Jalisco
— ''Murió feliz...''
En Guadalajara encontró asiento en la Tierra, durante años y felices días, “el mejor de los mundos posibles”
—II—
Todo mundo lo sabe: en Guadalajara encontró asiento en la Tierra, durante años y felices días, “el mejor de los mundos posibles”. Cuando Luis Spota intituló a su novela “Casi el Paraíso”, sabía, en conciencia, que estaba plagiando un título que correspondía, de pleno derecho, a la otrora “Perla Tapatía”.
Los gobernantes, que desde que empiezan a serlo parecen mudarse con todo y chivas a una burbuja que los mantiene alejados de la mugre, la contaminación y los vicios “de la falsa sociedad”, no dejan pasar ninguna ocasión para poner el disco en que sólo tienen dos canciones: una, “Todo está bien”; la otra, “No pasa nada”.
Fue el caso, el martes al mediodía, del secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez. Entrevistado al cabo de un cónclave del gabinete estatal de seguridad, realizado en Casa Jalisco, en presencia de los cinco alcaldes de la zona metropolitana y con un impresionante aparato de vigilancia en los alrededores —“for if the dirty flies...” (por si las cochinas moscas), diría Shakespeare—, Guzmán repartió a granel postales con paisajes de los Alpes suizos: “Todo está bien; Jalisco está con niveles de seguridad que mantienen la tranquilidad, la inversión, el empleo y la tranquilidad pública; la seguridad pública —con respecto a la cual la inquietud de los reporteros equivalía a la recomendación de poner las barbas a remojar, a la vista de los recientes episodios en Tamaulipas— se mantiene bajo control...”.
En esas estaban. Como música de fondo se escuchaban, por mera casualidad, “Los cuentos de los bosques de Viena”, cuando hasta ese oasis espiritual comenzaron a llegar los ecos de una balacera que se suscitaba por los rumbos de “Las Águilas”... Al margen del manejo que dio a la nota la prensa del día siguiente (ayer), los mismos uniformados que participaban en la versión “Reality show” del viejo juego de “Policías y Ladrones”, se lo decían así a los azorados vecinos que no sabían si correr, llorar o pellizcarse los brazos para salir de la pesadilla que los tenía atrapados: “¡Todo esto está pa’ la fregada!”.
—III—
La autopsia, decíamos, lo consignará al calce, a manera de postdata: “Murió feliz...”.
(Y añadirá, para mayor abundamiento: “¡Creía, el muy ingenuo, en los discursos oficiales...!”).
Síguenos en