Jalisco

— “No se vale...”

Lo normal es que el funcionario o la funcionaria cesante, anteponga la disciplina a cualquier otra consideración

Ni todo lo que relumbra es oro, ni todo lo que publican los medios es —en estricto sentido— periodístico...

Botón de muestra: el Gobierno del Estado cesó de su cargo a la secretaria del Medio Ambiente. Si lo periodístico, en teoría, está estrecha e indisolublemente vinculado con la noticia, y si noticia sigue siendo “el relato de un hecho verídico, reciente, trascendental o interesante”, ¿dónde rayos está, para el consumidor ordinario de periódicos, para el ciudadano común, lo trascendental (es decir, las consecuencias) o interesante (es decir, el involucramiento anímico o afectivo) de que el factótum en turno de esa gigantesca agencia de colocaciones que es el Gobierno, de buenas a primeras decida desenchufar de la ubre presupuestal, con razones válidas o sin ellas —¡ah, pero eso sí: “en uso de sus facultades constitucionales”!—, a tal funcionario o a cual funcionaria, para poner en su lugar a otro u otra que casi seguramente será tan gris como el sacrificado...?

—II—

Lo normal es que el funcionario o la funcionaria cesante, anteponga la disciplina a cualquier otra consideración. Si en otros ámbitos puede decirse lo que se piensa, en el sórdido mundo de la política debe pensarse muy bien lo que se dice... Es relativamente insólito, por tanto, que la hoy ex secretaria del Medio Ambiente externara su molestia y su extrañeza por la decisión de quien encarna “al supremo gobierno, que no se equivoca nunca” (Pito Pérez dixit).

“No se vale hacerlo así, sin dar razones para el despido”, dijo la ahora ex funcionaria... “No se vale hacerle eso a una dama”, diría un caballero. “No se vale despedir a un funcionario a quien se acusa de desvío de fondos, so pena de reforzar la hipótesis de que, en efecto, hizo algo indebido”, diría cualquier persona decente...

—III—

“No se vale argumentar que la bajeza de la decisión estriba en hacerle eso a quien fue, en su momento, pieza clave en la maquinaria que apoyó, en su etapa de simple candidato, al hoy gobernador”, diría, en fin, cualquiera que deseara que la designación de funcionarios públicos respondiera a un compromiso con los ciudadanos —teóricos beneficiarios de todas las acciones de gobierno— y no a un nauseabundo esquema de conductas serviles (y de complicidades, incluso), que se gratifican, al triunfo de la causa, precisamente con cargos públicos, para los que no son requisito ni el prestigio, ni la capacidad, ni la experiencia comprobada.

JAIME GARCÍA ELÍAS/Periodista y conductor radiofónico.
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