Jalisco

— Huevos hueros

En estas dilatadas tierras se cacarean a priori con más estrépito del recomendable

Intento de frase célebre: “Si la calidad de la yema fuera directamente proporcional a la estridencia del cacareo previo, sería inexacto decir que Guadalajara es la sucursal del Paraíso. El Paraíso aspiraría a ser, en todo caso, la sucursal de Guadalajara”.

—II—

Urbanistas de todo el mundo reunidos a finales de junio en York, Inglaterra, se enteraron, de primera mano, del más reciente proyecto gubernamental de movilidad vial para la Zona Metropolitana de Guadalajara: un viaducto elevado de cuota, paralelo a las vías del ferrocarril que cruzan la ciudad... A nivel local se le han hecho múltiples objeciones: primero, por la inconsistencia de las premisas de carácter técnico que supuestamente lo validan; segundo, porque el “revolucionario” viaducto elevado, para uso del automóvil particular, es una invitación tácita a mantener relegado el transporte público; tercero, porque contradice el cansino rollo oficial de privilegiar sistemas de transporte sustentable; cuarto, porque reservar la moderna vialidad a los automovilistas que estuvieran dispuestos a pagar alrededor de 70 pesos diarios por un recorrido completo de ida y vuelta —unos tres mil 500 pesos mensuales para quien tuviera que circular por ahí cinco veces a la semana—, necesariamente sería, al margen de sus discutibles bondades, una fórmula elitista; quinto, porque el anuncio de que la obra se concesionaría a particulares dispuestos a aportar los seis mil millones de pesos que costaría —a precios actuales— la construcción del que sería el primer “segundo piso” tapatío, no ha suscitado, hasta donde se sabe, el menor entusiasmo de los posibles concesionarios; sexto, porque los autores del “proyecto conceptual” aún no explican cómo se evitarían, en las “horas pico”, los previsibles embotellamientos en las subidas y bajadas hacia las avenidas en que se circula por superficie, ni ofrecen ninguna razonable garantía de que la dichosa Vía no se convierta, a ciertas horas, en un (espectacular, eso sí) estacionamiento aéreo...

—III—

Los urbanistas reunidos en York que analizaron el proyecto, le encontraron múltiples defectos... y ninguna virtud. Aquí, como el padre de la criatura ya causó baja del grupo de talentos que le venden ocurrencias al Gobierno del Estado, la “ideota” de la Vía Exprés ya tiene, entre los ciudadanos de a pie y entre los estudiosos del tema, más críticos que defensores.

Lo cual sugiere que se trata de uno más —el enésimo, para ser exactos— de los huevos hueros que en estas dilatadas tierras se cacarean a priori con más estrépito del recomendable.
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