Jalisco

-''Trece elefantes...''

La regularización por encima de la omisión

A semejanza de los elefantes de la canción infantil —aquellos que “se balanceaban sobre la tela de una araña” y que “como veían que resistía” iban a traer más elefantes—, la autoridad municipal, en Guadalajara, estima que la ciudad aún no llega al límite de lo tolerable en contaminación vial, visual y auditiva. En consecuencia, el “h.” cabildo que supuestamente la gobierna, está en vías de regular la operación de los vehículos que andan por ahí, cargando “espectaculares” publicitarios —acompañados de sus correspondientes bocinas—, en sus plataformas y aun en remolques.

-II-

La relativamente novedosa modalidad, cada vez más difundida, ya no se limita a anunciar circos mediante el tradicional perifoneo y el desfile de dos o tres tigres, otras tantas llamas y tres o cuatro trapecistas. El sistema se aplica ahora lo mismo a productos (refrescos, alimentos...) que a servicios (bares, bancos, autofinanciamientos...) y casinos o centros de espectáculos. En algunos casos, además de acrecentar la contaminación visual en una ciudad que probablemente ha rebasado en esa materia el nivel de saturación —es decir que quizá ya ha llegado al punto en que los mensajes, por excesivos, resultan repulsivos y en consecuencia tal vez han perdido eficacia—, ese tipo de publicidad, amén de que también aumenta la contaminación vial, incorpora elementos distractores para los demás automovilistas.

Así, en vez de que los encargados de poner orden en la ciudad aprovecharan la coyuntura para dar señales de que realmente se interesan por el bienestar de los gobernados y por establecer límites a la desbocada inventiva de los publicistas, en aras de una convivencia más apacible, siguiendo el ejemplo de ciudades que se han empeñado en ser respetuosas no sólo del entorno arquitectónico y urbano sino, sobre todo, de los habitantes que prefieren la armonía al estruendo sistemático, quienes aquí cobran como si realmente gobernaran, están por tomarle la palabra, al pie de la letra, a la regidora Dulce Roberta García Campos: puesto que el fenómeno ya existe, y esas unidades, ostensiblemente contaminantes desde cualquier perspectiva, han hecho de las calles sus dominios, la solución es “regularlas”, entendido esto último no como ponderar su operación, sino, simplemente, como cobrarles impuestos.

(¡Eso es criterio para gobernar...!).

-III-

Cobrar por todo es, por lo visto, lo que aquí se entiende por reglamentar: aprovechar la proclividad de las gallinas a salirse del huacal, para imponerles los correspondientes “derechos” y alcabalas por ello... fastídiese quien se fastidiare.
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