Jalisco

— Museos

Un museo, en lo que para efectos de inventario llamaremos “resto del mundo”, es un lugar en que se adquieren, conservan, estudian y exponen los objetos que mejor ilustran las actividades del hombre

Museo es una palabra noble. Digamos que es como la miel —según el adagio— que no se hizo para la boca del asno. O como las margaritas que, según otra conseja, no deben arrojarse a los puercos...
Museo, etimológicamente, significa templo o casa de las musas; éstas eran las deidades emblemáticas de las ciencias y las artes que, según la mitología, amenizaban las tertulias de Apolo en el Parnaso... mientras los mortales comunes preferían amenizar las suyas con divertimentos (digámoslo así, por si hubiera niños alrededor...) más prosaicos.

—II—

Un museo, en lo que para efectos de inventario llamaremos “resto del mundo”, es un lugar en que se adquieren, conservan, estudian y exponen los objetos que mejor ilustran las actividades del hombre. Un museo, en Guadalajara, es, simplemente, una casa vieja en la que se almacenan tiliches. De hecho, salvo —hasta cierto punto— el Museo Regional, Guadalajara (sus autoridades y algunos ocasionales mecenas) ha abaratado el concepto de museo, hasta dejarlo al nivel del agua de limón y el taco de frijoles...

Los dizque museos que proliferan en estos pagos, son el resultado de una noción muy “sui géneris” del respeto por el patrimonio cultural, arquitectónico e histórico de la ciudad: cualquier casona del Centro, por el simple hecho de ser grande y vieja —y, por lo tanto, incapaz de ganarse la vida—, es “rescatada” por el Gobierno; éste paga por ella, ordinariamente, mucho más de lo que vale; la rehabilita; es decir, le mete dinero bueno al malo; si puede convertirla en guarida de burócratas, bueno; si no, le atiborra un montón de trebejos dotados de cierto significado de carácter presuntamente cultural y cuyos dueños ya no hallaban dónde guardar... y ya está.

-III-

Guadalajara, en materia de museos, es, seguramente, una de las ciudades más modestas —para decirlo amablemente— de México. Monterrey, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro, Morelia, San Luis Potosí, Aguascalientes y, por supuesto, el Distrito Federal, entre otras, están, en esa materia, a años luz de distancia... Ahora, sin embargo, en un alarde de imaginación, las autoridades municipales decidieron que ya estuvo bueno de “entrada libre” (gesto por demás generoso... que casi nadie agradecía), y tomaron la decisión de echarle estrategia de mercadotecnia al asunto, cobrando a los visitantes de los dizque museos citadinos.

(Quién quita y algunos incautos traguen el anzuelo y crean que, puesto que cobran por entrar, la experiencia de hacerlo desquite la inversión. ¡Quién quita...!).

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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