Jalisco
— Dogma de fe
Al margen de los gazapos la gacetilla asevera, impúdicamente, que “aquí conviven en perfecta armonía (¡...!) el ayer y el hoy
—II—
En efecto: cualquiera diría que esa aseveración equivale a un dogma de fe: una aseveración que los creyentes están obligados a asumir como verdad absoluta... aunque racionalmente la rechacen. Tras la inevitable referencia al tópico obligado —“reconocida (...) por ser la cuna de los principales símbolos mexicanos”—, el texto asevera que “Guadalajara asume con entusiasmo y orgullo el reto de organizar los mejores Juegos Panamericanos de la historia, y, además, de revitalizar toda la ciudad, principalmente su Centro Histórico”.
Al margen de los gazapos —el evidente descuido para algo tan elemental como el uso de los signos de puntuación, verbigracia—, la gacetilla asevera, impúdicamente, que “aquí conviven en perfecta armonía (¡...!) el ayer y el hoy”. Asume, por tanto, que los afanes que desde la pasada administración se realizaron para aprovechar la coyuntura al efecto de dar los primeros pasos hacia el repoblamiento de un “Centro Histórico” prostituido y degradado —o, simplemente, para maquillarlo a fin de dar una buena imagen a los visitantes—, resultaron exitosos.
—III—
En lo que los boletines oficiales insisten en los días que faltan para que comience “la fiesta deportiva de América” y aun corean, festivos, la cuenta regresiva, sus imaginativos redactores optan por soslayar las insuficiencias y las notorias imperfecciones de la costosa intentona de “manita de gato”. Omiten aludir a la cicatriz que dejó el fallido intento de construir a inmediaciones del Parque Morelos la Villa que alojaría a los atletas. Cierran un ojo (o los dos...), ponen oídos sordos y fingen ser olfativamente insensibles ante las que han pasado a ser, de unos años a la fecha, las señales distintivas de la que alguna vez fue llamada “la tierra de Dios y de María Santísima” y la “Ciudad Amable” por excelencia: la suciedad, el ruido y los fétidos olores.
Algo a lo que los tapatíos, para su desgracia, parecen haberse acostumbrado (lo que es lamentable)... y resignado (lo que es peor).
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