Jalisco
Alfaro y su partido por la mitad
Captura a la gente su lenguaje ruidoso, rotundo y combativo, aunque sus argumentos suelen debilitarse ante los primeros rigores del análisis
Pero a fuerza de buscar noticias para abrir semana, muchas acaban por ser poco interesantes. Justo eso pasó con las antes mencionadas, porque nada en concreto resultó de la reunión de alcaldes, ni los discursos harán efectivo el federalismo, ni el enésimo pleito entre perredistas será el definitivo.
Pero de este último tema puede rescatarse la observación de un personaje político que podría consumirse rápidamente en los fuegos de sus luchas. Es el presidente municipal de Tlajomulco de Zúñiga, Enrique Alfaro Ramírez, quien dirige un bloqueo a las oficinas de su partido, el PRD. Se trata de un sitiamiento literal, porque tapiaron con ladrillo y argamasa las puertas del edificio.
Alfaro es un alcalde popular. Captura a la gente su lenguaje ruidoso, rotundo y combativo, aunque sus argumentos suelen debilitarse ante los primeros rigores del análisis. La suya es la imagen efectivista de un político que aprendió en casa, bajo la tutela de un ex rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Alfaro Anguiano, las maniobras que permiten el ascenso en la veleidosa carrera del poder.
Pero también es un alcalde que demuestra conocimiento. Acometió hasta ahora, con éxito relativo, proyectos que pasaron del papel a la acción en apenas meses: aumentar la recaudación municipal; obras básicas que prácticamente anularon las grandes inundaciones ocasionadas por las lluvias.
Dio los primeros pasos para conseguir lo que a sus antecesores más próximos les hubieran parecido hazañas: elaborar una estrategia jurídica que podría obligar al aeropuerto a pagar impuestos al municipio; un pequeño pero sostenido proceso de renovación de la Policía; un proyecto para una nueva línea de tren ligero, e incluso avanzó —aunque ahora está estancado— en el objetivo de albergar un nuevo centro de la Universidad de Guadalajara.
Alfaro consiguió en menos de un año ubicar a Tlajomulco en la agenda estatal. Eso no es poco porque compite abiertamente con Tlaquepaque (Tonalá está borrado) y en Zapopan, el segundo municipio más rico y poblado de Jalisco, al menos el alcalde envidia abiertamente sus gestiones.
Pero el político eficiente juega en el filo de la navaja.
Se enfrenta a un rival que no puede vencer: Raúl Padilla, en una estrategia que tanto puede recompensarlo como eliminarlo. Su aliado natural es el gobernador Emilio González, que por su errática conducta puede abandonarlo ahora mismo.
Su capital debiera estar en su partido político, pero Alfaro encontró que el partido tenía dueño, el mismo Padilla, y éste no admite aliados sino subordinados. Optó por no someterse. Alfaro está atrapado en el clásico dilema de ser cabeza de ratón o cola de león y milita en un partido que está muy partido. Todavía le quedan recursos y uno de ellos es que se le identifica como un lógico aspirante a la gubernatura.
Quizá es pronto, aunque precisamente tiempo es lo que le falta.
Síguenos en