Jalisco

Bares ruidosos deshabitan colonias

Ayuntamientos carecen de ordenamientos para controlar la contaminación auditiva, mientras los giros restringidos irrumpen la tranquilidad de zonas habitacionales como Chapultepec

-El ruido de antros afecta salud
de los vecinos de Chapultepec

GUADALAJARA, JALISCO (13/JUN/2011).-
El ruido de los bares ya reventó los nervios de vecinos de la zona de Chapultepec: “Estamos hartos”. “Esta colonia es un infierno”. “No me dejan dormir y todos los días tengo que levantarme a las seis de la mañana; ya no aguanto…”.

La desesperación de colonos es un factor común. Llegan cansados de trabajar y, apenas cae la noche, empieza a retumbar la música en todos los rincones de sus viviendas. Se ponen almohadas o tapones en los oídos, se acomodan de un lado y de otro. Respiran, tratan de relajarse, pero la situación es insoportable.

Las colonias Americana y Lafayette han sido la “zona rosa” de Guadalajara. Por eso era de las más atractivas para vivir, hasta que comenzaron a proliferar negocios ruidosos, muchos de ellos al aire libre, ya que el reglamento es ambiguo. La única especificación para todo tipo de giros restringidos es que no hagan ruido, y de ahí cada locatario lo interpreta a su antojo.

La doctora en Ciencias, Martha Georgina Orozco, investigadora del Laboratorio de Salud Ambiental de la Universidad de Guadalajara, resalta que los municipios no tienen un reglamento específico para controlar el ruido de giros recreativos. El único instrumento en el que pueden apoyarse es la NOM-081, que establece los límites máximos permisibles de emisiones de ruido de las fuentes fijas, pero éste se usa sólo cuando hay quejas de vecinos y no hay nada que limite la apertura de este tipo de negocios.

De acuerdo con esta norma, lo máximo permitido por las noches son 65 decibeles. Sin embargo, en un recorrido que hizo este diario en fincas de los alrededores de El Casette (uno de los antros de los que más se quejan los vecinos), se registraron hasta 110 decibeles.

Y aunque colonos piden el auxilio de la Policía, “a veces contesta, a veces no”. De lograr el contacto, los gendarmes dicen que le toca a la Dirección de Inspección y Reglamentos de Guadalajara, oficina que a esa hora no trabaja.

En el día, los afectados van a quejarse y en el Ayuntamiento tapatío anotan el reporte, pero pasa el tiempo y no hay acciones para controlar la contaminación auditiva de los antros.
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