Jalisco

Camino a casa

Miles de personas madrugaron para acompañar a la Virgen de Zapopan desde su salida de la Catedral

Para cualquier mirada externa es difícil explicar qué mueve a cientos de miles de personas a congregarse no sólo a escuchar una misa a las cinco de la mañana, sino a esperar toda la noche  afuera de la Catedral Metropolitana con una temperatura de 12 grados centígrados. Los feligreses vienen en familia, y para resistir el frío a la intemperie llevan lo que sea: cartones, sarapes, cobertores.

Para algunos es un “sacrificio” que vale la pena, porque a partir de las 6:00 am habrá que recorrer a un paso muy lento siete kilómetros hasta la Basílica de Zapopan. No importan los compromisos laborales, la ciudad está semiparalizada: la mañana es exclusivamente para acompañar a “La Generala” y para agradecerle los milagros concedidos durante el año.

La voz que sale de la bocina instalada afuera del templo despierta a los feligreses, a pesar de que los cantos son poco audibles por la baja calidad del sonido, la gente intenta seguir la letra para no perder el coro que despide a la Virgen de Zapopan: “Adiós, adiós, oh madre mía”. La emoción aumenta al momento en que la “Patrona de Guadalajara” es escoltada por la Guardia de Honor que ha de llevarla hasta su destino. Pero es una emoción discreta, respetuosa, distinta a la de las manifestaciones explosivas de otros eventos masivos.

En camino, por las avenidas de Alcalde y Ávila Camacho, se mezclan infinidad de imágenes y de personajes que nada tienen que ver con la Romería, pero que pueden perfectamente convivir en un mismo espacio.

Los vendedores ambulantes no solamente ofrecen calendarios con la imagen de la Virgen de Zapopan, de San Judas Tadeo, el Sagrado Corazón de Jesús, sino que junto a ellos está también un mortal que ya es considerado un “santo” que es capaz de hacer milagros en los partidos de futbol: Javier “Chicharito” Hernández. Otros que compiten por el fervor se esconden detrás de las máscaras de luchadores emblemáticos como el Santo, Blue Demon, o de héroes más recientes como Místico y el Rey Misterio, que es la nueva favorita de los niños. Los vendedores ambulantes aprovechan la aglomeración y sin importar la fecha también se ofrecen las máscaras de monstruos del Chucky y Jason.

Son pocos los comercios abiertos a una hora tan temprana, sólo los restaurantes chinos se aventuran para ofrecer el desayuno, y algunas tiendas de autoservicio. Pero los más exitosos son los puestos de tamales acompañados de atole y café de olla, y los de pan dulce.

A las imágenes multicolores se agregan los sonidos estruendosos de los tambores de las distintas bandas de guerra y los rítmicos golpes de los danzantes se mezclan con la oración del Ave María que emite un sacerdote a través de un alta voz, al tiempo que otro intenta animar a la gente con los gritos de “¡Viva La Generala! ¡Viva Cristo Rey!”. Finalmente se suma el canto para completar el caos auditivo: “Paloma blanca hoy te vamos a saludar, saludando a tu belleza en tu reino celestial”.

Los fieles continúan su marcha, hay quienes para pagar su manda van descalzos resistiendo el frío del asfalto, unos más que por motivos de salud o por la edad ya no pueden caminar son empujados en silla de ruedas porque para ellos es imperativo estar ahí con “Nuestra Pacificadora”.


La llegada  

La Romería o la “llevada” de la Virgen de Zapopan a su trono en la Basílica es una tradición que viene desde el siglo XVIII y que ha tenido algunas variaciones a través de los años. Hoy la temática de moda, la defensa de la familia, marca la Romería. Pequeños carteles que rezan “¡Oh Virgen de Zapopan! Protege la familia” hacen que la Romería sea también una manifestación.

Pese a que se trata de una celebración, era impensable en los años de la Colonia Española que alguna vez se tocaría afuera de la Basílica música tropical para recibir a “La Generala”, y menos que una chica de acento venezolano exhortara a los fieles a seguirla en el coro: “Qué sería de mí sin ti, si no hubieras llegado a mi vida, dónde estaría yo”. Pero la gran multitud permanece pasiva, está agotada por esperar tantas horas para cumplir el deseo de ver de cerca a la Patrona. Hay otro intento por prender el ambiente al indicarles que hagan la ola, desde la Basílica hasta los arcos de Zapopan donde ya se encuentra la Virgen. Gana el cansancio.

Para entonces el Sol ha subido y la temperatura también y a las 10:00 horas los abrigos y chamarras salen sobrando ante el calor ya presente. Primero pasa el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien es recibido con aplausos, y unos minutos después “La Generala”.

Muchos caen doblegados por el cansancio, no se enteran del paso de la Virgen, tampoco escuchan la misa que da el Cardenal. La mayoría  está atenta a la misa, se hincan, rezan y agradecen. A las 11:30 horas concluye la celebración de la Eucaristía, y se hace una larga fila para ingresar a la Basílica para dar gracias de cerca a la Patrona. Una señora en medio del agotamiento dice: “Ay, yo mejor vengo otro día”.
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