Jalisco
Advierten peligro por 13 sifones en las entrañas de Guadalajara
Consultor del SIAPA recomienda el retiro de los conductos; autoridades afirman que no hay riesgos
La advertencia fue hecha al Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado ( SIAPA), por el grupo consultor responsable del Programa de Manejo Integral de Aguas Pluviales ( Promiap), de la Zona Metropolitana de Guadalajara, de nombre Infraestructura Hidráulica y Servicios.
Los sifones son estructuras que se instalan en las tuberías, como una alternativa para evitar obstáculos en la conducción de líquidos. Por eso fueron instalados en 13 puntos donde los colectores de la ciudad se hubieran visto obstruidos con la construcción de la infraestructura subterránea del Tren Ligero.
Después de una breve pero concisa narración del desastre del 22 de abril, el documento del Promiap concluye: “El hecho es que la Línea 2 del Tren Ligero construyó 11 sifones y otros dos más en la Línea 1, que se considera prioritario eliminar, por seguridad del sistema de drenaje”.
Al respecto, Fernando Rueda Lujano, quien encabeza al equipo consultor de Infraestructura Hidráulica y Servicios, declaró: “Es un riesgo importante. Hay mucha gente que piensa que los sifones no son un peligro, pero nosotros determinamos que vale más irnos del lado de la seguridad, y por esa razón escribimos esa parte”.
La problemática con los sifones es que no permiten el paso de los gases que se producen en los colectores: “El sifón funciona bien para agua, pero cuando estamos hablando de gases, éstos están en la parte superior (dentro de la tubería), y no hay forma de que sean empujados por el agua, entonces se acumulan y así es como suceden las desgracias”.
El sifón puede generar este efecto de detención con sustancias explosivas como la gasolina. “El peso específico del agua es mayor que el de la gasolina”, sigue Rueda Lujano, y ante un sifón, el agua, que va en la parte inferior del colector, en su fondo puede seguir su paso por la estructura curva, pero no así la gasolina, que en la parte superior se ve detenida formando remansos.
La combinación más riesgosa se da cuando se presenta un ambiente caluroso, pues la gasolina o el químico estancado, al dificultarse su paso por el sifón, puede originar gases altamente explosivos al evaporarse, los cuales, como ya se dijo, se ven atrapados también por el mismo sifón.
En el Promiap se hace referencia a estos efectos de los sifones entre los causantes de la explosión del 22 de abril de 1992, si bien no por un sifón como tal, sí por una “estructura equivalente” en el Colector Intermedio Oriente, aseveración que tiene el apoyo del gerente técnico del SIAPA, Manuel de la Cerda:
“¿Qué pasó el 22 de abril?”, se pregunta el funcionario: “Un efecto muy simple. Al tener tu sifón, el agua pesa más que la gasolina, entonces tenías un tubo donde tenías una nata de gasolina y agua abajo… a la hora de entrar al sifón, la gasolina se atora y entra lo que es más pesado: el agua, y se comienza a acumular la gasolina, eso fue lo que pasó, el agua se queda abajo, es de mayor densidad, es la razón por la que se generó ese efecto el 22 de abril, con los sifones”.
En entrevista, Rueda Lujano contestó las siguientes preguntas:
-- Con su propuesta de retiro de sifones, ¿se eliminaría ese riesgo de explosiones?
-- Riesgos… creo que es una estructura hidráulica conveniente para el tránsito de agua, pero muy inconveniente para el tránsito de otro tipo de sustancias; líquidos o basura, mucho menos gasolina y gases.
-- Con los sifones y un nuevo derrame de gasolina, ¿puede repetirse una explosión?
-- Evidentemente. Es un riesgo importante, afortunadamente las cosas han cambiado, ahora el SIAPA tiene estructuras de medición muy importantes, tiene monitoreos continuos que hacen que el riesgo sea menor, pero lo más conveniente es que estas estructuras desaparezcan desde nuestro punto de vista y se le dé una mayor seguridad y certeza al sistema de drenaje pluvial de la ZMG. No quiere decir que sea inminente una situación similar a la de ese año, pero es importante.
El efecto sifón de aquel abril
El derrame de gasolina que originó los eventos de abril de 1992, se presentó en el ducto de Petróleos Mexicanos ( Pemex), Salamanca-Guadalajara, en la Zona Industrial Higuerillas-El Álamo, y se infiltró al Colector Intermedio del Oriente, donde permaneció la sustancia “por espacio de varios días atrapado”, indica el Promiap.
La gasolina no pudo seguir su marcha por el sistema de colectores, pues se había instalado previamente en el Colector Intermedio del Oriente un tapón o sello hidráulico, con el fin de conducir sus líquidos al Colector San Juan de Dios; ambas estructuras corren debajo de la Calzada Independencia en un tramo de manera paralela.
En el Colector Intermedio del Oriente, “de manera natural, los vapores de gasolina imposibilitados para transitar por una estructura equivalente a un sifón, se fueron acumulando hasta que se provocó una explosión de consecuencias trágicas”, señala el documento.
Rueda Lujano explica que esa adecuación que se hizo al Colector Intermedio de Oriente, para transferir su corriente al Colector San Juan de Dios, causó el efecto de un sifón al retener la gasolina y sus gases: “El flujo de gas y gasolina no puede ser tan rápido como es el del agua, entonces eso provoca una acumulación, eso está muy claro. Entonces, cuando digo que es el efecto de un sifón, es que hubo un remanso (de gasolina) provocado por esta obstrucción”.
La serie de sifones que permanecen actualmente en el sistema de drenaje y los riesgos que traen pueden ser eliminados con la construcción de colectores que, en lugar de encontrarse de manera perpendicular con las líneas del Tren Ligero, sean instalados de forma paralela. “Esto es parte del diagnóstico que hicimos, entonces vimos que es un asunto que hay que atender”, dijo.
El Promiap y la PGR
La Procuraduría General de la República confirmó en sus investigaciones inmediatas al 22 de abril de 1992, que la interconexión entre los colectores bajo la Calzada Independencia, como señala Rueda Lujano, fungió como un sifón que impidió la circulación de la gasolina y los gases que generó.
La PGR trabajó primero en la averiguación previa 1170/92, con la que se dio un informe el 26 de abril de aquel año, pero la investigación de los hechos continuó con la participación de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Jalisco, en la averiguación previa 1236/92.
Un informe de esta última investigación es la que entregó Pemex Refinación a este diario, cuando se solicitó una explicación detallada de lo ocurrido el 22 de abril, documento encontrado en el expediente PMEX00098001031002000000011992, en el Archivo Histórico de Pemex.
En éste se indica que la interconexión de los colectores, con un tubo de 1.52 metros de diámetro, se puso en operación los primeros días de febrero de 1992: “A 40 metros de distancia aguas abajo de la interconexión se instaló una compuerta metálica (el tapón) para cortar el caudal del colector oriente”.
El objetivo de estas obras era permitir la construcción de un sifón en el Colector Intermedio de Oriente, en su cruce con la Línea 2. Por lo tanto, la detención de la gasolina y el gas no la ocasionó el sifón en construcción y fuera de operación, pero sí esa interconexión que terminó por producir dichos efectos, como se explica a continuación:
“La conformación y funcionamiento de la interconexión resultó propicia para la acumulación de las mezclas de hidrocarburos cuyo comportamiento no estaba contemplado en el diseño de la interconexión. El paso de estas mezclas gaseosas del Colector Oriente al San Juan de Dios, por medio de la interconexión, se vio impedido –en la condición anterior- para desplazarse aguas abajo, acumulándose a presión dentro del propio Colector Oriente. El día 21 de abril la acumulación de estas mezclas fue advertida en la zona siniestrada en diferentes puntos, como emanaciones, por numerosas personas”.
La inyección de agua al colector por las autoridades desplazó las mezclas explosivas aguas arriba del Colector Intermedio del Oriente. “Los venteos realizados mediante el levantamiento de las tapas ciegas de las alcantarillas no sólo fue inútil para disipar las mezclas sino que resultó contraproducente al obtener posteriormente –del contacto atmosférico- el oxígeno necesario para ubicarse entre los límites inferior y superior de explosividad para mezclas hidrocarburo-aire”.
La interconexión y su “efecto sifón” que destaca Rueda Lujano, no permitió el flujo de la gasolina ni de otras sustancias químicas encontradas en el drenaje: “La restricción al flujo en el Colector Oriente desde los primeros días de febrero hasta el día del accidente hizo posible que pequeñas aportaciones de hidrocarburos provenientes de plantas industriales, gasolinerías y talleres cercanos al colector, al acumularse, hubieran contribuido a la formación de las mezclas explosivas que ocasionaron el siniestro”.
El informe del Cenapred
Al día siguiente de que sucediera la explosión en ocho kilómetros del Colector Intermedio del Oriente, el 23 de abril, un grupo de investigadores de la Coordinación de Investigación del Centro Nacional de Prevención de Desastres ( Cenapred), fue enviado a Guadalajara.
El resultado de sus trabajos fue plasmado en el informe titulado: “Comportamiento de las construcciones y de las redes de agua potable y alcantarillado durante las explosiones del 22 y 23 de abril de 1992, en Guadalajara, Jalisco”.
Los resultados que obtuvieron los investigadores vienen a reforzar el señalamiento en el Promiap, con respecto a la retención de los gases que causó la estructura equivalente a un sifón –la interconexión- instalada para pasar los líquidos del Colector Intermedio del Oriente al Colector San Juan de Dios.
En su apartado de Evaluación de Resultados, indica: “Los cambios en la dirección de los ductos del alcantarillado pudieron contribuir a la acumulación de los gases, aunado a las obstrucciones por la presencia de residuos sólidos y a las tapas de las alcantarillas y pozos de visita parcialmente sellados”.
Un sifón es precisamente eso, indicó Rueda Lujano, un cambio en la dirección del colector. Ya en su capítulo de “Conclusiones”, a manera de complemento, agregan los elementos del Cenapred: “La presencia de materiales que obstruían el paso libre del gas por toda la red de alcantarillado, permitió que la sustancia se acumulara en algunas zonas y bajo condiciones extremas explotara; por esa razón hubo varias explosiones en diferentes puntos de la zona”.
Dentro del apartado titulado: “Comportamiento de las redes de agua potable y de alcantarillado”, uno de los principales objetivos del Cenapred fue verificar si había sustancias químicas en las líneas de distribución de agua potable.
“Se interrogó a las personas afectadas acerca de la presencia de algún sabor extraño en el agua potable o desprendimiento de olores de las alcantarillas. Todas ellas afirmaron que el sabor del agua potable era el de costumbre. Sin embargo, todas comentaron que las alcantarillas estuvieron desprendiendo olores y vapores de gasolina desde varias horas antes de las explosiones”.
El documento concluye que no hubo evidencia que confirmara la presencia de sustancias químicas en las líneas de distribución de agua potable, aunque hay otros señalamientos de interés acerca de las estructuras habitacionales y su riesgo ante un sismo:
“El daño en las viviendas estuvo directamente relacionado con las calidades de los materiales de construcción. Las casas de adobe y mampostería simple, que no cuentan con elementos como dalas y castillos que unan los muros entre sí y con los techos, sufrieron los mayores daños y el mayor número de colapsos. La situación fue agravada por la pobre calidad de los morteros usados para pegar las piezas”.
“Las construcciones que resultaron más débiles ante los efectos de las explosiones también lo serán ante sismos. Fuera de la zona dañada existe un gran número de construcciones similares que están en grave riesgo de colapso por esa causa”.
Más común de lo que parece
Otra investigación seria que recogió las causas sobre la explosión del 22 de abril, fue la realizada por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua ( IMTA), el cual produjo un documental titulado: “Guadalajara, Explosión en el sistema de drenaje”.
El IMTA destaca que este tipo de eventos en la infraestructura subterránea no son tan inusuales como pudiera pensarse: “En estas redes de drenaje, con cierta frecuencia ocurren accidentes en todo el mundo. La literatura técnica incluye abundantes artículos sobre las causas de estos accidentes, la forma de prevenirlos y recomendaciones para amortiguar sus efectos. Sin embargo, la descripción de casos se encuentra solamente en reportajes periodísticos. En Guadalajara, el 22 de abril de 1992 se produjo uno de estos accidentes”.
Después se enumeran las sustancias y las distintas fuentes que pueden ser factores y contribuir en estos sucesos: “Los materiales que pueden entrar en combustión en una red de drenaje son: gases generados por la degradación de la materia orgánica como el metano; vapores de solventes como el tolueno y el benceno; productos como el butano o el etano, que llegan a los drenes producto de las descargas industriales; o hidrocarburos como la gasolina, hexano o heptano, resultado de desechos o fugas contaminantes. La explosión puede iniciarse en forma accidental, por un cerillo, un cigarro, una chispa, etcétera”.
No obstante, aunque el IMTA es claro en la descripción del origen de la fuga del poliducto de Pemex Salamanca-Guadalajara, y la introducción de la gasolina al desagüe de la ciudad, no repara en la interconexión entre los colectores, su “efecto sifón” y la acumulación de químicos y gases que produjo.
Entre sus propuestas para reducir el riesgo de estas explosiones recomienda: “Evitar zonas muertas y contrapendientes, ya que acumulan materia orgánica que al descomponerse produce metano, incrementando el riesgo”.
Y contempla: “Respetar estrictamente los procedimientos de diseño vigentes, en cuanto a la construcción, es necesario cumplir con rigor las normas técnicas, especificaciones de materiales y los procedimientos de construcción”. Existen normas internacionales que determinan la conveniencia de instalar sifones en los sistemas de drenaje solamente como un último recurso.
Las descargas clandestinas en la ciudad
Las descargas clandestinas de sustancias peligrosas en el sistema de drenaje de la ciudad, hacen que la serie de 13 sifones que permanecen en la red para evitar la infraestructura del Tren Ligero representen un riesgo, señaló el Colegio de Ingenieros Civiles del Estado de Jalisco (CICEJ).
Con respecto a la recomendación que se hace en el Promiap, para retirar esas estructuras, habló el presidente del CICEJ, José Luis Brenez Moreno: “Aquí tenemos que tener en cuenta dos cuestiones muy importantes: primero, que Pemex ya no está (la planta de El Álamo-Higuerillas), ya nos quitaron ese riesgo que en un momento dado significaba para la ciudad, se lo llevaron más lejos; sin embargo, no por ello debemos estar ya muy tranquilos y no tomar acciones, puesto que todavía quedan por ahí negocios que, aunque la normatividad dice que no se deben verter productos inflamables a los drenajes, desechos tóxicos, a veces mucha gente por ahí ignora la normatividad, y en horas que no se puede verificar nada, igual y pueden descargar este tipo de elementos nocivos y que en un momento dado pueden generar gases. Y efectivamente, los sifones tienen esa particularidad, sirven como una especie de trampa que permiten el paso de líquidos mas no de gases”.
Brenez Moreno considera benéfica la instalación de brocales (tapaderas) en los pozos de visita de los colectores que, con sus ranuras, permiten la ventilación del drenaje, a diferencia de cómo se hacía antes, pues estos espacios eran totalmente sellados.
“Las mismas dependencias encargadas de la ejecución y supervisión de obras sanitarias e hidráulicas tienen contemplado este tipo de brocales; por ahí se libera un porcentaje importante de esos gases, lo cual también disminuye en una gran medida este riesgo”.
Sobre los lineamientos que imperan en la ingeniería hidráulica, dijo: “La normatividad internacional habla de que en lo posible se eviten los sifones, esto es, si no queda otra alternativa técnicamente, bueno, pues echar mano de ellos e implementarlos, pero con los consecuentes cuidados que se deben tener en estos sifones”.
El CICEJ proporcionó una de estas normas elaborada en Barcelona, España, que dice: “Dada la problemática que presenta el correcto mantenimiento de estas estructuras, es recomendable que únicamente se construyan cuando no sean viables otras soluciones”.
Sin embargo, en la fundamentación de éste tipo de recomendaciones para considerar a los sifones la última alternativa, el presidente del CICEJ destacó, más que las complicaciones en su mantenimiento, la problemática que constituyen con la obstrucción de los gases:
“Efectivamente, representan el riesgo de los gases, del almacenamiento de gases, creo que es el principal (motivo)”. Haber recurrido a ellos en la ciudad respondió a lo costoso que habría resultado cambiar la pendiente en tres o cuatro kilómetros de los colectores, para pasar por debajo del Tren Ligero.
Avala pues, la propuesta de retirarlos, aprovechando la coyuntura del Promiap, y las acciones que contempla para responder mejor a las precipitaciones pluviales: “Desde luego que sería positivo que se quitaran (los sifones), pero en el marco de esta decisión, implementar de forma complementaria estas obras que vendrían a aliviar en gran medida las inundaciones en la ZMG, sería muy bueno que se tomara en cuenta”.
Y finaliza: “Si ahorita los recursos que se tienen programados no fueran suficientes para llevar a cabo esta implementación de obras (eliminar los sifones), pues no nos queda más que estar muy al pendiente, estar monitoreando y vigilando que estén limpios, estar checando que no haya peligro de explosión”.
SIAPA desoye advertencia sobre sifones
El SIAPA no reconoce riesgo en la permanencia de los 13 sifones que persisten en el sistema de drenaje de la ciudad. No lo hace, pese a que así lo señala el Promiap –que el propio organismo financió–, el CICEJ, y a los antecedentes en la investigación de la PGR. Y es por ello que no será atendida la recomendación para eliminar esas estructuras.
Manuel de la Cerda, responsable de la Gerencia Técnica del organismo, declaró: “Nosotros no vamos a eliminar los sifones, vamos a reducirles la carga para que funcionen de mejor manera. La solución que estamos escogiendo no es una donde tengamos que eliminar los sifones, es una donde vamos a potencializar el sistema”.
El Promiap propone tres alternativas para intervenir en el sistema de drenaje y mejorar la conducción del agua pluvial (ver apartado del Promiap). El SIAPA eligió la segunda: “Colectores y Vasos de Detención”, pero de la Cerda habla como si no pudiera integrar la eliminación de los sifones, a pesar de que Rueda Lujano, responsable del documento, señaló que lo recomienda precisamente porque puede llevarse a cabo como parte de la opción elegida.
¿No hay un riesgo en caso de presentarse a una nueva filtración de gasolina o de otro químico similar?, se le preguntó a de la Cerda: “No, por supuesto que yo no le reconozco riesgos si la estructura funciona como debe de ser, y que a nadie se le ocurra echarle cosas que no deben ir ahí, pero lo mismo pasa si alguien le mete un colchón y lo taponea y arriba tienes una inundación; es hacerle al faquir (sic) con todo respeto, yo no sé el futuro. La estructura para lo que esta diseñada puede funcionar”.
Continuó: “La verdad es que es una situación muy relativa, de repente podría haber una tragedia en el futuro y digan: ‘Mira nomás que babosos, no se les ocurrió (retirar los sifones)’. Tienes que hacer una medición de riesgo, pero en términos de esta medición, consideramos que es razonable (dejar los sifones) con las soluciones que estamos planteando paralelas a estas estructuras para que funcionen mejor (refiriéndose al Promiap); la política que definimos fue potencializar al máximo la infraestructura existente”.
Aunque para de la Cerda está claro el “efecto sifón” que intervino en 1992 en la retención de gasolina y de los vapores que generó, enfatiza que el problema en aquel abril fue la fuga del hidrocarburo, y no en sí el sifón o la estructura equivalente en el colector: “El sifón no causó el problema, el problema fue que había hidrocarburos en un lugar donde no debe haber hidrocarburos. Esta tubería no está hecha para transportar gasolina, es para aguas residuales. Diría que el problema no es el sifón, el problema es que había gasolina”.
Expresó su confianza en el sistema de monitoreo permanente del SIAPA para detectar descargas de sustancias químicas en los colectores, aunque para especialistas como el presidente del CICEJ, Brenez Moreno, resulte difícil pensar que no se sigan realizando descargas clandestinas en la ZMG.
De la Cerda señaló: “Nosotros les damos mantenimiento permanente (a los sifones), tenemos presencia permanente con ellos. Qué pasó en ese momento (en 1992), te doy la información que tengo de la prensa: lo que pasó fue un manejo inadecuado de la emergencia, haber aireado los tubos, podemos darle muchas interpretaciones, pero no es una condición normal”.
Uno de los actores, Lugo Arias
Felipe Tito Lugo Arias fue el titular de la Gerencia Estatal de la Comisión Nacional del Agua ( Conagua) en Jalisco, durante los eventos del 22 de abril de 1992. Para él no hay una relación causal entre la interconexión de los colectores bajo la Calzada Independencia con la explosión, y por supuesto, rechaza la participación de un sifón como tal.
Si hace esta última aclaración, es por la imprecisión presente en investigaciones y documentales, que han señalado que el sifón estaba en operación aquel día, lo cual es incorrecto.
“Yo en lo personal descalificó totalmente (que haya influido un sifón). Soy ingeniero civil y mi especialidad ha sido siempre la hidráulica. He visto ‘n’ construcciones de sifones y de magnitudes muy superiores a la que estamos hablando. Ese sifón de que tanto se habla en la Calzada Independencia no estaba operando, así de sencillo; se estaba construyendo pero no estaba operando, puesto que en esa zona van dos colectores paralelos (Colector Intermedio del Oriente y Colector San Juan de Dios), uno de menor diámetro que el otro, y aquí lo único que se hizo es que se estaban derivando las aguas de un colector al otro, pero el sifón en el momento de la explosión no estaba trabajando”.
Pero el Promiap no dice que ese sifón en construcción fuera el causante de la acumulación de gasolina y sus vapores -tampoco la investigación de la PGR-, sino el tapón y la interconexión entre los colectores mencionados.
De igual forma, Lugo Arias también descarta este “efecto sifón”: “En mi opinión, tenía libre paso”, dice con respecto a la conducción del líquido de un colector a otro.
Ante la pregunta de si consideraba conveniente el retiro de los sifones que actualmente permanecen en el drenaje, contestó: “En la medida de lo posible, sí. No porque sea un riesgo de gasolina o que pase… en lo posible hay que evitarlos, porque todos los sifones requieren de un mantenimiento permanente para que estén siempre limpios, como un registro o una alcantarilla”.
Agregó: “Ciertamente, cuando hablamos de colectores, la regla internacional dice evitar los sifones en lo posible, en lo posible, porque éstos pueden ser obstruidos más que por agua, por cuestión de sólidos, colchones, llantas, todo lo que puede incidir. Obviamente esta regla de los sifones es una regla que se debe de respetar en lo posible, pero no necesariamente que no se deban de hacer sifones”.
Desde la perspectiva del consultor del SIAPA, Rueda Lujano, un suceso como el de 1992 podría darse otra vez y los sifones en el sistema de drenaje son un elemento que incrementan el riesgo de que así sea; en cambio, Lugo Arias enfatiza en sus declaraciones la combinación de factores que se dio en el suceso de 1992, y que lo vuelven, a su parecer, un accidente complejo de repetirse.
Entre los factores que citó está primero la instalación de una tubería de agua potable sobre el poliducto de Pemex que, al estar en contacto, causaron una reacción fisicoquímica y su corrosión mutua, que produjo un orificio de un centímetro de diámetro por el cual se derramó la gasolina.
Segundo, que la zona de El Álamo-Higuerillas -donde se dio la fuga-, había sido previamente rellenada en décadas anteriores, por lo que el material poroso facilitó que se esparciera el hidrocarburo por el subsuelo.
Tercero, la confirmación de que la gasolina se introdujo al Colector Intermedio del Oriente (más profundo que el poliducto), por las separaciones que se detectaron en sus puntos de ensamble, por haber carecido de una cama de grava o arena en la parte inferior, necesaria para evitar cambios en su posición original y mantenerlo, de esta forma, siempre unido.
Pero Lugo Arias también habló de negligencia: “De alguna forma, el hecho de observar que había pérdida del flujo (de gasolina), de alguna manera sí hablo yo (sobre) negligencia de carácter operativo por parte de Pemex, para poder determinar qué estaba pasando con los volúmenes que se estaban enviando de Salamanca hacia Guadalajara, y que de alguna forma, todos los medios se dan cuenta que hay cantidad de personas que se atreven a robarse la gasolina en varias partes donde la tubería se ve que aflora, bueno, pues aquí lo que sucedió es que no se midió, no se investigó, qué sé yo, por eso dije que es un accidente y una negligencia”.
¿Qué es el Promiap?
El Programa de Manejo Integral de Aguas Pluviales de la ZMG (Promiap), tiene como objetivo solucionar los puntos de inundación de la ciudad, que según el SIAPA ascienden a 73, y que anualmente representan una afectación sobre tres mil 797 hectáreas, y daños económicos por 529 millones de pesos.
“Dicha estimación es la valoración de los daños económicos provocados por las inundaciones, de manera directa, y asimismo se consideraron los daños indirectos que son los originados por la suspensión de actividades físicas y económicas, por costos de limpieza después de las inundaciones, evacuaciones, alojamientos temporales, etcétera”.
El Promiap propone tres alternativas de remediación: primero, el “Plan Metropolitano de Colectores”, desarrollado por la Secretaría de Desarrollo Urbano desde 2004, que propone el reforzamiento de la red de colectores actuales con la instalación de una nueva red de colectores troncales y ramales distribuidos en la ZMG, y que solucionaría por completo las zonas de inundación. Son cinco troncales interceptores, cada uno con ramales: Troncal San Juan de Dios Poniente, Troncal San Juan de Dios Oriente, Troncal Atemajac Sur, Troncal Atemajac Norte y Troncal San Andrés.
La segunda opción, nombrada “Colectores y Vasos de Detención”, y que se basa precisamente en eso, en la proposición de colectores, la creación de espacios que permitan la acumulación del agua durante las lluvias y la rehabilitación de vasos y canales existentes. Contempla 41 obras en total: la creación de 26 depósitos de detención en toda la ciudad, en puntos como Tabachines, El Sauz, Jardines de la Cruz, Circunvalación y Revolución, entre otros. El agua retenida se descargaría de manera controlada y gradual para evitar las grandes avenidas, y ambientalmente permitiría que las aguas que lleguen a los ríos estén menos contaminadas “debido a la sedimentación provocada por la retención”.
Se construirían tres grandes colectores: Colector Rubén Darío (desde Avenida México hasta Periférico); Colector López de Legazpi (desde la Calle 6 hasta el vaso El Deán) y el Colector Plutarco Elías Calles (desde la Glorieta del Charro hasta su descarga en el cauce San Andrés, a la altura de Periférico).
Además propone rehabilitar y ampliar el Canal de Santa Catalina, el Canal Tchaikovsky, el Canal del Sur, el Bordo del Cuatro, el Vaso Cinco de Mayo, la Presa El Dean y la Presa Zoquipan, y la demarcación y recuperación de los cauces federales del Arroyo de la Campana, Coyotes, Atemajac, Osorio y San Gaspar.
Estas obras que conforman la opción dos solucionarían 71 de los 73 puntos de inundación, 97.3% de los reportados por el SIAPA.
La tercera alternativa es el “Túnel Semiprofundo Calzada Independencia-R. Michel”. Su estructura interceptaría los escurrimientos y varios colectores existentes que se ven rebasados en su capacidad. Comenzaría en El Deán, seguiría por toda la Calzada Independencia hasta descargar al Río San Juan de Dios. Tendría una sección de 5.5 metros y contempla algunos colectores complementarios de menor envergadura. No obstante, con éste se solucionarían solamente 64 puntos de inundación, es decir 87 por ciento.
En cuanto a los costos, la primera alternativa requiere una inversión de dos mil 987 millones 67 mil 357 pesos; la segunda, dos mil 570 millones de pesos y la tercera, tres mil 300 millones de pesos.
Se aplicó una metodología para la priorización de los proyectos en función de criterios económicos, técnicos, ambientales y sociales, para dar con la opción más viable según estos aspectos. Se optó por la segunda: “Colectores y Vasos de Detención”, que representará la realización de 19 kilómetros de colectores, 9.8 kilómetros de rehabilitación de canales y adecuaciones en 90 hectáreas de vasos y depósitos de regulación.
De cualquier forma, el Promiap recomienda como una medida a largo plazo la opción del “Túnel Semiprofundo Calzada Independencia-R.Michel previendo el desarrollo, incorporación o crecimiento de nuevas zonas habitacionales en la periferia y por ende el aumento de las zonas de aportación de escurrimientos pluviales y sanitarios”.
Aunque la eliminación de los sifones es considerada complementaria de este túnel semiprofundo, Rueda Lujano confirmó que también puede lograrse a través de la opción segunda “Colectores y Vasos de Detención”, elegida por el SIAPA.
Hasta el momento, el Promiap representa al cuarto plan rector de colectores que se ha elaborado para la ZMG. La confianza en que éste sí se implemente en la ciudad, es que la realización de los proyectos ejecutivos de las obras que considera la opción dos ya comenzó.
Luis Herrera / EL INFORMADOR
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