Jalisco
Anillos de compromiso
El proyecto del puente vial sobre Ávila Camacho muestra la dificultad de seguir gobernando bajo condiciones para las cuales no se prepararon nuevos talentos profesionales para gobernar
Sin embargo, los tiempos nuevos parecen mostrar que el péndulo se ha volcado hasta el otro extremo. La capacidad gubernamental se ve encogida ante una actividad social alebrestada y deseosa de hacerse notar. Es un síndrome nacional que se vive en aumento desde el fallido proyecto del nuevo aeropuerto capitalino que se intentó construir en San Salvador Atengo, Texcoco, cuya cancelación marcó la tónica del inicio del cambio en las relaciones entre el Gobierno y la sociedad a lo largo y ancho de la República Mexicana. Los machetes se alzaron frente la papelería autista de la burocracia.
El proyecto del puente vial sobre Ávila Camacho muestra la dificultad de seguir gobernando bajo condiciones para las cuales no se prepararon nuevos talentos profesionales para gobernar. Habiendo quedado rebasado el obsoleto estilo antiguo, el liderazgo de la nueva generación no acaba de completarse.
Como parte del diseño urbano planeado para la metrópoli tapatía, desde hace ya varias décadas se trazaron tres anillos viales para rodear la zona central de la ciudad y orientar el tráfico vehicular de una manera más fluida hacia sus extensiones. El circuito de Circunvalación fue proyectado como el primer anillo de Guadalajara, nombrado apropiadamente. La Avenida de la Patria sería el segundo y el Periférico el tercero. Recientemente, a causa del crecimiento urbano desordenado, se ha proyectado un “macrolibramiento” para permitir que el transito foráneo pueda rodear completamente a la ciudad sin ingresar a ella.
Desconcertantemente, ninguno de los tres anillos viales proyectados se completó. A todos se les invirtió mucho tiempo, dinero, esfuerzo y obra, pero sesgadamente. Algunas secciones planteadas en los tres anillos se completaron y se siguen mejorando, en la parte Poniente de la ciudad. Hacia el Oriente el cuento es otro por razones de nuestra historia local.
La fundación de Guadalajara, al Poniente del Río San Juan de Dios, sirvió para cumplir con el requisito de las Leyes de Indias que ordenaban que los asentamientos españoles de la Colonia deberían estar aislados de donde vivían los indígenas, pues los primeros estaban mayormente situados ya del otro lado, donde se inundaba menos y se vivía mejor. Sin embargo, con esto se produjo el estigma de una ciudad partida que ha permanecido por generaciones. Dicho en la frase popularizada “de la Calzada para allá y de la Calzada para acá”, nuestra ciudad se ha entendido y gestionado cargando este vicio de origen.
Visto desde una óptica más vasta, el puente de Ávila Camacho es sólo un fragmento, de un anillo, de un proyecto, de una ciudad cuyos compromisos aún esperan ser cumplidos justa y equitativamente. Ciertamente, hay motivos para inquietarse por esta obra. Pero los principales afectados están lejos de ahí. Más bien están en las partes donde los circuitos de Circunvalación, de Patria y del Periférico han caído en la negligencia, en el olvido y en la falta de capacidad gubernamental para llevar una brújula, un rumbo, una visión, un compromiso.
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