Jalisco

— Dispendio

Jalisco recibirá, directamente del Senado de la República, una partida de mil millones de pesos para conmemorar el Bicentenario

Como dicen que dijo Jack el Destripador: “Vámonos por partes”...

—II—

1.- Elisa Ayón Hernández es diputada local.

2.- Elisa Ayón Hernández es, por ende, representante popular.

3.- Elisa Ayón Hernández aseveró ayer (programa “Fondo y Forma”, Radio Metrópoli), reiterativamente, que Jalisco recibirá, directamente del Senado de la República, una partida de mil millones de pesos (un mundo de dinero,  desde la terrestre perspectiva de cualquiera de sus representados). Esos mil millones no serán trasvasados —valga la expresión— de las arcas federales a las estatales para aplicarse a alguna de las innumerables cuentas pendientes que tienen en esta Entidad los gobernantes (del signo político que se quiera: pintos o colorados, que todos han demostrado estar hechos del mismo barro) con los gobernados: ni abastecimiento, ni aprovechamiento, ni saneamiento de agua para la monstruosa Zona Metropolitana de Guadalajara; ni impulso económico para los proyectos de movilidad urbana (tren eléctrico urbano, Macrobús, metro...); ni apoyo a las necesidades en materia educativa; ni contratación, capacitación y equipamiento de personal para la seguridad pública; ni punto de partida para el fondo que se requiere para repavimentar en serio las calles de la ciudad, en vez de malgastar el dinero en los bacheos de caricatura que deben realizarse al término de cada temporal de lluvias... Sí, en cambio, “para la realización de eventos que conmemoren —¡vengan mayúsculas, que están en barata...!— el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana”.

4.- Como representante popular que es, la diputada Ayón podría tener el mínimo de sensibilidad necesaria para captar que en un país que arrastra tantos rezagos, carencias e injusticias que podrían, si no remediarse, sí, al menos, atenuarse de manera significativa mediante una aplicación honesta (y, sobre todo, ¡res-pon-sa-ble!) de los fondos públicos, ofende al ciudadano notificarle que el dinero que falta —según quienes lo administran— para atender prioridades, sobra para gastarlo en humo de cohetes... y, muy probablemente, para que se lo embolsen quienes decidirán de qué manera va a erogarse.

—III—

Colofón: ¿Qué demonios le sucede al ciudadano común, que en cuanto se transforma en diputado es incapaz de entender la validez —y con mucha mayor razón en un país como México, donde la Independencia y la Revolución se hicieron con la loable intención de que la población accediera a mejores condiciones de vida— del aforismo de Salvador Díaz Mirón, que sostiene que “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto”...?
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