Jalisco

— ''Graciosa huida''

El Ayuntamiento de Guadalajara ha incurrido, en los últimos días, en un par de burdas pifias

La credibilidad es el sustento moral básico de la autoridad. Quienes gobiernan al Ayuntamiento de Guadalajara han incurrido, en los últimos días, en un par de burdas pifias, que han roto la armonía de los primeros meses de la actual administración. Armonía, dígase de paso, que se antojaba casi un sinónimo de pasividad o de atonía: como si la consigna fuera nadar “de muertito”, hacer el menor ruido posible, y evitar a toda costa, por la vía de un glorioso empate a cero, correr el riesgo de sufrir el desgaste que el simple hecho de gobernar implica.

—II—


Así, a cambio de no hacer olas y de dejar las cosas como estaban en el polémico asunto de la segunda línea del Macrobús, irrumpió, súbitamente, el escándalo de la asignación directa del arrendamiento de patrullas. Las reacciones iniciales, a cargo de la oposición, se toparon con la rotunda respuesta autoritaria: “Es la ventaja de ser gobierno”. Y fue hasta que el sector patronal, representado en la Comisión de Adquisiciones y encarnado en Pablo Lemus Navarro, afirmó que el proceso apestaba a corrupción, que el presidente municipal, Aristóteles Sandoval, haciendo malabares con ese chayote caliente, revocó, de manera unilateral, el decreto que ya había pasado la aduana del cabildo, para sacar el pescuezo del patíbulo del descrédito social.

Después vino el conflicto por la aseveración del propio alcalde, de que la mayoría de los vecinos y comerciantes aprobaba abiertamente el proyecto del túnel de la Avenida Vallarta, bajo la Glorieta Minerva —con el arranque de las obras anunciado para el próximo 15 de noviembre—... y el rotundo desmentido a cargo de los hechos. Primero, la graciosa huida —lo de “graciosa” es un decir...— de los funcionarios municipales, apabullados por la reacción adversa de los vecinos; después, el desconcertante corolario del señor alcalde, al afirmar que “hay otros proyectos para la zona, si los vecinos no aprueban el del túnel”... ¡cuando aún no se extinguían los ecos de su declaración en el sentido de que había un consenso ampliamente mayoritario para que el dichoso túnel se construyera!

—III—


El boletín oficial podrá rubricar la información suscribiéndose a la sabiduría del proverbio: “Es de sabios errar”. Sería una buena manera de imitar a los gatos, que siempre caen parados...

El ciudadano común, en tanto, habrá tomado nota: las únicas dos veces, hasta ahora, en que la autoridad municipal se atrevió a salir del inmovilismo..., metió el choclo.
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