Jalisco

— 'Salta p’atrás'

No es que el PRI se enmendara de sus errores, sólo supo tener paciencia

Si los hechos, como ocasionalmente ocurre, dan la razón a la teoría, es muy probable que en las elecciones realizadas ayer en 14 estados del país, se dé una versión corregida y aumentada del “Caso Jalisco”, y haya un común denominador: el triunfo, en la mayoría de los casos, de “los mejores hombres”... propuestos por el PRI.

—II—

Si Jalisco fue, hace 15 años, uno de los primeros estados en que la sociedad, en cuanto pudo hacerlo, se decantó por el “cambio” que el PAN pregonaba desde su nacimiento, pero que era impracticable porque el marco legal estaba hecho a la medida para el continuismo del PRI en el poder, Jalisco también fue, el año pasado, uno de los primeros estados en que la sociedad —en cuanto pudo hacerlo también— metió reversa.

No fue que el PRI, expulsado del Gobierno a punta de votos, hiciera un examen de conciencia que lo llevara al remordimiento por sus pecados y de ahí al propósito de enmienda. No fue que el tricolor se sometiera a una profunda reconversión. No. Simplemente supo tener paciencia. Consciente de que “gobernar desgasta” —una fórmula tan implacable como la de “vivir mata”—, sacó la poltrona a la banqueta... y se sentó ahí a esperar el día en que pudiera tener la dicha de ver pasar el cadáver de su enemigo.

En la mayoría de los estados en que la población acudió a las urnas, ayer, se percibió una constante: el desencanto por los gobiernos emanados del PAN... incluso en los estados en que el PAN no gobernaba. Primero, por la experiencia que se ha tenido en los estados y municipios que han sido gobernados por el blanquiazul, acentuada por los dos gobiernos federales —el de Fox y el de Calderón— de la misma impronta: la convicción de que los gobernantes panistas no han demostrado ser mejores que los priistas. No han sido más eficientes; es más: ni siquiera han sido menos deshonestos que los tradicionales “abanderados de las causas populares” emanados del tricolor. Segundo, sus tortuosas “alianzas” para efectos de participar en los comicios, denuncian la única razón de ser de sus luchas políticas: el afán por mantenerse en el poder.

—III—

Los electores, pues, están por convalidar, con sus votos, el adagio de “mejor malo por conocido que bueno por conocer”... aunque se les tilde como se tildaba antiguamente a los mestizos que se cruzaban con negro: “Salta p’atrás”.
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