Jalisco
— Congruencia
Este año se han registrado 21 suicidios de niños de entre 11 y 17 años que quizá no hubieran sucedido de habérseles atendido oportunamente en el Instituto Jalisciense de Salud Mental
—II—
Por supuesto, cuando el ciudadano toma conciencia de que las deducciones que por concepto de impuestos se hacen a su salario, y de que cierto porcentaje de lo que gasta en productos y servicios —desde la insulina de la que depende la vida de un diabético hasta la botella de tequila que le hace más llevadera la suya durante el fin de semana a un obrero— va directamente a las arcas públicas, acepta, a priori, que tal sea su aportación a los servicios públicos: seguridad, educación, salud... Vivimos en sociedad, y en ese régimen son esenciales los principios de solidaridad y subsidiaridad: que quien más tiene, aporte en beneficio de quien menos tiene.
Empero, cuando el mismo ciudadano comprueba que los autoproclamados “servidores públicos” disponen de esos fondos en su propio beneficio, impunemente, o simplemente los malgastan, sin el menor respeto a las genuinas necesidades de la población, se comprende que se sienta ofendido por tales conductas.
—III—
Ahora bien: si se tratara sólo de los 15 millones de pesos “invertidos” en barullo, menos mal. Pero cuando, al presentarse la iniciativa para crear la “Ley Contra el Gasto Discrecional” en el Congreso del Estado, trasciende que el Ejecutivo del Estado —que no se ha significado precisamente por su sensibilidad en el manejo del dinero del pueblo— ha dispuesto de más de seis mil millones (correcto: ¡seis mil millones!) de pesos de manera discrecional, cualquiera se pregunta dónde diablos quedó la noble herencia espiritual de los padres fundadores del panismo, que entendían como de elemental honestidad que quienes gobiernan den cuenta de cómo gastan cada peso del pueblo.
¡Y aún se les llena la boca hablando de “congruencia”...!
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