Jalisco

— Profetas de desastres

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Todavía no queda claro si las declaraciones del gobernador de Jalisco en Madrid, en el sentido de que está plenamente garantizada la seguridad de quienes vengan en octubre a Guadalajara para ser testigos de esa “fiesta del deporte” que, según San Lucas, serán los Juegos Panamericanos (“los Juegos Olímpicos del Tercer Mundo”, según las lenguas de doble filo) parte, en efecto, del buen deseo de que de España y otros países de Europa vayan a dejarse venir legiones de visitantes —lo que no ha sucedido en ninguna de las 15 ediciones anteriores de los Juegos—... o si, por el contrario, forman parte de la estratagema infantil consistente en chiflar en la oscuridad para ahuyentar el miedo.


—II—

Por lo pronto, dos personajes de la vida pública local, insospechables de ser “reventadores” sistemáticos de ese contumaz profeta de paraísos y venturas que es el gobernador, dieron claras señales de estar, como luego dicen, sintonizados en otro canal...

Uno de ellos, el director de Seguridad Pública de Guadalajara, Servando Sepúlveda Enríquez, al comentar los fenómenos de inseguridad que se han vuelto cotidianos en la otrora “Ciudad Amable”, vaticinó que, al margen de las acciones que necesariamente deberán tomarse para aliviar la sensación de impotencia y desamparo que hace presa del ciudadano común a la vista de que, como decían las abuelas, “se está muriendo (y no precisamente ‘en el seno de la Santa Iglesia Católica, confortada por los auxilios espirituales y la bendición papal’, sino en hechos de violencia genéricamente vinculada con una entelequia denominada ‘el crimen organizado’) gente que antes no se moría”, concluye, en tono fatalista —“profeta de desastres”, se diría—: “Vienen cosas peores”.

El otro, Diego Monraz Villaseñor, secretario de Vialidad y Transporte, al insistir en que Guadalajara dejó pasar la oportunidad, que tuvo servida en bandeja, de avanzar en la red de rutas del Macrobús, y en que sólo el transporte público puede resolver los crecientes problemas de movilidad urbana, vaticina que con medidas a favor del transporte particular —como los flamantes puentes de la Avenida Lázaro Cárdenas—, la circulación vehicular será cada vez más lenta, y la contaminación ambiental, cada vez mayor.

—III—

La moraleja de la historia ya resulta consabida: sería la planteada por Jorge Manrique en las Coplas a la Muerte de su Padre: “Cualquiera tiempo pasado fue mejor”. O, si se prefiere, la cáustica paráfrasis de Mario Benedetti: “Cualquiera tiempo futuro será peor”.
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