Jalisco

Ciencia y espíritu, equilibrio perfecto en la atención de salud: Rigoberta Menchú

La Premio Nobel de La Paz aseveró que los médicos deberían conciliar un equilibrio entre lo interno y lo material para ser mejores profesionistas

GUADALAJARA, JALISCO.- La salud en el ser humano, además del plano físico, está íntimamente ligada al entorno familiar, que en tiempos pasados era de paz.

Ahora, la familia está siendo abarcada por un ambiente violento y por la falta de valores que se generaliza a nivel mundial.

“Nos hemos divorciado de nuestro entorno colectivo, para vivir como productos, y eso provoca una desvalorización del ser humano”, aseguró hoy la Premio Nobel de La Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, al impartir su conferencia “La salud como derecho fundamental”, dentro del Congreso Internacional de Avances en Medicina Hospital Civil de Guadalajara.

Rodeada de una gran cantidad de médicos y demás profesionales de la salud, Menchú Tum agradeció, de primera instancia, a sus ancestros por un nuevo día.

Después se hizo la pregunta ¿Qué es la salud?, y la respuesta tuvo muchas variantes. Dijo que el dolor físico un médico lo puede quitar, sin embargo, el sufrimiento sólo puede desaparecer con el trabajo espiritual que realice cada persona.

Señaló que además de hablar de medicina, los médicos también deberían pensar como seres humanos que son, y conciliar un equilibrio entre la ciencia y lo material, y lo interno y espiritual, para ser mejores profesionistas.
“Que la ciencia y la tecnología no nos vuelva cuadrados, inhumanos”, indicó.

La también ganadora del premio “Educación para la paz” de la UNESCO, señaló que la crisis humana actual está caracterizada por la falta de fe, de valores, de salud y de creencias, así como problemas en la política y en la economía.

Por último, durante su intervención habló de la necesidad de poner atención en las universidades de medicina, para que sus profesionistas piensen que la tecnología debe estar complementada con el sentido común, y con el saber escuchar a quien tiene dolor, pero también a quien sufre.

EL INFORMADOR / THAMARA VILLASEÑOR

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