Jalisco

—Chantaje

¿Es eso lo digno, lo civilizado, lo conducente, sobre todo en tratándose de universitarios; es decir, de gente pensante...?

Mera hipótesis: si un barbaján irrumpe en un banco, en una oficina burocrática, en la taquilla de un cine o en la caja de un supermercado, y, a la soberana Ley de sus Pistolas, pasando por encima de normas elementales de urbanidad o disposiciones expresas para el funcionamiento de esos sitios, atropella a los ciudadanos que ordenadamente hacen fila para plantarse adelante de todos, ¿no sería lo normal que los ciudadanos afectados llamaran al policía más cercano y le exigieran que, en ejercicio de su condición de “guardián del orden público” desalojara al patán que se pasó por el arco del triunfo las más elementales normas de convivencia social...?

—II—

En cambio, si varios grupos de supuestos estudiantes —o, al menos, de jóvenes que se ostentan como tales— irrumpen en diversas dependencias públicas (las secretarías de Promoción Económica, de Finanzas y General de Gobierno), con tambores, silbatos y pancartas, y con su estrépito molestan y aun asustan tanto a diligentes burócratas —permítase la paradoja— como a apacibles ciudadanos, e interrumpen el funcionamiento normal de dichas oficinas, parecería contradictorio que la autoridad asumiera una actitud meramente contemplativa... Sin embargo, cualquiera entiende que la autoridad, en tal circunstancia, tiene que utilizar los verbos que empleó el secretario General de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez: “Escuchar y respetar”. Es lo prudente. Lo de menos es que se interprete que, en realidad, tolera en una chusma lo que en un individuo aislado sería intolerable... precisamente porque se trata de una chusma.

—III—

Hasta ahí los hechos. En cuanto al trasfondo de los hechos, si la pugna de la Universidad de Guadalajara es con el Gobierno del Estado, ¿por qué asimilar su “resistencia civil pacífica” con el burdo chantaje que representan las molestias e incomodidades para el ciudadano común, de cuyo bolsillo de contribuyente salen, finalmente, los dineros que se reclaman?... ¿Se supone que esa estrategia representa un argumento racional, dialécticamente convincente, capaz de sacar de su posible error al Gobierno, reacio a entregar los 701 millones de pesos que a grito pelado se le exigen, y de persuadirlo a que acceda a la demanda?... ¿O se trata, si no, de torcerle el brazo para que los entregue de cualquier manera, como quien, por espantarse a la mosca que lo fastidia desde hace rato, acaba estrellándose el matamoscas en la nariz?...

¿Es eso lo digno, lo civilizado, lo conducente, sobre todo en tratándose de universitarios; es decir, de gente pensante...?
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