Jalisco

— “Crimen organizado”

Para “delincuencia organizada”, la que gravita sobre el presupuesto. Los demás son aprendices

Con todo el respeto y la admiración que se merece el gran ausente en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, hay que decir, en acatamiento al mandamiento supremo de la objetividad (“Al pan, pan, y al vino, vino”) que Juan Rulfo, en algún aspecto al menos, se limitó a ser un discípulo aventajado del célebre “Tlacuache” Garizurieta...

La prueba: el primero tuvo que escribir dos libros (“Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas”) para ganarse la inmortalidad; al segundo le bastaron nueve palabras: las que integran el epítome por excelencia de la política mexicana: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.


—II—


(En su ensayo “Isagoge sobre el mexicano”, de 1952, César Garizurieta dijo en muy pocas palabras lo que Samuel Ramos y Octavio Paz intentaron en sendos libros que se volvieron clásicos —“Perfil del Hombre y la Cultura en México” y “El Laberinto de la Soledad”, respectivamente—: “Al mexicano no le da por lo grande porque no tiene por qué superar ninguna inferioridad; realista por excelencia, ve su mundo empequeñecido y se conforma con vestir pulgas o con colocar un matrimonio o un entierro en una cáscara de nuez. Si tuviera complejo de inferioridad, para superarlo le daría por conquistar Guatemala o por liberar a las minorías étnicas de Belice. Al mexicano que le da por lo grande lo ponen en el manicomio”).

El caso es que una investigación periodística (“El Universal”, V-4-11) reveló que 31 mil funcionarios del Gobierno federal tienen sueldos similares al presidente de España, y ocho mil ganan tanto como el secretario norteamericano de la Defensa... Como cualquier ciudadano mexicano sabe, los salarios de la alta burocracia, en México, se explican —teóricamente— por dos motivos: uno, que así se asegura la colaboración en el Gobierno de los ciudadanos mejor calificados; segundo, que sus honorarios son la mejor vacuna contra la corrupción. La experiencia demuestra que, en este país, ni la capacidad ni la honestidad se garantizan con salarios respetables.


—III—


Suele hablarse de “la delincuencia organizada”. A quienes la integran se les podría dedicar la frase que nuestro personaje —Garizurieta— dedicó a su adversario, de quien decían que era “un gallo”, cuando buscó una candidatura a diputado por su natal Tuxpan, Veracruz: “Pues díganle que se cuide, porque si él es un verdadero gallo, yo soy un verdadero tlacuache”.

(O sea, para “delincuencia organizada”, la que gravita sobre el presupuesto. Los demás son aprendices).
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