Jalisco
—Axiomas
Slim, con la afirmación —cuasiaxiomática también— de que el antídoto contra la pobreza no es la caridad, sino la inversión
—II—
Sin embargo, tanto el empresario que desde hace años se mantiene cómodamente instalado en el medallero entre los hombres más ricos del mundo (en un país en que los 200 años del inicio de la Independencia y de “Los Sentimientos de la Nación” en que Morelos se pronunciaba por “abatir el abismo entre la extrema indigencia y la extrema opulencia”, se festejan con costosa ramplonería pueblerina... y con el dato de que 60 millones de mexicanos sobreviven en niveles de pobreza), como el arzobispo primado de México, han proclamado verdades rotundas con respecto a la marginación económica de los más. Rivera, en una frase que, más que de aforismo, merece el rango de axioma: “Dar limosna sólo sirve para producir limosneros”. Slim, con la afirmación —cuasiaxiomática también— de que el antídoto contra la pobreza no es la caridad, sino la inversión.
Del arzobispo primado, cualquiera pensaría que se inclinaría hacia el acatamiento del mandato evangélico: “Dar de comer al hambriento y de beber al sediento”. Sin embargo, queda claro que no se trata de aplicar el precepto al pie de la letra, ni de entender la caridad de manera acrítica, so pena de que se cumpla el adagio: “Dale a un pobre el pan de cada día, y todos los días te pedirá el pan”.
Del mexicano que se habla de tú con la aristocracia mundial del capital, se esperaría que predicara con el ejemplo y pusiera a sus colegas la muestra de cómo puede invertirse en este país en empresas que generen empleo, sí... pero también bienestar social, otorgando salarios dignos, verdaderamente remuneradores, justos —a tono con su productividad— a los trabajadores.
—III—
De paso, es obvio que ambos personajes, quizá sin proponérselo, han disparado una certera crítica a las políticas populistas —pródigas en dádivas, avaras en oportunidades— a los gobiernos... de antes y después de “El cambio”.
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