Jalisco

Aguas

Guadalajara es un monstruo que requiere cada vez más agua para sobrevivir

Cuando a finales del siglo XX se decía que las guerras del siglo XXI iban a ser por el agua, nos imaginábamos a dos países norteafricanos peleándose por un oasis. Cuando se decía que el tema del siglo XXI sería sin duda el agua, pensábamos en las grandes conferencias internacionales y cumbres de presidentes discutiendo el tema. Pero nunca pensamos ni nos imaginamos, simplemente porque no queríamos verlo, que las batallas por el agua las tendríamos en nuestra ciudad y con nosotros mismos.

Las preguntas de fondo son dos: de quién es el agua y quién decide sobre el agua. Sabiamente la Constitución define que el agua es un recurso federal, es decir, los estados, aunque soberanos, no pueden disponer arbitrariamente de los recursos hidráulicos que pasan por su territorio, porque el agua no tiene lógica política, no vive en ningún Estado, ni vota en ningún distrito, su lógica es de cuencas. El agua es, pues, un tema federal, pero las afectaciones sobre las decisiones del agua son locales, y es esa contradicción la que hace tan compleja su administración.

Guadalajara es un monstruo que requiere cada vez más agua para sobrevivir. Desde hace muchos años es incapaz de vivir con el agua de su propio valle y comenzamos a traerla cada vez de más lejos. Primero de Chapala y luego de Los Altos. Tras 20 años de indecisiones, hoy Guadalajara requiere urgentemente más agua, pero cualquier decisión que se tome afecta a terceros.

Si se construye la presa con cortina de 120 metros en Temacapulín, se inunda un pueblo que, con toda lógica se defiende como gato boca arriba. Para los cuatro millones de habitantes de la ciudad, las 120 familias de Temacapulín son una nada; para los de “Temaca”, son todo. Si se hace un nuevo acueducto para extraer de Chapala el volumen completo de la concesión, los habitantes de la ribera se sienten afectados. No hay poder humano que los convenza que una parte del agua que está almacenada en el lago es de Guadalajara, porque así está hecho el reparto federal. Para ellos lo que está en el lago es del lago y sus moradores. Los habitantes de la riberas están en pie de lucha (“primero nos sacan la sangre antes de que le saquen un litro más al lago”) encabezados por el alcalde y el cura, y no hay quien los pare.

Las actuales autoridades del agua, de la comisión nacional y de la estatal, se distinguen a leguas por su falta de sensibilidad social. Ellos deberían sin duda hacer un trabajo mucho más cercano a la gente, pero no lo hacen ni lo harán. Así las cosas, los que deberían de hacer el trabajo político con los alcaldes, los curas y los afectados son las autoridades del Gobierno del Estado, pero tampoco lo hacen.

Mientras en Guadalajara comienza a faltar el agua, en los lugares de donde podría venir, la oposición crece sin que nadie la atienda. Aguas.
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