Jalisco

— Prioridades

Jamás se ha dudado de que el pueblo quiere navegar a favor del orden y el progreso. Lo que ha estado en tela de duda, es si los gobernantes comparten esas metas con los gobernados

Quizá porque no hay de otra sopa, pero el caso es que hubo consenso. Los autores de los violentos golpes de fuerza que estremecieron a Guadalajara y puntos circunvecinos la noche del martes, inspiraron a unos —los más, quizá— a entender que lo conducente es convocar a “la unidad de todos los sectores de la sociedad”. La metáfora viene a la medida: todos vamos en el mismo barco; si el enemigo nos fractura el casco (el enemigo declarado, como la delincuencia organizada, ahora, o el enemigo embozado, como la negligencia criminal de los seudogobernantes que por no ganarse la rechifla generalizada se abstuvieron de ordenar la evacuación de la zona, hace casi 19 años... y después tuvieron que ir a las calles del Sector Reforma a recoger cadáveres), o la Naturaleza hace lo propio, cuando sismos y ciclones desnudan tanto nuestras flaquezas como la dejadez de las autoridades, todos, en la medida de nuestras posibilidades, debemos ayudar a restañar el estropicio... o, por lo menos, a achicar el agua. (Otros prefieren volver los ojos al cielo: muy en su derecho... aunque podrían hacer las dos cosas: “A Dios rogando...”, etc.).

—II—

De las acciones de que se valieron los delincuentes para poner a la vista de todos los habitantes de la otrora “Ciudad Amable” su tarjeta de presentación, se ha pasado, por parte de las autoridades, a las mutuas recriminaciones: unos sostienen que los frutos de inseguridad y de violencia que ahora se cosechan, corresponden a la semilla sembrada en los años del “ancienne regime”; los dinosaurios que aún deambulan por ahí, que todo esto es consecuencia de la ineptitud de quienes vendieron el verbo de un “Cambio” que hasta ahora no se manifiesta ni en la mayor eficiencia ni en la mayor honradez de quienes han escalado a los cargos públicos, abusando de la buena fe (por no decir el candor) de los ciudadanos, expresada, en su momento, en las urnas.

—III—

Los “votos de confianza” en las instituciones, las invitaciones a “unir fuerzas”, ante las espectaculares evidencias de que el enemigo ya está en casa, son una paradójica invitación al plebiscito. Paradójica, sí, porque jamás se ha dudado de que el pueblo quiere navegar a favor del orden y el progreso, como dice el blasón de la bandera brasileña. Lo que ha estado (y, como dijo Don Teofilito, “seguirá estando...”) en tela de duda, es si los gobernantes comparten esas metas con los gobernados.


JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando