Jalisco

— Tres Gestas

El encuentro de “los tres grandes”, en el papel de objetores de conciencia de su partido y garantes de la sociedad, habría sido una mascarada

Tragarse, sin hacer gestos de “asquito” —que dijera conocido intelectual “de izquierda”— el cuento de que el reciente cónclave carpero de los tres gobernadores emanados del PAN que Jalisco ha tenido, estaba inspirada por la plausible intención de realizar una “limpia”, depuración o limpieza étnica en el instituto político que supo vendérselos al pueblo como los hombres idóneos para gobernar honesta y criteriosamente a esta porción del planeta, equivale al consabido ejercicio de “comulgar con ruedas de molino”. Asumir que, como tuvieron a bien “informar” los boletineros a sueldo de los susodichos personajes, los tres aprovecharían su “autoridad moral” (“whatever that means...”, diría Shakespeare) para asegurarse de que su partido proponga como candidatos a puestos de elección popular a ciudadanos “limpios y transparentes”, es (¡por favor: que esto no lo lean los niños...!) creer todavía en los Santos Reyes.


—II—


Exégeta de esa reunión, el ex diputado local y hoy regidor panista Jorge Salinas Osornio puso en tela de duda (“Público”, V-11-11, p. 13) tanto la altura de miras como la sinceridad del discurso —para efectos de las notas periodísticas del día siguiente— de “los tres huastecos”, como los llamó algún majadero; “sobre todo —acotó— cuando hemos escuchado lo que cada uno piensa de los otros en los últimos años”.

Exigir a los candidatos en ciernes, virtudes tan estimables como “limpieza y transparencia”, tomando en consideración los señalamientos que a ellos mismos se les han hecho por crasas torpezas y presuntas irregularidades en sus respectivas administraciones (manejo discrecional de recursos públicos, presuntos actos de nepotismo y tráfico de influencias, etc.) que se quedaron impunes porque la Auditoría Superior funcionó mejor como cloaca que como filtro de trapacerías, sería un ejemplo del consabido burro hablando de orejas.


—III—


El encuentro de “los tres grandes”, en el papel de objetores de conciencia de su partido y garantes de la sociedad, habría sido, pues, una mascarada; un acto político, con todo lo que de hipocresía lleva implícito casi todo acto político...  De ahí que uno, por alguna misteriosa razón, se queda rumiando la idea de que el pie de grabado justo a la medida para la foto de la dichosa reunión, podría ser el que una mano anónima colocó al pie de la que se tomaron Villa, Zapata y Ángeles, hace 100 años, amontonados en la Silla Presidencial: “No son trasunto fiel del Calvario / las fachas éstas; / ninguno es Dimas: / los tres son Gestas”.
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