era el virus de la hepatitis C. Nadie se podía explicar cómo había ingresado ni cómo había contagiado a la mayoría de la población.

Iniciaron las investigaciones. Se revisaron los expedientes. Casi todos los internos ingresaron sanos. Ni rastro de la enfermedad. Comenzaron los interrogatorios. Se pensó que la transmisión había sido por contacto sexual. Pero se descartó por la gran cantidad de infectados.

Los interrogatorios, a nivel clínico, les permitieron descartar, poco a poco, las opciones. Hasta que finalmente encontraron al verdadero culpable de propagar la epidemia: un cortaúñas.

Los médicos y las autoridades del centro penitenciario comprobaron que un preso tenía un cortaúñas, y al ser el único instrumento de este tipo en la cárcel, era prestado y usado por la gran mayoría de los internos, quienes de esta manera se habían contagiado al usar repetidamente un instrumento contaminado con algún rastro minúsculo de sangre portadora de la hepatitis C.

Un virus que es conocido como “silencioso”, que tiene una alta resistencia en el ambiente, superior incluso a la de otros virus como el del VIH-sida, y que irremediablemente daña el hígado.

La hepatitis se puede transmitir a través de la sangre o de fluidos corporales contaminados, explican especialistas e integrantes de organizaciones civiles dedicadas a combatir este mal.

Por cada enfermo con VIH, hay 10 con hepatitis B y C. Eso la califica como la “pandemia silenciosa del milenio”.

La hepatitis genera inflamación del hígado y provoca que ese órgano deje de funcionar bien. Existen varias causas que generan este mal: alcohol, medicamentos, hongos, bacterias, sustancias tóxicas, acumulación de grasa.

Pero la más frecuente es la infección por virus.

Fernando González, gastroenterólogo del Hospital General, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), explica que la hepatitis puede ser aguda o crónica, y advierte que una persona con este mal puede contagiar a otras por medio de jeringas, cortaúñas, tijeras, rastrillos contaminados, tatuajes, piercings y relaciones sexuales sin protección.

En el caso del Centro Federal de Readaptación Social Puente Grande(Cefereso), ubicado en Tonalá, el factor de contagio de 60% de los internos fue otro, un cortaúñas contaminado, afirman.

“Al sólo haber uno, esté circulaba en todo el penal”, comenta Gerardo Villavicencio, representante del movimiento Voces Frente a la Hepatitis C, quien investigó desde el punto de vista médico lo ocurrido en prisión.

El caso Puente Grande, afirma, no es aislado, porque la población carcelaria y los migrantes tienen tres veces mayor posibilidad de contagiarse con los virus de la hepatitis B y C.
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