Jalisco

— Pobres pobres...

Slim nunca ha dicho que aspire a compartir su riqueza con todos los mexicanos

Si la maestra, en el salón de clase, planteara la hipótesis de que Carlos Slim, por las razones o sinrazones que considerara pertinentes, decidiera repartir entre todos los mexicanos la fortuna que lo ha convertido en el hombre más rico del mundo, es probable que cundiera la euforia. Sin captar que se trataba de un simple ejercicio de pizarrón, para el que deberían plantearse el dividendo (los 54 mil millones de dólares que, según la revista Forbes, acumula Slim) y el divisor (120 millones de compatriotas, en números redondos) para buscar el cociente, no faltarían quienes se vieran a sí mismos tirándose clavados en un arca llena de billetes, a semejanza de Rico McPato.

—II—


Slim, en la realidad, nunca ha dicho que aspire a compartir su riqueza con todos los mexicanos, para sacarlos de la pobreza. Ni tiene por qué hacerlo —es su dinero, después de todo—... ni, caso de llevarlo a la práctica, conseguiría su propósito. Al sacar las cuentas se vería que 450 dólares (la respuesta correcta) no son tantos; que, al tipo de cambio actual, equivaldrían a unos cinco mil 400 pesos. O sea que, aun cambiándolos por billetes de 20 pesos (los de más baja denominación), apenas se tendrían 270: insuficientes, definitivamente, para amortiguar el porrazo de la mollera contra el fondo del arca.

Slim, en la realidad, afirma —en entrevista con Larry King, de la cadena de televisión CNN— que su meta en la vida no consiste en acumular dinero, sino en hacer crecer a las compañías: “Ver que la riqueza sea invertida para generar más riqueza”. El ideal —agrega— consiste en la reproducción del capital, por dos vías: primera, “la creación de empleos”; segunda, el pago de impuestos “para que los gobiernos puedan invertir en programas de desarrollo social”. Y concluye, a partir de la obviedad perogrullesca de que sólo consumen (y generan más riqueza, por tanto) quienes tienen dinero: “La mejor inversión, en cualquier lugar del mundo, es acabar con la pobreza”.
 
—III—

Si el mejor inversionista del mundo, potencialmente —y, sobre todo, a partir de la filosofía condensada en esa entrevista—, es mexicano, por una parte, y México, por la otra, según cifras de la CEPAL, tiene alrededor de 40 millones de compatriotas clasificados en el rango de “pobreza alimentaria”, se entenderá que Slim, por mera lógica, es un enviado por la Providencia, predestinado para sacar a sus compatriotas de la pobreza.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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