Jalisco
— “¡Renuncien...!”
Por supuesto, no es que todos los niños que van a la tienda, por ese mismo hecho, se jueguen la vida
—II—
Episodios como la muerte, la tarde del martes en la Colonia del Fresno, de dos pequeñitas que habían ido a la tienda a comprar refrescos para la comida, generan un sentimiento generalizado de irritación y de impotencia. Irritación porque esos hechos no deberían ocurrir. Nunca. Bajo ninguna circunstancia. Impotencia porque nadie puede tener la mínima garantía, ni en ésa ni en muchas otras colonias de “la mejor ciudad de México para vivir”, de que la próxima víctima de un suceso similar no vaya a ser uno de sus seres queridos... o él mismo. (Como decía el padre de las niñas muertas: el lunes habían regresado de pasar unos días de vacaciones en Veracruz —su tierra natal—, y la más pequeña, de ocho años... no quería regresar a Guadalajara).
Por supuesto, no es que todos los niños que van a la tienda, por ese mismo hecho, se jueguen la vida. Es que la posibilidad de que las alcancen las balas que unos hampones disparan contra sus enemigos, debería estar absolutamente descartada: algo perfectamente posible en una sociedad en que la inmensa mayoría de sus miembros respeta tanto a las leyes como a sus semejantes; algo bastante más complicado en un conglomerado en que abundan los desadaptados, los transgresores, los malvivientes: drogadictos, marginados, desocupados, rateros, narcotraficantes al menudeo... (“Frutos perfectos de la sociedad que los genera”, los llamaba, en uno de sus libros autobiográficos, Caryl Chessman, uno de los más célebres reos que terminaron sus días en la cámara de gas de la cárcel de San Quintín).
—III—
Aún resuena el amargo reproche de Alejandro Martí, desde el fondo de su corazón, tras el secuestro y la muerte de su hijo Fernando, a las autoridades: “¡Si no pueden, renuncien...!”.
A Martí, a estas horas, ya debió quedarle claro: los destinatarios de su imprecación no sólo son incompetentes; también son cínicos...
JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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