Jalisco

— La rifa del tigre

El dilema equivale a hacer malabares con un par de chayotes calientes, principalmente porque la construcción de la Villa Panamericana en El Bajío ya fue el “Plan B”

El próximo 30 de octubre, cuando Mario Vázquez Raña, para efectos del discurso de clausura, desempolve el cliché y declare que los de Guadalajara se parecen a todos los precedentes en que han sido “los mejores Juegos Panamericanos de la historia”, es probable que masculle, para su fuero interno: “...Y, también, los que más canas verdes me han sacado”.

—II—

Cuando ya flotaba el olor a arroz cocido; cuando ya los afanes y desvelos de los organizadores parecían circunscribirse a contar los días y las horas que faltan para que Guadalajara cumpla, en efecto, “su cita con la historia”, surge, inopinadamente, un nuevo contratiempo: una medida cautelar del Tribunal Administrativo del Estado, que dispone la suspensión de los trabajos de construcción de la Villa Panamericana que va tomando forma en la zona de El Bajío.

El motivo: la Ley para Uso del Suelo establece que la densidad permitida en la zona es de entre 50 y 100 habitantes por hectárea; el proyecto, en tanto, contempla 170... y más de 300 durante las dos semanas que duren los Juegos.

El actual presidente municipal de Zapopan reconoció que, en efecto, los autores del proyecto, con la anuencia de quienes hasta finales de 2009 ejercían la autoridad, tuvieron a bien pasarse por el arco del triunfo tanto el plan parcial de la zona como las pautas que establece el Código Urbano. Y como él está ahí precisamente para cumplir y hacer cumplir las leyes, ahora tiene la incumbencia de conciliar los intereses en conflicto: por una parte, el de la sociedad, que contempla —como establece la resolución judicial— “lograr la seguridad urbana y una adecuada calidad ambiental”, pensando no sólo en los atletas que residirán en la Villa durante dos semanas, sino en quienes, después, adquieran y habiten los departamentos; por la otra, hacer lo conducente para salvar los Juegos.

—III—

El dilema equivale a hacer malabares con un par de chayotes calientes, principalmente porque —se impone recordarlo— la construcción de la Villa Panamericana en El Bajío ya fue el “Plan B”, una vez que el “A” se estropeó al abortar escandalosamente el proyecto de construir el complejo habitacional a inmediaciones del Parque Morelos.

A medida que estas cosas pasan, es inevitable recordar que desde que se cacareó el huevo de la obtención de la sede, se apuntó un temor: que Guadalajara se hubiera sacado la rifa del tigre.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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