Jalisco

Casi una quinta parte de ZMG fue alterada para construir vivienda

Tlaquepaque, Zapopan y Guadalajara, localidades más afectadas en 70 años

GUADALAJARA, JALISCO (27/SEP/2012).- La urbanización y construcción de vivienda durante la segunda mitad del siglo XX en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), ha ido en detrimento del paisaje y la topografía natural de la Perla Tapatía. Al menos el 18% de la ciudad, casi una quinta parte, está asentada en zonas que debieron modificar su suelo para dar paso a las colonias.

La afectación no es menor. Se trata de casi seis mil hectáreas de terreno modificado, espacio por donde antes había laderas, barrancas, depresiones, humedales, y además fluía el sistema de drenaje natural de la metrópoli: sus ríos.

Para dar paso a los asentamientos humanos, esas zonas fueron alteradas y rellenadas con cualquier tipo de material; entre ellos, basura y escombro. Aunado a ello, las laderas también resultaron afectadas para crear bancos de extracción de materiales de construcción, las llamadas canteras.

Un estudio que ventila el Instituto de Información Territorial del Estado de Jalisco (IITEJ), detalla que los municipios cuya superficie ha resultado más afectada son, en ese orden: San Pedro Tlaquepaque, Zapopan y Guadalajara.

La modificación ambiental es grave, y de acuerdo a esa instancia, también irreversible. Afectar el drenaje natural, los cauces de la metrópoli, a lo largo de los años ha agravado las secuelas de la urbanización, lo que hoy día afectan a millones de habitantes de esta ciudad: inundaciones, hundimientos y deslizamientos de lodo y piedra.

“A partir de la década de los 40s se aceleró la modificación del paisaje natural de lo que ahora es la ZMG. Empezando por las barrancas cercanas al centro de la ciudad, como eran las de Mezquitán, Belén y Barranca Ancha, en donde ahora se asientan colonias aledañas a la Normal. Para los años 1960 se avanza sobre las barrancas de Mezquitán Country, Chapultepec Country y la de los Colomos; donde también se ubicaban numerosos ramales del río Atemajac. A este proceso de alteración se agregan de manera sobresaliente los causes del río San Juan de Dios, y los arroyos del Arenal, el Álamo y el Chicalote”.

En adición a esto, se modificaron “severamente” las laderas de los cerros de Santa María, el Gachupín, el Cuatro, el Colli y el Tapatío; todos habitados en la actualidad. “De la misma manera humedales y depresiones se han sumado a la urbanización, entre los que destacan el área de Las Pintas, el Dean y la zona del río y la presa de Osorio”.

Durante las décadas en que se inició con la urbanización de esas zonas, Guadalajara carecía de una normatividad que regulara las alteraciones. Hoy, la Secretaría del Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades), a nivel estatal, aprobó una norma en 2003 para atender estas eventualidades; y a nivel federal, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha hecho lo propio para disminuir las afectaciones.

Entretanto, el IITEJ lanza un exhorto tanto a constructoras como a sociedad, para que observen el cumplimiento de estas normas y “que los tres órdenes de gobierno den seguimiento a su puntual aplicación”, toda vez que “de esa manera se aprovecharán las lecciones del pasado en los procesos actuales de urbanización”.

“Es también muy importante que la planeación urbana ponga especial cuidado en la recuperación, conservación y respeto por el territorio y el medio ambiente”.

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA
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