Jalisco
De la Corte a la cantina
El cardenal Juan Sandoval contribuyó a convertir un discusión sobre derechos en un pleito de cantina
Sólo como comentario al margen, no deja de ser curioso el machismo con el que se discuten los temas de derechos homosexuales.
En términos constitucionales la pregunta correcta no es si los homosexuales tienen derecho a adoptar o no, sino si existe alguna razón por la cual se deba limitar un derecho a una persona por tener una preferencia sexual distinta. Jurídicamente, limitar a cualquier persona sus derechos por profesar una creencia o una preferencia, es una aberración. Quitarle derechos a alguien por tener preferencias sexuales distintas, es tan absurdo y tan grave como cuando en este país se le quitó el derecho a voto a los ministros de culto. La Iglesia Católica fue objeto, por años, de esa discriminación en una decisión anticonstitucional impuesta desde el poder. Hoy es la Iglesia, desde una posición de poder, la que está haciendo exactamente lo mismo de lo que tanto se quejó.
Otra cosa muy distinta es la pregunta de si es conveniente o no que un niño sea adoptado por una pareja homosexual y los derecho de los niños adoptados, pero ese no es tema de la Corte. Ahí la Iglesia como institución y los miembros de la Iglesia en lo individual (porque como toda comunidad amplia, no todos los católicos piensan igual) tiene todo el derecho a opinar y a defender sus puntos de vista, pero nunca a imponerlos. La jerarquía de la Iglesia Católica, como la de otras iglesias que en esta materia comparten opinión, seguirá argumentando y tratando de convencer a los miembros de sus comunidades que estas adopciones no son lo mejor para los niños, tal como otros opinaremos que ser buen o mal padre nada tiene que ver con la preferencia sexual, sino con la capacidad de amar y de educar.
Ojalá la Iglesia centre el debate en lo que ellos creen que es mejor para la sociedad y no en quién insulta a quién. Ojalá el debate se vaya a las universidades, donde la Iglesia tiene una presencia importante, y las plazas, y se salga de las cantinas y los tribunales, donde al parecer cada vez más les gusta estar.
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