Jalisco

— ''¡Hay elotiiiis...!''

Se supone que leyes y reglamentos son preceptos y prohibiciones que los gobernantes elaboran y emiten en pro del bienestar de los gobernados

Por si alguna duda quedaba acerca de los motivos que tuvo el anónimo —aunque no por ello menos genial— autor del aforismo de que “El futbol es el opio del pueblo” para engendrarlo y luego echarlo a la calle como hijo de padre desconocido, véase el capítulo del día, en plena recta final de la cuenta regresiva para la inauguración del estadio de las Chivas...

—II—


Se supone que leyes y reglamentos son preceptos y prohibiciones que los gobernantes elaboran y emiten en pro del bienestar de los gobernados. Se supone que quienes ejercen la autoridad están ahí precisamente para cumplir y hacer cumplir las leyes. Se supone que hay varias dependencias gubernamentales encargadas de establecer los requisitos que los particulares deben cumplir para dedicarse a actividades lícitas de interés público: desde la venta de elotes cocidos en una tina de lámina afuera de la iglesia del barrio,  hasta la construcción de un estadio en que se pretende presentar espectáculos deportivos, musicales o de cualquier índole similar. Se supone que los requisitos que tanto el elotero como el empresario de espectáculos deben cumplir, están orientados, por sobre todas las cosas, a la seguridad de los consumidores y del público en general. Y se supone, también, que así como la autoridad no puede sacarse de la manga formalidades o condiciones especiales no previstas expresamente en su normativa para exigir su cumplimiento al ciudadano, sí tiene, en cambio, la obligación de asegurarse que ni uno ni otro podrán darle el “madruguete”, poniendo en operación sus respectivos establecimientos, sin cumplimentar previamente lo previsto en la ley.

—III—

Extraña, en esas condiciones, la tibieza de la autoridad municipal, que emite los “permisos provisionales” para la celebración de un espectáculo multitudinario, sin que haya previamente las soluciones a los problemas viales previsibles. Extraña la actitud, al más puro estilo de Poncio Pilatos, de la Secretaría de Vialidad: “Si no cumplen con las normas, no habrá apoyo en la logística el día de la inauguración”...

Extraña que quienes cobran por gobernar como si lo hicieran bien (gobernar, no cobrar), se limiten a hacer advertencias sobre los desórdenes que puede haber precisamente por el acto de desgobierno que está en vías de perpetrarse, porque aquí, por lo visto, cualquiera puede construir un estadio y abrir sus puertas a la hora que se le venga en gana... aunque no cualquiera pueda colocar una tina afuera de su casa y ponerse a gritar “¡Hay elotiiiis...!”.
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