Jalisco
— Pan... y hielo
“Al pueblo... pan y circo”. (O, a falta de circo..., hielo).
—II—
El tópico es recurrente: si la autoridad estatal decide gastarse un millón de pesos en el festival que precedería a la inauguración formal del “puente atirantado”, porque estima que un huevo de esa magnitud no puede simple y llanamente dejarse en el nido, sino que exige el correspondiente cacareo, los inconformes se lo reprochan: “¡Que mejor gasten ese dinero en tapar baches!”, demandan; lo de menos es que esa obligación no sea de su incumbencia, y sí de las autoridades municipales... Si estas últimas no tienen empacho en desembolsar dos millones de pesos en la contratación de una cantante (“Lucero”) para “engalanar” —quedémonos con ese verbo, a beneficio de inventario— los festejos conmemorativos del aniversario 469 de la fundación de Guadalajara, lo mismo: mejor que con ese dinero se reparen los estragos que causan el tiempo y el vandalismo —tan nocivo y tan ingobernable el uno como el otro— en la gran casa común de los tapatíos, antaño tan digna y hogaño tan venida a menos... Si, en fin, la ocurrencia en turno de los asesores de “ideotas” (aumentativo de idea) que todo gobernante que se respete tiene a su lado, consiste en habilitar una pista de hielo —aquí y ahora, donde y cuando las temperaturas “invernales” en horas de la tarde pasan de los 25 grados—, para que los aldeanos no desarrollen ningún complejo de inferioridad con respecto a los neoyorquinos o los finlandeses, lo mismo: “¡Qué manera irresponsable de gastarse el dinero del pueblo...!”.
—III—
Lo mismo —o casi— se dijo el año pasado, cuando los gigantescos títeres franceses, so pretexto del Bicentenario, se pasearon por las calles de Guadalajara. Y el resultado de aquel experimento —ya lo veremos— se repetirá en la pista de patinaje... Después de todo, llevamos en la sangre la convicción de que hay algo peor que un Gobierno que malgasta el dinero: un ciudadano que no le hace segunda.
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