Jalisco
Cita en la ciudad
Por Alfredo Hidalgo Rasmussen
Tal vez sea ese el problema, o porque no se cree en lo que se dice, o porque después de todo tendremos un proyecto accidentado y golpeado, que ha desgastado la idea de hacer ciudad, y ha marginado el papel de los especialistas, la opinión pública y el sentido social.
¿Acaso hay tiempo para que sea diferente? Apenas se negó el crédito en el que se centró la discusión del proyecto durante las últimas semanas, salieron voces que no se habían pronunciado antes; ahora hasta grupos empresariales y el Gobierno del Estado verán alternativas para conseguir los recursos que antes sólo dependían del endeudamiento del Municipio, ¿lo lograrán?
La discusión y las probabilidades de que se desarrolle este gran proyecto urbano de 230,000 m2 en el Centro de la ciudad, que se anunciaba como un buen pretexto para redensificar el Centro Histórico de Guadalajara, en el marco de un evento internacional para resignificar la ciudad; ya no está en manos de urbanistas, arquitectos, sociólogos, antropólogos, ingenieros ni de ningún otro especialista del urbanismo y la planificación. En estos momentos es sólo un asunto político y económico.
La oportunidad de que el conocimiento científico de profesionales de la ciudad se pusiera al servicio de un significativo proyecto ya pasó, y hay que decirlo: se desaprovechó. Hoy toca de nuevo que decidan quienes son de facto, los que realmente han construido la ciudad que tenemos: los gobernantes en turno y los desarrolladores; de acuerdo a su naturaleza, unos en busca del poder, y otros, del negocio.
Ante este escenario y estos dos objetivos, mientras en ese campo no se tome una decisión o se llegue a un acuerdo, todo lo demás sale sobrando. No se trata de desconocer el papel fundamental que representa en cualquier proyecto metropolitano el factor político y financiero; finalmente es lo que otorga datos obligados para definir la viabilidad de toda iniciativa a esta escala. Sin embargo, en un escenario ideal, con procedimientos adecuados, no se debió arriesgar la calidad de lo que se hereda a la ciudad, hubo tiempo para hacerlo bien. Hoy, ante la presión del tiempo, hay riesgo.
De todas las experiencias tenemos que aprender. Hoy la discusión acerca de la Villa nos tiene frente a un acontecimiento público, un hecho que explicaría la tesis de la socióloga holandesa Noortje Marres “No Issue, No Politics”, que asegura que la política no se hace a partir de un programa ideológico, sino de asuntos. Si no hay asuntos, no hay política. La Villa se ha convertido en asunto.
En medio de este estira y afloja, se mantiene la esperanza de muchos ciudadanos para que finalmente se lleve a cabo un buen proyecto, con el menor cargo al erario público municipal y poniendo a prueba la habilidad de nuestros gobiernos actuales y futuros, para encontrar la mejor salida; entonces podrá regresar el proyecto al campo de los especialistas con el consenso de los ciudadanos. Cuando esto ocurra, se deberá considerar: uno, convocar equipos capaces, considerando tanto a quienes han participado en el proceso, como también comprometer a los importantes grupos, cámaras y especialistas que se han pronunciado sobre el asunto, involucrándolos de fondo. Dos, establecer un mecanismo para que en este periodo de transición, la nueva administración municipal se involucre. Así podremos cumplir en tiempo.
Si como apunta el arquitecto y crítico español Vicente Guallart: “Cada generación construye su propia ciudad, en función de las condiciones sociales, económicas, tecnológicas y culturales de su tiempo”, sabremos dentro de poco a qué generación le tocó decidir y construir la ciudad que hoy discutimos. Espero que sea una oportunidad para que las nuevas generaciones entren al relevo.
alfredo@infotectura.org
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