Jalisco

Crece la venta de pacas en tianguis de la metrópoli

La Cámara de la Industria del Vestido en Jalisco exhorta a las autoridades a garantizar el ingreso legal de la mercancía al país

GUADALAJARA, JALISCO (16/AGO/2011).- Los daños que causa la ropa usada no se limitan sólo a las afectaciones a la salud, que son preocupantes, también impacta a la economía de los industriales del sector, directamente a la generación de empleo, por la competencia desleal; además, son un reflejo fiel de las condiciones precarias en las que viven muchas familias.

El presidente de la Cámara de la Industria del Vestido en Jalisco, Sergio López de la Cerda, señaló al mercado de ropa usada como una de las grandes preocupaciones de la actividad por los múltiples daños que ocasiona.

Al detallar cada uno de los impactos, indicó: “Regularmente toda esta ropa ingresa literalmente de contrabando, la meten como producto de muestra o como trapo, cuando realmente se compra y se almacena. Es ropa dañada o que la recolectan de familias que desechan, de hospitales que desechan y lo que hacen es que aglutinan esta ropa, la compactan.

“La segunda parte de esto es que permanece al exterior en lugares sin ningún tipo de protección y así pueden pasar meses, hasta años, expuestas a la humedad, esto genera que se produzcan hongos que causan infecciones y esa ropa llega a poblados o hasta grandes zonas urbanas y se vende a bajo costo”.

Precisamente por los precios bajos en los que la comercializan, son prendas vendidas, en su mayoría, a gente de escasos recursos. Ello habla de las dificultades económicas a las que se enfrentan muchas familias. Ése es el punto lamentable en perspectiva social. Los gobiernos no han logrado las políticas idóneas para elevar la calidad de vida de la población que les permita comprar ropa digna.

Además, estos grupos vulnerables quedan expuestos al contagio de enfermedades, porque es un hecho, dijo, que todas las prendas están contaminadas por las condiciones en que las manejan.

Al referirse al impacto directo a la industria local, aseveró que 12% de la venta de ropa en general son prendas usadas. “Son cantidades muy grandes y el tratamiento de toda la ropa usada es tal cual lo describo”.

Destacó el caso de prendas nuevas que incluso traen etiqueta; éstas las adquieren de tiendas en donde no se vendieron, pero con el tiempo la tela se daña. “Sí la compran a almacenes, hasta ahí es razonable, el problema viene después, porque al compactarla la mezclan con prendas usadas, se deterioran y se contaminan, porque al ponerla en pacas meten dos o tres prendas nuevas con las usadas, y después se exponen a las altas temperaturas, moscos, etcétera”.

Exhortó, primero, a las autoridades a que se aseguren que el ingreso a México sea por la vía legal; segundo, a la industria del vestido a que genere productos para un segmento social que no tiene acceso a ropa con precio mayor que el que pagan por esas prendas, y el tercer exhorto es a la sociedad en general, autoridades y empresarios, para garantizar ingresos suficientes para que puedan comprar ropa nueva.

“Evidentemente para que compren eso es porque no les alcanza para nada. Lo hacen por necesidad”.

Crónica

Mezquitán “Fashion Mall”

“Oiga, bonita, ¿qué cree?, ya abrí cuatro pacas de ropa mixta: pantalones de pana, gabardinas, shorts, faldas, blusas, vestidos. Venga y haga bola aunque no compre, no importa, véngase a divertir un rato. ¡Pásele mi reina!”. Así es como desde hace más de ocho años “Francis” invita a los paseantes del tianguis de Mezquitán a llegar a su puesto de tres metros de largo por dos y medio de ancho para que compren “ropa de segunda mano”, que cada martes se monta cerca de la estación del Tren Ligero, sobre la Avenida Federalismo.

Montañas de “ropa nueva de saldos, traída desde Estados Unidos”, se posan sobre enormes tablones que simulan ser mesas. Prácticamente hay que echarse un clavado para saber qué tipo de prendas se encuentran ahí, revueltas y manoseadas constantemente por cientos de personas que no están dispuestas a pagar más de 100 pesos por lo que ahí se oferta.

“Francis” tiene una voz inconfundible. Saluda y le pregunta al curioso que espulga las filas de “camisas de marca, nuevas. ¿Qué buscas?, ¿qué quieres?, ¿qué talla eres?”. En este puesto del también conocido como Mezquitán “Fashion Mall”, vienen todo tipo de personas: amas de casa, estudiantes de preparatoria y universidad, niños y señores de corbata y portafolio a encontrar, por no más de 120 pesos, camisas de la marca Abercrombie, Nautica, Ralph Lauren, Lacoste y Armani, entre otras, cuando su precio en tiendas oficiales supera fácilmente los 800 pesos.

La atención al cliente es primordial, al igual que las ofertas. “Si te las llevas todas te las voy a dar parejo, a 60 pesos cada una, es lo menos”, comenta en voz baja “Francis” a una indecisa mujer con siete blusas en mano. En el puesto de enfrente, con un cartel notablemente maltratado de cartulina rosa, se anuncia que esa misma prenda se vende a 40 pesos, pero la vendedora de cabello rubio adelanta el paso y convence a su compradora. En menos de dos minutos, “Francis” logra una venta de 420 pesos.

Según “Francis”, toda la ropa es nueva, en su puesto nada es usado. Hay que procurar llegar desde temprano, mínimo desde las nueve de la mañana, para comprar lo más nuevo, “lo recién salido de las pacas”. La experta comerciante acepta que es difícil que “las pacas gringas” entren a México, siempre se tiene que cooperar económicamente con la autoridad para que no surja ningún problema y la ropa sea retenida.

En punto de las 14:00 horas el cielo se nubla en Guadalajara. “Francis” sigue gritando, anuncia que ya se va, pero regresará con mejor ropa no sólo a Mezquitán “Fashion Mall” sino también al Tianguis del Sol. Por los pasillos no sólo se ve a personas con bolsas repletas de ropa recién comprada, también hay “mirones” parados sobre algunas sillas altas que resguardan la mercancía amontonada bajo las desgastadas lonas. Ellos observan cada movimiento del comprador, si agarra prendas y paga por éstas o si tiene alguna intención de llevársela inadvertidamente.

Ficha Técnica


Diferencia en precios


El costo de las prendas entre un negocio establecido y un puesto informal de venta de ropa usada puede tener una diferencia de hasta 1,000%, razón única y contundente por la que el comprador de escasos recursos prefiere asistir a los puntos conocidos por vender ropa “de segunda mano”.

Una de las prendas más buscadas y vendidas en prácticamente todos los negocios en donde se comercialice ropa es el pantalón de mezclilla.

Para mostrar la diferencia de precios se tomó como referencia un pantalón para caballero de la marca Levi’s. En un almacén de prestigio el precio es de 700 pesos, mientras que en un tianguis de ropa usada o nueva importada de Estados Unidos, como la anuncian, en el Oriente de la ciudad, en la zona de San Juan Bosco, el precio del pantalón de mezclilla de la marca mencionada es de 70 pesos.

Otro ejemplo: también un pantalón de la marca Tommy Hilfiger para dama en la tienda departamental es de más de mil pesos, dependiendo del modelo, mientras en el tianguis se vende en 150 pesos en promedio, el costo más alto que se encontró fue de 300 pesos, es decir, entre 700 y 900 pesos menos.
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