Jalisco
Cita en la ciudad
Como hoja, como texto, como libro…
Una, aquella que la sitúa como un “texto inacabado”; ése que se sigue escribiendo permanentemente, confirmando tanto la condición dinámica, como la condición inmensurable que caracteriza hoy en día a las principales huellas urbanas. Esta idea también nos permite y obliga a ampliar horizontes, a seguir “edificando” esa historia; nos da esperanza, pero con el enorme compromiso de entender o al menos leer, lo que estaba escrito antes. El texto se convierte entonces en ese “pasado o presente continuo”, lo que escribes hoy, viene de lo escrito ayer y será fuente de lo que se escriba mañana.
Dos, aquella otra que describe a la ciudad como “un libro abierto”; siempre lo puedes leer y redescubrir, está expuesto a los ojos de quienes quieran detenerse, quienes lo quieran hojear, está a la vista de todos. Sus historias, sus realidades sus logros y derrotas, sus fortalezas y debilidades. Los atributos y características resultan ser públicos, por lo que entender esa realidad es responsabilidad de la capacidad y voluntad de cada uno en particular y de todos, al convertirse en lugar común.
Ambas descripciones reflejan la magia, los compromisos, las sorpresas y las maravillas que ofrecen y ocultan ambos: los libros y la ciudades; la FIL y Guadalajara.
En medio de intentos fallidos por comprar la receta internacional de que los grandes eventos internacionales –léase Juegos Panamericanos–, o las grandes franquicias culturales –léase Museo Guggenheim–, son garantía de desarrollo para cualquier ciudad; aparece la Feria Internacional del Libro en una metrópoli de pocos lectores. Asumida ya como un evento de todos, la FIL es un proyecto a largo plazo que la ciudad lo ha hecho propio, lo ha construido de a poco y con la colaboración de todos. Al mismo tiempo que fue fortaleciendo su presencia local, lo hizo a nivel nacional e internacional. Hoy tiene un bien ganado equilibrio entre el reconocimiento de los tapatíos, como el que goza en otros países, sobre todo los de habla hispana.
Sin embargo, su fortalecimiento como evento cultural, si bien ha permeado otras áreas de la cultura y hoy tenemos más eventos y actividades de primer nivel en nuestra ciudad; la infraestructura –no sólo la vehicular– de la urbe, no ha ido de la mano con este logro de ciudad. Mas allá del crecimiento espacial de la Expo-Guadalajara y la reciente aparición de nuevos hoteles, la ciudad no ha logrado capitalizar un desarrollo urbano para que los ojos del mundo de la cultura que cada año vienen a Guadalajara por la FIL, reconozcan y difundan la capacidad local no sólo para ponerse de acuerdo en cómo hacer un evento, sino también como avanzar en la construcción de una mejor ciudad.
Hoy con Los Ángeles como ciudad invitada, tenemos mucho que aprender y compartir. Bajo el tenor urbano, esa ciudad, cuna de grandes arquitectos, importantes obras y universidades, así como de una diversidad cultural inabarcable, es también la “personificación” del efecto auto-particular sobre el territorio. Con una obscena cantidad de carreteras y planchas de estacionamiento, el automóvil domina la superficie urbana, la recuperación del centro entre otros proyectos, son acciones en el marco del reconocimiento al difícil escenario urbano a futuro.
Finalmente, parafraseando el titulo del libro de los catalanes Parcerisa y Rubert de Ventos: “La ciudad no es una hoja en blanco”, donde se pone de manifiesto que no se puede planear con alarde de autosuficiencia de quien no reconozca a la ciudad como “un gran registro de sucesos”. Retomo la idea de “texto inacabado”: tenemos la oportunidad y el derecho de seguir escribiendo en esta hoja, pero asumiendo que está “cargada de rasgos adquiridos”. Reconocernos en esta historia pero ser capaces de escribir responsablemente la que viene, es nuestro gran reto. Tal vez entonces, en los pasillos de la FIL, habrá un libro que narre la exitosa experiencia urbana de Guadalajara.
alfredo@infotectura.org
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